Africa: “Explotarnos no es apoyar nuestra causa”

La responsabilidad del Norte global sobre la emergencia climática y su fracaso a la hora de abordarla siguen siendo unos asuntos candentes. Los medios de comunicación internacionales tienden a ignorar o explotar las voces activistas de África, mientras que las empresas occidentales continúan sacando provecho de los recursos locales. El primer paso hacia la justicia climática consiste en reconocer los propios privilegios, tal y como explica la activista ugandesa Patience Nabukalu, activista de Fridays For Future Uganda y Stop the East African Crude Oil Pipeline, y una de las fundadoras de las campañas Stop Wetland Degradation y Stop Plastic Pollution.

Jennifer Kwao

Periodista del Green European Journal y cofundadora de la plataforma 1.2 Diaries

¿Qué te condujo al activismo climático y qué significa para ti?

 
La justicia climática es algo que me entusiasma. Esa pasión ha hecho que me involucre en varias campañas y protestas a nivel local e internacional. También lucho por un futuro más verde, con agua potable, alimentos y energía limpia. Ese futuro no va a llegar por ciencia infusa, sino a través de la acción.
El activismo no consiste en aparecer en los medios. Una persona activista también lucha por su comunidad cuando las cámaras no están grabando. Una activista se traslada a la escena, averigua qué necesita la comunidad y hace algo al respecto.

Muchas activistas africanas soñarían con estar en tu lugar, y es que muchas no tienen acceso a una plataforma como la tuya. ¿Qué se siente al estar en el candelero y convertirse en uno de los rostros del movimiento?

Para mí es muy importante estar en el foco de atención porque no sólo tengo la oportunidad de amplificar las historias y las ideas de quienes se encuentran en primera línea, sino también las reivindicaciones del pueblo. La gente que está a pie de la crisis climática no son simples víctimas, sino que aportan soluciones. Aparte de mí, muchas otras personas realizan diversas actividades en sus comunidades, incluyendo la educación climática en las escuelas, labores de limpieza voluntarias y talleres. Esta posición de protagonismo también me concede la oportunidad de hablar con los medios de comunicación y poner el tema que queramos encima de la mesa.
Pero, por otro lado, hay algo que nos hace sentir explotadas. Por ejemplo, las ONG nos invitan a Europa para participar en sus eventos, lo que supone trabajar con gente a la que sí pagan, aunque tú no recibas nada. Asimismo, algunos medios de comunicación han usado y monetizado mi imagen sin mi consentimiento. Queremos que se nos escuche y se nos dé voz en las plataformas, pero sin que nadie nos utilice. Explotarnos no es apoyar nuestra causa.
Las ONG, los medios de comunicación y las organizaciones internacionales deberían tener más consideración. Tenemos familia y amigos, enfermamos y tenemos gente a la que cuidar, al igual que cualquier otra persona que desempeña un trabajo. La única diferencia es que el activismo es más que un trabajo. Es pasión. Es el entusiasmo por un futuro diferente. Por eso arriesgamos todo, incluida nuestra vida y la de nuestros seres queridos.
Además de tener más consideración con esto, las ONG medios de comunicación y organizaciones internacionales deberían predicar con el ejemplo. No pueden dar sermones sobre la igualdad de género, la justicia social y racial o los derechos humanos cuando estas mismas instituciones no respetan estas cosas a la hora de trabajar con voces del sur global.

Hablemos de tu activismo en Uganda. ¿Podrías contarnos un poco sobre el trabajo que estás haciendo?

 

Imparto programas educativos sobre el clima en colegios. Hemos formado a estudiantes de más de cien colegios sobre el cambio climático, cómo responder, cómo adaptarse y cómo unirse a la lucha. Soy la fundadora e impulsora de las campañas Stop Wetland Degradation (No a la degradación de los humedales) y Stop Plastic Pollution (No a la contaminación plástica) porque yo misma soy una víctima de la degradación de los pantanos. El lago Victoria, por ejemplo, proporciona alimento a más de 40 millones de personas, pero el lago y las zonas ribereñas que lo rodean están amenazadas por la contaminación por plástico. Si no luchamos para protegerlo, muchas vidas sufrirán las consecuencias. Por esta razón desempeñamos tareas de limpieza para proteger este recurso natural.
He participado en la campaña No al oleoducto de petróleo crudo del Este de África, que lleva activa más de cuatro años. El proyecto del Oleoducto de Petróleo Crudo del Este de África (EACOP, por sus siglas en inglés) planea construir el oleoducto calentado más largo del mundo, que emitirá 34 millones de toneladas de dióxido de carbono al año y desplazará a más de 100.000 personas de sus hogares y medios de subsistencia. Esta campaña ha sido mi principal objetivo en 2023.
Además, formo parte de un proyecto de empoderamiento de la mujer en un pueblo llamado Kiboga, donde las temperaturas han aumentado hasta el punto de dificultar la agricultura y la ganadería. El proyecto aspira a educar a 50 mujeres de la zona sobre la producción hortícola para que puedan abastecerse y obtener ingresos.

