Estructuras de pecado




Decresita

Las personas estamos ‘insertas’ en un ‘mundo’ de mediaciones e instituciones (familia, profesión, ciudad, economía, Estado, cultura, religión…); la comunidad humana es algo más que la suma de personas, existen las ‘estructuras de convivencia’; La humanidad está inscrita en un orden (sexual, social, lingüístico, religioso, moral, económico, arquitectónico, laboral, científico, político, jurídico, militar…).

Cuando estas estructuras responden a la voluntad de un esfuerzo organizado para favorecer o defender a un grupo, con unos determinados intereses, en detrimento de otros, y para ello se basan en la explotación y en la injusticia; cuando ‘cristalizan’ los egoísmos individuales en estructuras permanente y dejan sentir su capacidad de poder y opresión; estaríamos hablando entonces de ‘estructuras opresoras’, ‘estructuras de dominación’ o ‘estructuras de pecado’.

Estas ‘estructuras de pecado’ impiden desplegar en toda su amplitud las facultades de las personas o de los pueblos, manifestándose en diversas formas de opresión, explotación, exclusión, marginación, carencia de poder, violencia y desarraigo social, imposibilitando a dar sentido a la existencia.

Las ‘estructuras de dominación’ configuran el comportamiento de las personas en función de la posición que ocupan en la jerarquía social. Se selecciona de esta manera a hombres y mujeres para ser funcionales a las clases dominantes.

En este proceso histórico, estas estructuras se inscriben dentro del sentido que una sociedad se presenta a las personas que la forman, son coherentes con la forma de vivir, estos  se articulan entre sí, no pudiendo tratarse como variables independientes, sino que la opresión de cada relación está inscrita en las otras –es constituida por y es constitutiva de las otras-.

Así, podemos distinguir algunas estructuras de pecado presentes en nuestra sociedad:

Heteropatriarcal.  Basada en la superioridad de los varones sobre las mujeres y presentando como pecaminosas las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.

Racista. Presenta la raza como un valor al que deben subordinarse el resto de las etnias o razas con las que se convive.

Clasista. Orden por el cual las clases más pudientes, disfrutan de un mayor rango social que las clases populares. La propiedad como símbolo de poder.

Colonialista. Se expone la historia universal como una forma de progreso, que presenta como punto culminante la victoria de Occidente. Sirve como coartada para la rapiña de recursos sobre los pueblos colonizados.

Urbana. Se exhibe lo urbano como lo civilizado en detrimento de  lo rural.

Científica. Se denuncian otro tipo de sabidurías como inferiores, o incluso peligrosas.

Edadismo. Lo joven como estado vital superior, la velocidad como un estado óptimo, la vejez como enfermedad y falta de vitalidad, la muerte se esconde, sólo aflora como espectáculo.

Adultismo.  Los niños como objeto de amaestramiento y domesticación, exhibidos como adultos en pequeño sin respetar la infancia.

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