¿Es inocuo el uso de IA generativas sin ánimo de lucro?
No es novedad para nadie que el uso de las inteligencias artificiales es un asunto polémico y, si bien creo que puede ser útil y beneficioso para la sociedad, lo cierto es que no nos encontramos en un contexto socioeconómico que lo favorezca y no se está enfocando bien. Sin embargo, no voy a hablar de la utilidad que puedan tener en campos como la medicina, las matemáticas o muchas otras ciencias, sino de las conocidas como “Inteligencias Artificiales Generativas”. Es decir, sobre las que son más conocidas, más se usan y más daño hacen. Porque, respondiendo a la pregunta inicial: no, su uso no es inocuo por muy desinteresadamente que se haga. Y es de lo que vamos a hablar aquí.
Dante Mancini
Normalización en redes e inmediatez
Cada semana nos encontramos en redes sociales un nuevo trend que implica a las IA, ya que dan resultados inmediatos y llamativos con poco esfuerzo. Doblajes, ilustraciones “tipo Pixar”, imitaciones de orlas estadounidenses o uso de voces e imagen de personas famosas, son algunas de estas tendencias.
Pero todas tienen algo en común: se hacen por las risas, por curiosidad o, en muchos casos, por ganar un poco más de reconocimiento en Internet. Y es esa motivación la que justifica su uso, pues como no hay intención de lucrarse, no hay nada que recriminar.
El problema es que sí hay mucho que recriminar y, aunque en último término, el culpable es el Capitalismo, nosotros tenemos una parte de responsabilidad a la hora de emplear ciertas herramientas dentro de este.
Un peligro medioambiental
El primer punto, y quizás el más importante a medio-largo plazo, por el que el uso de IA es un problema, es su impacto ecológico.
Muchos estudios han mostrado este problema pero, por poner un ejemplo, la Universidad de Massachusets publicó en 2019 un artículo en el que exponía que entrenar (es decir, hacer uso de) grandes IA, como puede ser ChatGPT en la actualidad, “contamina cinco veces más que un coche durante toda su vida útil, incluyendo su fabricación” en una conversación de apenas 50 interacciones, comparando las emisiones de Co2.
Estas emisiones provienen, sobre todo, de las centrales eléctricas que abastecen los servidores en los que se alojan las IA, cuyo impacto medioambiental también se mide en la ingente cantidad de agua necesaria para enfriar la maquinaria en dichos centros de datos.
Por tanto, un aumento del uso de IA y un crecimiento en el número de estas implica un incremento proporcional de esta contaminación, al menos mientras no se busquen maneras más sostenibles de mantenerlas. Algo bastante improbable si se encuentran en manos de empresas privadas que priorizan los beneficios sobre el medioambiente. Estando en un momento crítico en la lucha contra el cambio climático, todo lo que podamos hacer por frenar sus consecuencias es indispensable.
Un nuevo expolio al trabajo de la clase obrera
El siguiente punto relevante en las consecuencias de utilizar este tipo de IA es el método que utilizan para generar el contenido.
Una inteligencia artificial no tiene la capacidad de crear de cero, sino que basa todo su trabajo en absorber y reinterpretar elementos ya existentes. Esto quiere decir que todas las imágenes o textos que puede proporcionar una de estas IA no son más que un conjunto de imágenes o palabras creadas previamente por personas, pero reinterpretado y presentado de forma diferente.
Al funcionar las IA a través de la densa red de Internet, todas aquellas obras que se hallen localizadas en ella son fuentes de las que tomar elementos para la “creación” de nuevo contenido. Es decir, las inteligencias artificiales roban y copian sin consentimiento el trabajo que personas de todo el mundo han subido a Internet en algún momento. Si esto lo hiciera otro ser humano, estaríamos hablando de plagio, pero parece ser que ante las IA nos encontramos en un vacío legal.
Que sucede de esta manera ha quedado más que demostrado. Como cuando los usuarios del portal Deviantart comenzaron a usar un filtro en las imágenes que subían a la red y, al ser estas utilizadas por las IA, deformaban, manchaban y destrozaban por completo el resultado final. Este suceso se dio cuando las inteligencias artificiales estaban, sobre todo, enfocadas en generar NFT. Si bien estos ya son parte del pasado, también forman parte del entramado tecnológico al que aludo, problemático a nivel medioambiental y económico.
