Argentina: El agronegocio enferma… "Sus venenos ya están en nuestros cuerpos"
El 20 por ciento de las personas analizadas del partido bonaerense de Saladillo tiene agrotóxicos en su cuerpo. Afecta tanto a quienes viven en el campo como en la zona urbana. Así lo confirmó una investigación impulsada por organizaciones sociales. La palabra de los afectados, la responsabilidad del agronegocio y la urgente necesidad de la agroecología.
Por Ecos de Saladillo
Durante marzo del año 2023 varias organizaciones de la zona centro y sur de la provincia de Buenos Aires nos juntamos para intentar demostrar que los venenos utilizados en el agronegocio estaban llegando a nuestros cuerpos. Lo sospechábamos porque nos veníamos reuniendo en los encuentros de Pueblos Fumigados y los datos que traían compañeras y compañeros de los distintos lugares no eran para nada alentadores: aparecían agrotóxicos en el agua, en el aire, en los alimentos. ¿Cómo no iban a estar en nuestros cuerpos?
Por otro lado, los informes indicaban aumento de enfermedades como el cáncer, abortos espontáneos, enfermedades endocrinas. Una situación muy complicada.
Gracias al trabajo solidario y en conjunto con organizaciones socioambientales de Lobos, La Matanza, Mar Chiquita y Saladillo iniciamos la campaña de investigación. Contamos con fondos conseguidos por la organización Democracia en Red (que promueve y estimula la participación ciudadana), y el apoyo científico de la investigadora Delia Aiassa (del Conicet y de la Universidad Nacional de Río Cuarto en Córdoba), con amplia experiencia en los daños provocados por los agrotóxicos.
Se aplicó un protocolo estricto, organizado por Aiassa, para que las muestras de orina fueran representativas de la población de Saladillo y para que se mantuviera la privacidad de les voluntaries que participaron de la campaña.
Se establecieron tres sedes donde se acercaron les voluntaries: Cazón, Del Carril y Saladillo. Y en cada una de ellas recibían una explicación del estudio que se iba a realizar, atendidos por compañeras y compañeros de nuestro grupo (Ecos de Saladillo). Luego se siguió toda una cadena de custodia de las muestras hasta que llegaron al laboratorio privado Farestaie (en Mar del Plata).
Se tomaron muestras de orina de 36 personas que no padecían en ese momento ninguna enfermedad declarada y de entre 20 y 70 años, algunos de ellos viven en la ciudad y otros tienen contacto más directo con el campo o viven en localidades rurales del interior de Saladillo.
Se trata de un estudio que va a ser publicado en una revista científica.
A fines de Julio del 2023 llegaron los resultados del estudio.
Foto: Ecos de Saladillo
Venenos en todos lados y censura en el INTA
Una de cada cinco personas muestreadas de Saladillo tienen glifosato (el herbicida más utilizado en el agro) y/o su metabolito AMPA en la orina. Es decir que se detectó dicho veneno o su metabolito en el 20 por ciento de la población analizada. Una cifra realmente alarmante, sobre todo si consideramos que el resto de las personas en las que no se detectó el veneno, no significa que no lo tengan en su cuerpo, puede ser que no lo estén eliminando en ese momento, que lo tengan en sangre, o que lo estén eliminando por otra vía (materia fecal).
También puede ocurrir que muchas personas tengan en su cuerpo una cantidad menor de veneno a la que detectan los aparatos utilizados en esta oportunidad.
Es clave entender que no existe un umbral mínimo de glifosato en nuestro cuerpo: la cantidad debiera ser cero. Se trata de un veneno que claramente proviene del agronegocio y de sus prácticas de laboreo y fumigación y que no deberíamos acumular en nuestro organismo.
Por otro lado, es importante destacar que ese 20 por ciento incluye tanto a personas netamente urbanas, sin contacto directo con el campo o expuestas a fumigaciones como aquelles que viven en zona rural. Esto hace que el panorama sea muy grave y delicado ya que el glifosato no estaría entrando a nuestro cuerpo solo por recibir una deriva directa de fumigación sino también a través del aire que respiramos, los alimentos que ingerimos o el agua que tomamos.
