La novena R: Resistir
Resistir ante la era de los tecnócratas y de los bomberos pirómanos. En Europa, lo primero ha sido la llegada atronadora de la “Goldman sachs connection”
POR: POR FLORENT MARCELLESI, MIEMBRO DE LA COMISIÓN GESTORA DE EQUO
La ecología tiene tres erres: Reciclar, Reutilizar y Reducir. El decrecimiento le añade cinco más: Reevaluar, Reconceptualizar, Reestructurar, Redistribuir y Relocalizar. Ante la ola sin precedentes de austeridad e insostenibilidad que recorren España y Europa, es hora de activar la número nueve: Resistir.
Resistir ante la era de los tecnócratas y de los bomberos pirómanos. En Europa, lo primero ha sido la llegada atronadora de la “Goldman sachs connection”, estos hombres con corbata que, de forma más o menos directa, han participado a la mayor crisis económica desde 1930. Puros productos del mundo de la banca y de las finanzas, sin importarles los evidentes conflictos de intereses entre su actividad anterior y sus nuevas responsabilidades, han tomado las riendas de un mundo supuestamente demasiado complejo como para dejarlo en mano de la res publica.
No está de más recordar una vez más que Mario Draghi, hoy presidente del Banco Central Europeo fue vicepresidente de Goldman Sachs para Europa entre 2002 y 2005, mientras que Mario Monti, el nuevo mandatario al frente del Gobierno italiano, había sido desde 2005 asesor internacional de Goldman Sachs. Por su parte, Lukas Papadimos, hoy primer ministro de Grecia, nunca fue empleado directo de la multinacional financiera: ‘solo’ fue gobernador del Banco Central de Grecia entre 1994 y 2002 cuando el Gobierno griego, ayudado por Goldman Sachs, manipuló sus cuentas públicas para poder entrar en la zona euro. Afortunadamente en España, como somos diferentes, hemos preferido otra guinda para el pastel: la de Lehman Brothers. De Guindos, el flamante ministro de economía, llevaba en España y Portugal la entidad financiera cuando, en 2008, quebró arrasada por las hipotecas subprime. Desde luego, todos estos tecnócratas conocen los entresijos que hoy llevan a cada vez más gente -los numerosos desahuciados lo saben bien- a escoger el banco más famoso de España: el del parque. Hoy nos gobiernan los responsables de la crisis; sin embargo son ellos quienes por sus deudas económicas y ecológicas tendrían que sentarse en otro banquillo, el del juzgado.
Resistir ante las políticas que atentan contra la justicia social y ambiental. Estas líneas se quedan cortas para resumir el atropello contra la democracia, la solidaridad y la naturaleza que la mayoría de los gobiernos europeos están cometiendo. Como dijo Cohn-Bendit, en calidad de copresidente del Grupo Verde en el Parlamento europeo refiriéndose a Grecia: “No pueden reformar a un pueblo contra su voluntad y con humillación”. En España de forma muy similar, nos ha tocado una reforma-rodillo laboral, sin ningún tipo de diálogo social en la era de los trabajadores-kleenex, así como propuestas de “mal ambiente”: la reintroducción del ladrillo-rey en las costas, el fin de las primas a las energías renovables o la prórroga de la vida de la central de Garoña (hermana tecnológica de la de Fukushima). Además de hipotecar el futuro de las generaciones venideras, esta dinámica tiene unos costes y riesgos inconmensurables: por un lado, aumenta la violencia como válvula de escape ante la indignación y, por otro lado, aumenta la represión como válvula de control e imposición. Con un claro ganador, como después del gran crisis de 1930: la extrema-derecha bajo todas sus formas, que recoge el odio sembrado y se nutre del repliegue identitario. Si le sumamos a este círculo vicioso la profunda crisis ecológica que subyace bajo la crisis económica y productiva, se acerca peligrosamente lo que André Gorz denominaba el ‘ecofascismo’ como salida posible -pero en ningún caso deseable- al callejón de la injusticia social y del despilfarro ecológico.
Resistir, construyendo y enredando alternativas. No existe fatalidad en el devenir de las sociedades humanas y tenemos en nuestras manos la capacidad de proponer otras vías ante esta regresión civilizatoria. Es cierto que no será fácil alcanzar una transformación social, ecológica y democrática de la sociedad pero la meta es imperiosa: garantizar nuestra supervivencia civilizada y pacífica. De hecho, al igual que el capitalismo convivió siglos y de forma minoritaria en las brechas del mundo feudal, ya convivimos dentro del sistema capitalista -y a menudo sin darnos cuenta- con las semillas de la sociedad justa y sostenible de mañana. Ya sea en Islandia o aquí en las redes de decrecimiento, ciudades en transición, cooperativa integral, grupos de consumo, economía social, solidaria y del cuidado, crianza con apego, autogestión, monedas alternativas, bancos del tiempo, huertos urbanos, software libre, ecoaldeas, 15-M, educación horizontal, acción no violenta, banca ética, etc, existen miles de colectivos y personas que de forma propositiva y creativa ya imaginan y ponen en práctica el futuro. Por esta razón, va a ser necesaria la resistencia constructiva sin anteojeras: ningún movimiento social, sindical o político, ni ninguna de sus ideologías subyacentes, posee por sí solo la verdad absoluta y total. Necesitamos enredarnos como neuronas complementarias dentro de una sociedad que pugna por la “democracia de lo común” es decir que favorece los bienes comunes, la lógica cooperativa y la capacidad de compartir. Cogiendo fuerzas rebeldes de la novena erre, la inteligencia común es la herramienta idónea para repensar y reciclar un mundo donde seamos capaces de ser felices como seres humanos autónomos, de forma democrática y solidaria, y dentro de los límites físicos del Planeta.
En idioma Eton, en Camerún, la palabra “desarrollo” se traduce por “el sueño del blanco”. Desde luego, este sueño occidental se ha convertido en pesadilla. Con los ojos abiertos y conscientes de nuestro poder de transformación, resistamos pues y construyamos una nueva esperanza.