Prólogo del Libro “21 horas: Una semana laboral más corta para prosperar en el siglo XXI”
florentmarcellesi.wordpress.com
«El verdadero producto del proceso [económico] es un flujo inmaterial: el placer de la vida» Nicholas Georgescu-Roegen (1971)
El discurso dominante de las élites políticas y económicas no deja lugar a dudas durante esta crisis. Para alimentar el crecimiento económico continuo y la promesa del pleno empleo, trabajar más (y consumir más) es un deber patriótico de la ciudadanía moderna. A la conquista del poder presidencial francés en 2007, Nicolas Sarkozy proclamaba que era prioritario “trabajar más para ganar más”. Mientras tanto, Mariano Rajoy no quiso parecer menos en su carrera a la Moncloa y, en una entrevista de marzo 2011, inauguró un desacomplejado “trabajar más y ganar menos”. Una vez en el poder, puso en marcha su plan y aumentó por ejemplo la jornada laboral del funcionariado a 37.5 horas con una congelación salarial. Al mismo tiempo, la patronal española salió a la palestra con su propuesta de “mini-jobs”, puerta abierta no a una reducción de la jornada laboral para vivir mejor con menos, sino a un aumento de las personas trabajadoras pobres. No muy lejos, Portugal ha decidido también aumentar en media hora al día la jornada laboral en su sector privado y todos los países de Europa han apostado por aumentar la edad de jubilación.
Ante esta medidas que solo profundizan aún más la crisis social y ecológica, es necesario revisar nuestra forma de entender el trabajo y las actividades humanas: existen otros fines distintos del crecimiento y el ser humano tiene otros medios de expresarse además de la producción o el consumo. Las actividades domésticas, voluntarias, artísticas, asociativas, etc., a pesar de no ser siempre reconocidas, son fuentes de riqueza. En segundo lugar, hay que revisar las políticas de la renta para apostar decididamente por la justicia social y por la liberación de las nuevas fuerzas productivas. Para ello, es importante avanzar hacia una nueva redistribución del tiempo y, en este camino, apostar de forma decidida por la reducción de la jornada laboral. Ninguna de estas tres propuestas es suficiente por sí sola, pero cada una representa un paso hacia una transformación socio-ecológica de la economía donde el buen vivir cuente más que el poder adquisitivo.
En este marco, la refrescante propuesta de la new economics foundation (nef) y su adaptación al castellano por Ecopolítica es un ejercicio imprescindible para salir del pensamiento único. Plantear una semana laboral de 21 horas es tomar a contrapié las propuestas de reformas laborales y de jubilación que nos empujan a trabajar y consumir cada vez más, como si el paro, la desigualdad o el agotamiento de los recursos naturales no estuvieran relacionados. Plantear una semana laboral de 21 horas no es solo un ejercicio de prospectiva: es también un ejercicio de realidad. Permite pensar en una nueva economía, baja en carbono y en la que nuestra huella ecológica se reduce de forma drástica. Este es el tipo de propuestas que nos permite soñar con una sociedad más justa, que favorezca la autonomía de las personas y que preserve su medio ambiente; este es el tipo de propuestas que implica cambios ambiciosos, adaptados al contexto del siglo XXI.
Desde la nef y Ecopolítica, esperamos que con este pequeño opus estimulemos la reflexión y podamos profundizar en el necesario cambio sistémico que la justicia social y ambiental reclaman.
Prólogo a la nueva edición española del libro “21 horas: Una semana laboral más corta para prosperar en el siglo XXI”, por nef y Ecopolítica (Icaria Asaco, 2012).
ILustraciones: decrecimiento.info