¿Qué impacto dirías que ha tenido tu activismo en Uganda y a nivel internacional?
 

El activismo realmente funciona. Y te voy a decir por qué. Cuando empezaron a construir el Oleoducto de Petróleo Crudo del Este de África, era obvio que aquello sería una bomba climática que afectaría a muchas generaciones. Como activistas, teníamos claro que había que iniciar una campaña para impedirlo. ¿Y sabes qué? Hemos visto cómo grandes corporaciones, bancos y 23 compañías de seguros se han retirado del proyecto. El Parlamento Europeo aprobó una resolución que declaraba que las inversiones en proyectos de combustible fósil violaban los derechos humanos en Uganda y Tanzania.
Gracias a nuestro activismo hemos conseguido retrasar la construcción del EACOP. Una vez firmados los acuerdos para llevar a cabo ese tipo de proyectos, se suelen iniciar con bastante rapidez. Incluso si el EACOP acabase consiguiendo los permisos necesarios, pusimos muchos obstáculos en su camino. Este es un ejemplo del poder del activismo. Estoy segura de que ahora muchas empresas se lo pensarían dos veces antes de embarcarse en un nuevo proyecto petrolero porque tienen miedo de la reacción pública y de perder beneficios. Además, creo que los bancos se están echando atrás porque no quieren poner en riesgo su reputación.
Sé qué podemos hacerlo aún mejor, pero lo que hemos logrado hasta ahora supera todas mis expectativas sobre el poder del activismo. Me hace feliz ver todo lo que hemos logrado, aunque seguiré luchando hasta que desactivemos esta bomba climática.

¿Cuáles son algunos de los desafíos a los que te enfrentas? ¿Cómo ha respondido tu gobierno a tu activismo?

 
Si te soy sincera, es realmente doloroso que no tengamos el mismo lugar ni los mismos derechos que nuestros semejantes del norte global. Cuando se les dan micrófonos a los activistas del Norte global para que denuncien sus causas, no entienden que se trata de un privilegio. Tienen derecho a hablar. Tienen derecho a organizar huelgas. Tienen derecho a defender sus comunidades. Sin embargo, los activistas del Sur global no tenemos nada. La gente joven de Uganda tiene miedo de acercarse al activismo porque temen lo que les podría ocurrir a ellos y a sus familias.
Nos enfrentamos a la ignorancia de nuestras comunidades y de nuestros líderes. La clase dirigente pinta al activismo climático como oposición política, lo cual complica que podamos llevar a cabo nuestras campañas aquí, en nuestra tierra. Recibimos amenazas del Gobierno, de la clase política y de la comunidad porque la gente tiene más miedo de nuestro trabajo que de aquello contra lo que luchamos.
No podemos simplemente detener el Oleoducto del Este de África porque el Gobierno espera sacar grandes beneficios con ello. Es un proyecto egoísta y el gobierno no se va a poner de nuestra parte. Las falsas promesas del gobierno, como la de asegurar que el EACOP generará empleo y contribuirá al desarrollo de Uganda, hacen que nuestra campaña parezca una amenaza. La verdad es que el principal accionista del proyecto es Total Energies, una multinacional francesa que posee el 64% del proyecto, lo que significa que casi ningún beneficio se quedará en el país. Es un proyecto que busca asegurar la continuidad colonial. Y lo que también es verdad es que muchos países ricos en petróleo de este continente siguen sufriendo pobreza, crisis y pandemias, al mismo tiempo que atraviesan una crisis climática que es cada vez mayor.
Otro de los grandes desafíos tiene que ver con los medios de comunicación. En muchos casos, los medios le dan el protagonismo a los rostros blancos y se olvidan de los que estamos en primera línea frente a la crisis climática.

¿Te refieres a los medios internacionales o también los locales?

Desgraciadamente, en Uganda ni siquiera aparecemos en los medios. Pero internacionalmente sí.
¿Podrías contarme más sobre el panorama mediático en Uganda? ¿Por qué lo evitas?
Sinceramente, porque los medios en Uganda están controlados por el Gobierno. Si el Gobierno se niega a hablar de ciertos temas, nadie tendrá la oportunidad de hablar de ellos. He tratado de contactar con varios medios de comunicación en Uganda pero es muy difícil, así que tiré la toalla. Al igual que nuestro Gobierno, los medios representan el Oleoducto del Este de África como una oportunidad de oro; no hacen más que asegurar que favorecerá el empleo y traerá consigo un gran desarrollo. Cuando visitamos institutos y les preguntamos a los estudiantes por el EACOP, la mayoría (de ellos) repiten estas palabras.

¿Cómo sorteas estos obstáculos?
 

He asistido a algunas formaciones de Climate Activist Defenders (Activistas Defensores del Medio Ambiente) que enseñan a activistas a protegerse. En mi país, por ejemplo, no participo en las protestas callejeras porque no está permitido. Sé que supone una contradicción con mi labor como activista, pero no participo porque, al fin y al cabo, si te arrestan por manifestarte en frente del Parlamento, ¿quién te va a rescatar? Estamos en un país donde ni los medios pueden difundir algo así. ¿Quién se va a enterar de que te han arrestado?

