El debate minero y el peligro de confundir




Norberto Costa - Elizabeth Ávila (Movida Ambiental Santiago del Estero)

Días pasados, el diario “Página 12” publicó un artículo escrito por la socióloga Norma Giarraca, cuyo título es “El debate minero y los peligros actuales” (http://www. pagina12.com.ar/diario/elpais/ 1-189395-2012-03-12.html).

Si no fuera porque venimos participando desde hace varios años en asambleas socioambientales y en los encuentros y actividades de la UAC (Unión de Asambleas Ciudadanas) nos sentiríamos muy confundidos al leer dicho artículo.

Y justamente ése es el problema de dicho artículo: el riesgo de confundir a los lectores que aún no se han formado opinión sobre el tema de la megaminería y la lucha de las asambleas.

Plantear desde ese medio masivo la idea de que las asambleas y vecinos autoconvocados son “aliadas” del grupo Clarín es tendencioso y contribuye a confundir a la opinión pública, y favorece las argumentaciones del gobierno sobre “hacerle el juego a la derecha”.

Dicho artículo cae en varios gruesos errores de apreciación:

1. Es temerario e inexacto afirmar que “los movimientos necesitan de terceros aliados” para enfrentar el modelo extractivo. Afirmar esto es subestimar las capacidades y saberes de los vecinos autoconvocados y las asambleas, y constituye un acto discriminatorio planteado desde una supuesta “intelectualidad”. Los vecinos se han agrupado y organizado para enfrentar a los poderosos en una lucha sumamente desigual y lo han hecho con la convicción de defender la vida, la salud, el agua y los territorios. En ningún caso han tenido “aliados” a los medios para mantener sus luchas, que en algunos casos llevan más de 10 años.

2. La principal disputa no es con las corporaciones económicas transnacionales sino con los funcionarios que ocupan los poderes del estado. Desde la figura presidencial se viene avanzando con soberbia sobre las voluntades de los habitantes de las regiones a “sacrificar” y se manifiesta impúdicamente a favor de sus “aliados”, las corporaciones transnacionales . No son casuales ni inocentes los encuentros con Peter Munk, Blaquier, Grobocopatel o ir a “tocar la campana” en Wall Street, son señales unívocas de determinación política, más allá de los discursos oficiales. El esquema se reproduce en los gobiernos provinciales y municipales, con las honrosas excepciones de algunos legisladores e intendentes que han decidido ponerse del lado de sus representados, o sea el pueblo.

3. Asegura la socióloga que las asambleas “siempre han buscado alianzas con terceros” demostrando un total desconocimiento de las luchas o una trasnochada interpretación de la realidad. Las asambleas no buscan aliados sino que resisten, se movilizan y gritan a los cuatro vientos sus demandas. Muy pocos medios se han hecho eco de los reclamos y casi siempre han sido medios alternativos. Algunas veces los medios masivos cubrieron de manera parcial y sin continuidad ni profundidad las demandas de las asambleas. Esto no los convierte en “aliados” ni tácticos ni estratégicos de los ciudadanos. Según su razonamiento, si en “6, 7,8” hubieran dado espacio a las luchas en contra de la megaminería, las asambleas serían oficialistas.

4. Las asambleas tienen bien en claro qué significa el grupo Clarín. Pero también tienen en claro lo que significan los medios oficiales, los medios oficialistas y los medios controlados por los dineros (de todos nosotros) que dispensan el gobierno nacional y los provinciales, que salvo por algunos periodistas comprometidos, sistemáticamente le niegan el espacio a la voz de las asambleas. También saben cuáles medios son condicionados por los dineros de las mineras transnacionales o de los agronegocios.

5. Que el grupo Clarín aproveche para su disputa de poder contra el gobierno nacional la difusión de los levantamientos populares contra la megaminería no engaña a las asambleas ni a los vecinos autoconvocados. Todos sabemos cuáles son sus intereses, pero también recordamos que hasta hace pocos años el ex funcionario de Néstor Kirchner, Alberto Fernández se reunía semanalmente con el CEO de Clarín, Héctor Magneto, para pautar las tapas de las publicaciones del multimedio. Claro que en ese momento estos “terceros” eran “aliados” de este gobierno nacional y popular y se beneficiaban de las pautas de publicidad oficial y de los permisos del gobierno para controlar monopólicamente el sistema de cable en Buenos Aires.

6. Monsanto, Barrick, Ledesma y el grupo Clarín, entre otros deberían ser condenados por el daño que causan y causaron, pero también deben ser condenados los gobernantes que son “aliados” de estos grupos y que son justamente los que ordenan las represiones para defender el “modelo agro-minero” que se pretende imponer.

7. Norma Giarraca, se refiere a los “actores del campo estatal y sus terceros aliados” como si éstos estuvieran “confundidos” sobre el problema minero, al “cerrar filas” defendiendo el “modelo minero”, desvalorizando a los pueblos en resistencia, por no hacerle el juego a la “corpo”. Nada está más alejado de la realidad –y Giarraca no puede desconocerlo–, pues los “actores del campo estatal” son quienes “cerraron filas” hace mucho tiempo, abriendo las puertas a las mineras, legislando a favor de ellas, viajando a Canadá para ofrecer nuestros territorios a las corporaciones mineras y ejerciendo una encendida y apasionada defensa del saqueo megaminero, como lo está haciendo públicamente Cristina Kirchner en sus presentaciones por cadena oficial.

Sra. Giarraca, si su intención fue ayudar a las asambleas con este artículo, le pedimos que ya no nos ayude. Sus conceptos son nefastos y no necesitamos sus “consejos” para comprender nuestras luchas y cómo las llevamos adelante.

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