Otro ejemplo de la manera en que sustraen información las IA son las diversas denuncias de escritores contra ChatGPT, por utilizar parte de sus obras en los textos generados. Por este motivo, ya hay países, como Italia o Alemania, que están planteando prohibirlas o, al menos, limitar su uso por atentar contra los derechos de autor.
Y soy perfectamente consciente de que el copyright es un constructo burgués asociado a la propiedad privada. Pero mientras vivamos en una sociedad capitalista y su vulneración afecte directamente a otros trabajadores en beneficio de empresas, es nuestro deber defenderlo.
El futuro ya está aquí… y no nos gusta
Por último, y quizás el punto que mayor relevancia está alcanzando en los últimos meses, tenemos que hablar de la sustitución de empleados por IA en las empresas. Si bien parecía un problema del futuro, cada día vemos más y más casos de empresas, organizaciones e instituciones que optan por el uso de IA, ya sea de manera puntual para carteles o logotipos, o de forma recurrente e incluso definitiva, para hacer portadas, ilustraciones o sustituir departamentos enteros (atención al cliente, producción musical, arte, doblaje...). Esto se debe a que, gracias a la nula legislación y los métodos empleados por las IA, es mucho más rentable para una empresa utilizar una, aunque sea de pago, que tener a uno o varios empleados en nómina. Las empresas siempre van a anteponer el rendimiento económico a sus trabajadores y trabajadoras e, incluso, a la calidad del resultado final si consideran que el riesgo es aceptable.
Y es ahí donde entra en juego el uso masivo de IA por la población y la especialización de estas. Para que una IA mejore, es necesario entrenarla, es decir, usarla una y otra vez para que vaya perfeccionando sus métodos, aprendiendo de sus errores y optimizando sus recursos. ¿Por qué creéis que herramientas tan versátiles, potentes y útiles para las empresas actualmente son de dominio público o están a nuestro alcance por poco dinero? Porque necesitan que las entrenemos, que optimicemos su funcionamiento hasta alcanzar resultados que tengan el visto bueno de las empresas antes de sustituir por ellas a sus trabajadores.
En el último año hemos presenciado una increíble evolución en los resultados de estas inteligencias artificiales, y no se debe únicamente a las mejoras tecnológicas sino también a la especialización fruto del uso masivo de las mismas. Y no es casualidad que justo ahora se esté empezando a normalizar tanto su uso a nivel comercial: ya están obteniendo los resultados que querían. En el momento en que ya no les haga falta este tipo de entrenamiento, privatizarán todas las IA y la clase trabajadora se encontrará sin la tecnología. De hecho, esta tecnología la habrá sustituido en muchos de sus puestos de trabajo. No es tecnofobia, es capitalismo.
No somos impotentes, tenemos responsabilidad
Dicho todo esto, la pregunta que debemos hacernos es sencilla: ¿los beneficios que me aporta usar esta IA superan a todos los inconvenientes que tiene que la use? Ya os respondo yo: no, nunca.
La mayor parte del uso que se les da es lúdico, enfocado al consumo en redes y a buscar más interacciones en las mismas. El resto del uso es intrusivo: empresas e instituciones utilizando IA para sustituir el trabajo humano y ahorrar dinero, precarizando aún más a la clase obrera.
En el segundo caso no tenemos influencia directa; en el primero sí. Porque es completamente prescindible y no hay ninguna justificación de peso para utilizarlas.
Está en nuestra mano parar esta deriva que no va a reportarnos ningún beneficio, ni como individuos ni como clase. No nos engañemos pensando que no tiene relevancia que nosotros usemos o no inteligencias artificiales; no seamos autocomplacientes diciendo que la única responsabilidad la tienen las empresas. Esto también es lucha de clases, también es emancipación. Y si algún día vivimos para ver cómo todo el sistema capitalista es destruido, podremos entonces explorar métodos sostenibles para beneficiarnos de esta tecnología. Hasta entonces, no le hagamos el trabajo sucio a la burguesía.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/uso-ia-generativas-animo-lucro