Antes has mencionado la explotación en el contexto de trabajar con gente en la comunidad europea. ¿De qué manera se puede hacer más por la justicia medioambiental?
 

Quiero que la gente del Norte global comprenda que el cambio climático no entiende de fronteras. Nos afecta a todos. Proyectos como el EACOP, que va a incrementar las emisiones de dióxido de carbono, no afectan solamente a África Oriental, sino también a todas aquellas naciones que se consideran a sí mismas “desarrolladas”. Ya es hora de que abran los ojos y apoyen a las comunidades que están en primera línea. También tienen que entender que no tenemos los mismos derechos humanos y de libertad de expresión en nuestros propios países. Así que deberían utilizar su privilegio para pedirle cuentas a las autoridades. Lo mismo podría aplicarse a los medios de comunicación occidentales.
No todo el mundo puede apoyar económicamente a las voces del Sur global, pero sí pueden respaldarlas de muchas otras formas relevantes. Lo mínimo que pueden hacer es hablar con la gente que está en primera línea, escucharla, amplificar su voz y unirse a sus luchas. Aunque yo esté aquí hablando contigo ahora mismo, hay muchos activistas como yo en África a los que no se escucha.
De igual modo, han de recordar que los países del norte global tienen una gran deuda con los países del sur global. Es el norte global el que debería pagar por las pérdidas y los daños de la crisis climática.
Antes has mencionado que a veces es peligroso llevar los asuntos medioambientales del continente a las calles. ¿Cómo es que esto sí fue posible en Kenia, durante la Cumbre Climática de África que se celebró el pasado septiembre? ¿Fue una ocasión excepcional? ¿Y por qué fue importante organizar aquella marcha de protesta?Creo que esa marcha solo salió adelante porque el presidente de Kenia la autorizó. Pero había restricciones. Aun así, supuso un avance ya que no se nos permitió manifestarnos durante la COP27 en Egipto, el anterior encuentro sobre el clima en el continente. Había muchas restricciones también: no podías vestir camisetas con eslóganes, no podías reunirte en grupos de 10 personas o más y no podías coordinarte con otras personas para llevar la misma camiseta. Fue muy extraño, sobre todo porque no había ningún motivo para establecer unas reglas tan estrictas. Así que la protesta de la Cumbre Climática de África fue todo un hito. Fue la primera manifestación en el continente en la que he participado.
Organizamos nuestro propio evento previo e hicimos nuestra propia declaración tras la cumbre. Organizamos la Cumbre de los Pueblos y la Declaración Popular, así como una mesa redonda de razonamiento energético. Estas iniciativas, encabezadas por la sociedad civil, esbozaron la visión del pueblo por una acción climática y una transición verde en África. Coincidimos en que África tiene un futuro brillante en el campo de las energías renovables y este sector debería recibir el apoyo que está recibiendo el de los combustibles fósiles. Queremos que nuestros líderes presionen para que los países ricos destinen los 100.000 millones de dólares que prometieron dar a los países más vulnerables al cambio climático. Queremos más apoyo para que la población del continente desarrolle soluciones no contaminantes y otras innovaciones. Queremos que se reconozca que África ha sido y sigue siendo explotada por motivos energéticos y que el EACOP es un ejemplo claro de ello.
Nos manifestamos en las calles porque queremos que se oigan nuestras reivindicaciones. Queríamos decirles a nuestros dirigentes en la cumbre que acaben con los combustibles fósiles en África, que no gasifiquen África. Personalmente, me habría gustado que Ruto, el presidente de Kenia, hubiera rechazado frontalmente el EACOP y los combustibles fósiles. Al fin y al cabo, la cumbre tuvo lugar en Kenia, un país miembro de la comunidad de África Oriental que además se verá directamente afectado por la EACOP. No es habitual celebrar estas cumbres en África, así que realmente era una oportunidad única para que nuestros líderes sacaran las reivindicaciones del pueblo africano a la palestra. No obstante, y por desgracia, no ocurrió así.


¿Por qué dices que no ocurrió?

 
No ocurrió porque los dirigentes implicados en la cumbre no apostaron por nuestras soluciones. Se limitaron a endulzar la realidad para los blancos. Esto nos decepcionó enormemente. La Cumbre del Clima de África resultó ser como cualquier otra cumbre. Pagué mi asistencia de mi propio bolsillo y viajé hasta Nairobi. Y creo que malgasté mi dinero.

GREEN EUROPEAN JOURNAL
Esta entrevista se realizó de forma online antes de la COP28 y fue publicada originalmente en inglés en el Green European Journal, publicada ahora en castellano en El Salto de la mano de EcoPolítica: https://www.elsaltodiario.com/green-european-journal/patience-nabukalu-explotarnos-apoyar-causa - Imagen de portada: Patience Nabukalu, en el centro de la imagen, durante una manifestación en París.

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