Por otro lado, todos los años se acumulan pruebas científicas de los daños que puede provocar su presencia en nuestros cuerpos y en el ambiente en general.
Estos resultados se suman a los obtenidos a través del Proyecto Sprint, del que participó Virginia Aparicio, investigadora del INTA, organismo que lo censuró a la hora de dar a conocer los resultados del mismo.
La información conocida extraoficialmente son tremendos. Todas las personas analizadas tienen entre dos y diez agrotóxicos en sangre, de seis a trece plaguicidas en orina y hasta 18 en materia fecal. En el aire se encontraron ente siete y 53 plaguicidas. Cabe destacar que estos análisis se realizaron en laboratorios que contaban con aparatología de mayor sensibilidad (de la utilizada para Saladillo).
Sólo se comprende la censura del INTA entendiendo la complicidad de dicho organismo estatal y de parte de sus funcionarios en la implantación y consolidación del llamado modelo de la soja y del agronegocio.
Una mentira nada piadosa
Este herbicida, cuyo nombre comercial es Roundup y su principio activo el glifosato, fue introducido diciendo que era un producto inofensivo, que desaparecía mágicamente ni bien tocaba el suelo. Así se instaló el modelo de la soja y del agronegocio que transformó al país, que desplazó pequeñas producciones familiares, que expulsó campesinxs y pueblos originarios, y que deforestó enormes extensiones del territorio al punto de ubicarnos dentro de los diez primeros países del mundo que más ha deforestado. Ahora sabemos que además nos está envenenando y que sus sus venenos ya están en nuestros cuerpos.
Saladillo no fue la excepción
Nuestro territorio sufrió como casi toda la Argentina el avance del agronegocio con su paquete tecnológico de transgénicos y agrotóxicos que transformaron el paisaje y la cultura rural del partido de Saladillo.
Antes de instalarse con fuerza el modelo de la soja y del agronegocio, Saladillo se caracterizaba por ser un partido de la provincia de Buenos Aires que tenía bastante subdividida la tierra. A fines de la década del 90 todavía el 20 por ciento de su población era rural, el 65 por ciento de los productores tenía menos de 100 hectáreas, el 83 por ciento tenía animales y el 70 por ciento rotaba agricultura con ganadería. Sólo el 14 por ciento de la superficie estaba en agricultura permanente.
Ya para el año 2000 —con pleno auge de los pools de siembra, la soja transgénica y el glifosato con la siembra directa— sólo quedaban 460 explotaciones activas de un total de 1320, el resto había alquilado su campo y se había trasladado a la ciudad cabecera. Sólo 15 pools de siembra sembraban el 50 por ciento de todo Saladillo, se abandonaron las rotaciones y el 50 por ciento de Saladillo pasó a agricultura permanente. Y nuestro partido se transformó en la "capital del feedlot".
La Cooperativa Agrícola, que nucleaba a pequeños y medianos chacareros, pasó de tener 760 socios a sólo 160. Y sólo el dos por ciento de la población vive en zona rural.
Todos estos cambios sociales, culturales y económicos se hicieron también bajo esa mentira del herbicida milagroso que hoy forma parte de nuestros cuerpos y además con la complicidad de funcionarios, universidades, políticos y organizaciones intermedias como Aapresid (Asociación de Productores de Siembra Directa).
Agroecología ya
No nos quedaremos inmóviles. Realizaremos análisis de daño genético en todxs aquellos voluntarios que deseen participar del estudio, acciones legales y judiciales con asesoramiento de abogadxs ambientalistas, campañas de difusión y concientización, y acciones para el urgente cambio de modelo productivo, donde es central la agroecología con todas sus dimensiones (acceso a la tierra, las compras y ventas de cercanía, protagonismo de sectores populares). En definitiva, seguiremos sembrando para un cambio no sólo del modelo productivo sino también del modelo de país.
Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/el-agronegocio-enferma-sus-venenos-ya-estan-en-nuestros-cuerpos/ Imagenes: Fotos de Ecos de Saladillo