Patagonia Chilena: La rabia de Aysén




Por: Juan Pablo Orrego

La rabia de Aysén, de muchos y muchas en Chile y en el mundo, cabalga en el agitado lomo de nuestra historia, tanto de la remota, como de la contemporánea. Son muchos elementos, inercias y resacas, períodos de violencia, y escasos remansos de calma. La influencia de la historia más antigua es mayor a lo que asumimos, porque los eventos más recientes tienden a 'robarse la película'.

Lo inmediato se ve como la cresta de la ola a punto de caernos encima, o que ya nos atrapó en su vorágine.La rabia que gruñe hoy a través de la humanidad tiene que ver con un elemento tan antiguo quizás como ella misma, pero de una vigencia sorprendente.
Se trata del imperialismo y el colonialismo. De los 'descubrimientos', por parte de habitantes de 'viejos mundos', de mundos nuevos para ser colonizados y despojados de sus riquezas y recursos naturales, y de su utilización de mano de obra local, esclava o barata, para lograrlo. En nuestro país la política y la lógica colonial española fueron implacables.
El objetivo número uno era encontrar oro para la madre patria. A cualquier costo.Esta es la narrativa central y universal. Y después del oro, todo lo materialmente valioso que pudiera seguirle en la lista. En este proceso, además, entre ferocidad y nostalgia, consciente o inconscientemente, se erradicaba lo originario, tanto los pueblos como los ecosistemas. Lo que ha sido denominado eco-imperialismo.
Recrear el mundo que traían a cuestas en el nuevo mundo. Así vemos la violencia inusitada desatada contra las poblaciones autóctonas, la letal combinación de cruz y espada.
Afortunadamente los pueblos arraigados son de la Tierra misma, y gracias a ello mucho sobrevivió, pero entre el etnocidio, que incluye la cultura en sus múltiples expresiones, y el genocidio, lo perdido también ha sido mucho más de lo que asumimos. Luego está la erradicación y la transformación de ecosistemas.
Arrasar lo originario y recrear un pedazo de Europa. Álamos, sauces, aromos, vacas, ovejas, cabras, trigo, vides, frutales... ahora pinos y eucaliptus. Todas benditas especies, generosas, sabrosas, nutritivas, creadas por la madre naturaleza. La brutalidad y la ceguera están en la sustitución, en negar, y mirar absolutamente en menos el valor de lo existente.
El colonizador, al no encontrar una terra nullius para la instalación de su mundo originario, sino tierras pletóricas de cultura y vida propias, simplemente buscó anularlas a sangre y fuego.
En nuestro país esta impronta está viva: seguimos pegados en la fase extractivista primaria colonial, con las exportaciones de concentrado de cobre, harina de pescado, astillas de pino y eucaliptos, y pulpa de celulosa. Curiosamente, todas estas actividades, a gran escala e intensidad, son destructivas, y tienden a arrasar lo que va quedando, son la continuidad de la huella de la conquista.
Y ahora, empresas europeas nos venden el agua, la electricidad, la telefonía, el permiso de circular por nuestras carreteras a precios exorbitantes. Parece un chiste cruel ¿o no? O sea, claramente neo-colonialismo, o reconquista, o sorprendente continuismo, con una fase intermedia con gran presencia norteamericana, pero, después de todo, de una colonia de Inglaterra, es decir, nada distinto. Aysén es totalmente emblemático de todo esto.
En el norte los ingleses lideraron la explotación del salitre, y su valioso nitrógeno. En el extremo sur, ellos mismos, y criollos extranjerizados, persiguen, tanto la extinción de los extraordinarios pueblos indígenas, como la retirada de los extraordinarios bosques australes, para despejar el ambiente para la ganadería ovina extensiva e intensiva.Con los primeros, casi lo logran, y de los segundos arden 4 millones de hectáreas.
Después, el control remoto, entre la ignorancia y la indiferencia, desde Santiago y la salmonicultura excesiva, la pesca de arrastre, Alumysa, HidroAysén, Rio Cuervo. Noruegos, canadienses, italianos, suizos... Da rabia. No se trata de fomentar el odio, sino de entender las causas del creciente malestar que nos está invadiendo. Puede ayudarnos a cambiar el curso de la historia hacia un horizonte más luminoso.

