Japón: Las complicaciones en la central nuclear de Fukushima
Pedro Blas García (PL)
Las complicaciones generadas por la crisis nuclear a raíz del sismo y posterior tsunami del 11 de marzo de 2011, sobrepasan el ámbito japonés y se extienden como creciente preocupación por todo el mundo.
A un año de esos dramáticos sucesos, los sueños de "gran potencia económica" parecen desvanecerse, tal y como argumenta el profesor de la Universidad Meiji de Tokio, Kojin Karatani.
"Sin el reciente terremoto",afirmó Karatani, esa idea es insostenible junto a la realidad ahora percibida en todas sus consecuencias, de la inestabilidad política del Japón, con seis primeros ministros en los últimos cinco años.
La falta de previsión y de preparación, la carencia de informes fiables sobre la seguridad nuclear y la incertidumbre de lo que ocurría, fueron reconocidas por el exprimer ministro, Naoto Kan, quien renunció a los pocos meses del desastre.
En el tributo a las casi 20 mil víctimas de la tragedia, incluso el emperador Akihito y el actual jefe de Gobierno, Noshihiro Noda, admitieron la difícil y enorme tarea de la reconstrucción y recibieron la crítica de miles de manifestantes en todo el país.
Cada uno de los mítines reiteró la desconfianza en la dirección política de la nación, la tardanza en ejecutar las tareas reconstructivas y el trauma creciente que persiste en más de 300 mil evacuados aún sin reubicar.
Crecen las complicaciones
Una y otra vez se revelan nuevas inexactitudes que complican la adopción de líneas de trabajo efectivas para eliminar las consecuencias y que han llevado a decretar el cierre operativo de 54 de las 56 instalaciones nucleares, entre otras medidas.
Las críticas, extendidas internacionalmente, incluyen temas como que el Gobierno japonés tardó en reconocer la gravedad de la situación, ignoró indicaciones de los organismos mundiales sobre el caso y no logró coordinar esfuerzos en ese sentido.
En Japón se minimizaron los niveles de contaminación reales y se actuó en correspondencia con los intereses de la poderosa burocracia corporativa, dominante de la economía de la nación por encima de cualquier decisión netamente política.
Los más recientes chequeos han demostrado niveles superiores de temperatura en dos reactores de Fukushima y se mantiene la zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de la planta, de donde se evacuaron 80 mil pobladores.
Hoy en día, las autoridades niponas, desconociendo la inquietud popular y el criterio de numerosas organizaciones medioambientalistas y sociales, continúan la tardía aplicación de medidas y pretenden disminuir las complicaciones de un desastre único en la historia.
Ilustracion: www.informador.com.mx
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Alberto Ampuero (especial para ARGENPRESS.info)
A un año del tsunami que causó el desastre nuclear de Fukushima desencadenando la peor crisis nuclear que ha sufrido el mundo desde Chernóbil, en 1986; hoy constatamos que no todo el mundo ha extraído alguna enseñanza de Fukushima. Lo peor es que la alarma generada por el accidente nipón no haya frenado completamente la expansión o renacimiento de la industria atómica de algunos países.
Estados Unidos, por ejemplo, se apresta a introducir la energía nuclear en la opinión pública por la fuerza, a pesar de los inmensos riesgos económicos y ambientales que implica.
El gobierno autorizó el pasado 9 de febrero, por primera vez en más de treinta años, la construcción de sus dos primeros reactores en la central nuclear Vogtle en Waynesboro, Georgia.
En su vista a las obras, el secretario de Energía de Estados Unidos, Steven Chu, declaró: "La energía nuclear juega un papel importante en la cesta energética de Estados Unidos. Con más de 100 reactores nucleares en operación, la energía nuclear produce un 20% de la electricidad del país (...) El papel de la energía nuclear con fines pacíficos crece en el mundo al afrontar el cambio climático y la creciente demanda de energía".
La energía nuclear en Estados Unidos recibió un golpe de gracia con la fusión parcial del núcleo del reactor de la central de Three Mile Island en Pensilvania en 1979, que causó que los costes de construcción de las centrales se disparase y se paralizasen los proyectos abiertos para construir nuevas centrales.
En su campaña presidencial de 2008 Barack Obama prometió que la energía nuclear seguiría siendo parte de la “combinación energética” de Estados Unidos. Amy Goodman señaló que su principal asesor, David Axelrod, había sido consultor de la empresa energética de Illinois ComEd, empresa subsidiaria de Exelon, una de las principales generadoras de energía nuclear. El ex jefe de Gabinete de Obama, Rahm Emanuel, desempeñó un papel fundamental en la creación de Exelon. En los últimos cuatro años, los ejecutivos y empleados de Exelon aportaron más de 244.000 dólares a la campaña de Obama, sin contar aportes más pequeños a Comités de acción política (PAC, por sus siglas en inglés) o aportes directos de la empresa a los nuevos y cuestionados “súper PAC”.
Mientras muchos lamentan que Obama haya roto promesas importantes de su campaña (como cerrar Guantánamo o no aceptar dinero de los súper PAC), el Presidente está cumpliendo la promesa de promover la energía nuclear, afirmó Goodman
Por este motivo varios grupos presentaron una demanda contra la Comisión Reguladora de Energía Nuclear el mes pasado. La Comisión otorgó la aprobación a la empresa Southern Company para la construcción de los nuevos reactores en la planta de Vogtle a pesar de que el presidente de ese organismo, Gregory Jaczko, votó en contra. Jaczko se opuso al otorgamiento de la licencia por falta de garantías para aplicar las recomendaciones realizadas tras el desastre en Japón.
"No puedo apoyar otorgar esta autorización como si Fukushima no hubiese ocurrido jamás", se defendió.
Al margen de los factores de seguridad y de opinión pública, hay aspectos económicos que también hay que examinar partiendo de una cuestión fundamental: cuánto dinero hace falta y quién lo pondría.
Se sabe que en los países que habían apostado hasta la fecha por la energía nuclear la decisión había sido financiada, de un modo u otro, por el Estado, ya que los inversores privados simplemente no quieren tocar el tema nuclear
En Estados Unidos pasa lo mismo. Stephen Smith, director ejecutivo de la Alianza del Sur para la Energía Limpia, explicó que “La energía nuclear no sería viable si no fuera por todas las subvenciones y el financiamiento que tiene y el gobierno federal desempeña un papel fundamental en ello”
Los dos reactores que la empresa Southern Company van a construir son del modelo Toshiba AP1000 y tienen un coste estimado de 14,000 millones de dólares. Le han pedido garantías de préstamo al gobierno para que apoye su proyecto
La Admnistración Obama ha defendido la energía nuclear y ha apoyado este proyecto con 8,300 millones de dólares en garantías de préstamo a la empresa Southern Company, la mayor productora de energía del sureste del país, para la construcción de los reactores en la central nuclear Vogtle.. ..¡y no han revelado las condiciones de esa garantía de préstamo!. Aunque habrá que decir con honradez que el dinero saldría de los impuestos, es decir, de todos los ciudadanos.
Eso no es todo. Los dos reactores nucleares que construye Estados Unidos y los dos que está a punto de aprobar irán a Estados del sur del país con un mercado regulado. Es decir, que la Westinghouse Eléctrica (propiedad de la multinacional japonesa Toshiba) que los opera, tiene garantizada la retribución de cada kilovatio hora que produzca
Mercado puro para los beneficios y mucha ayuda pública para la inversión: ésta es la ecuación.
Alberto Ampuero es periodista de Riverside, California.