Fotografia publicadas en FMC - www.theclinic.cl - http://www.noticiasdelarebelion.info/index.php- 
Columna publicada en diarios El Divisadero, La Nación y en radio Cooperativa.
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Conflicto: No se alarme si existe, preocúpese si no hay solución
El conflicto social tiende generalmente a percibirse con recelo, con temor, con preocupación por parte de la sociedad política en la que acontece. Esto, sin duda, es comprensible si se evalúan las externalidades negativas que un conflicto social genera cuando estalla (desorden público, manifestaciones, enfrentamiento verbal y físico entre ciudadanos y fuerza pública, entre otras externalidades).
No parece descabellado que en una primera instancia, tienda a existir reticencia a que en una determinada sociedad política ocurran conflictos sociales.
Sin embargo debemos tener en cuenta que en un sistema político como la democracia, la existencia del conflicto no constituye un problema; es más, constituye el pilar fundamental para su existencia. ¿Qué pasaría si en una sociedad no existiera el conflicto? Simple, no habría necesidad de una organización política, y menos de crear un sistema democrático.
La democracia se constituye entonces como un método para la resolución de los conflictos que ocurren dentro de una sociedad política. Siguiendo esa lógica, como ciudadanos no debemos preocuparnos por la existencia de conflictos, sino que nos debe preocupar fuertemente que estos conflictos no se solucionen. Si un conflicto social no tiene solución, a priori se puede afirmar que la democracia no está cumpliendo su labor primaria.
Un conflicto no se manifiesta siempre en la calle o a través de desórdenes públicos. Por ejemplo, cuando usted tiene algún problema en un tienda, generalmente:
1º Buscará los canales tradicionales para solucionar el problema. En primer lugar se acercará a la tienda a buscar una solución, estampará un reclamo en el libro correspondiente, y en caso que no sea exitosa la gestión buscará hablar con el jefe de la tienda.
2º Si no tiene solución terminará por explotar, probablemente amenzará con llamar a la televisión, tratará de forma dura a los trabajadores y jefes de la tienda. Exigirá con enojo la presencia en el acto del Gerente. El conflicto ha estallado.
3º Muy probablemente un Gerente de la tienda será informado de la situación y luego de ver que los trabajadores no han podido solucionar el problema ni los guardias han podido tranquilizarle como cliente, entonces el gerente se acercará a conversar con usted y negociarán una salida al problema. Se obtendrá entonces una solución.
En una sociedad política, el conflicto recorre un proceso (que se ha simplificado para este texto) parecido,  en el cual:
1º Se demanda a las autoridades correspondientes la búsqueda de una solución “y” a un problema “x”. El conflicto nace.
2º En caso de no encontrar respuestas que busquen solucionar el problema “x” los demandantes se salen de los canales institucionales de comunicación. El conflicto estalla y se hace visible para el resto de la sociedad política (manifestación en las calles fundamentalmente pidiendo la aparición de autoridades superiores).
3º Finalmente autoridades superiores de la sociedad política observan el estallido del conflicto y lo asumen como tarea propia. En ese momento el conflicto vuelve a entrar a los canales institucionales y se produce una negociación para una salida al conflicto. Se genera una solución (que puede ser la solución “y” o bien otra solución alternativa que satisfaga a ambas partes) a la demanda “x” que busque finalizar el conflicto, o bien quitarle presión a éste para buscar soluciones en el tiempo.
El proceso que vive un conflicto resulta fácil de entender, sin embargo cada conflicto tiene características propias que hacen que alguno de los puntos anteriores se extienda por mayor tiempo. Esto ocurre generalmente por intransigencia de una o ambas partes involucradas, o sea, de quien realiza la demanda (ciudadanía, sociedad civil, organizaciones), y quien debe responder a esa demanda (autoridades públicas).
La invitación es entonces a no temer a la existencia de conflicto, sino que a preocuparse si estos conflictos se extienden en el tiempo, estallando y sin capacidad de volver a los canales institucionales. La democracia para estos casos, no estaría haciendo su tarea.
Alvaro Jorquera Mora
Fuente: El Ciudadano.cl

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