La muerte de la privacidad que nunca tuvimos
Por Fernando Buen Abad Domínguez
Los patrones no respetan “privacidades”. No se trata de una “novedad” de ocasión ni de un “descubrimiento” de temporada… el espionaje es manía añeja que se cultiva desde que existe la dominación de una clase sobre otras. En sociedades divididas en clases no hay poder que sobreviva si no puede saber qué piensa, qué hace o qué planean sus esclavos. En la Historia que conocemos, hasta hoy, no ha habido “poder” que subsistiera sin el uso extorsivo y represivo de toda información sobre quiénes son sus sepultureros y en qué fechas planean sus exequias. Esa información es vital y, por eso, se hace lo indecible para conseguirla, atesorarla y usarla como arma de guerra económica, ideológica y política. No hay miramientos ni con los “secretos bancarios”. No es lo mismo espiar que expiar.
Sea por la vía de la tortura, sea por la del “confesionario” o sea por la vía de los “estudios de mercado”… los “poderes” hegemónicos han ejercitado siempre el espionaje y el saqueo de la información sobre la vida de personas y organizaciones, como estrategia de “inteligencia” para hacer sobrevivir todas las argucias de la explotación y el hurto de recursos naturales o de materia prima. Lo que comes y lo que defecas, lo que hablas y lo que silencias, lo que anhelas y lo que ni te importa… todo es susceptible de espionaje cuando se quiere a las personas sometidas a caprichos y necesidades de la clase dominante. Especialmente cuando de lo que se trata es de que trabajemos, hasta deslomarnos, para que ellos vivan como reyes. Cada dato que proveemos al clero, al Estado, a las empresas… es “maná” para las tropelías esclavistas. Fechas de nacimiento, años en las escuelas, preferencias culinarias, monto de los ingresos y de los egresos… caldo potente con información esclavizante. ¿Te gusta cómo se vive?, ¿Qué propones?, ¿De qué dispones? ¿A qué te opones?... Cueste lo que cueste habrá siempre jaurías hambrientas de esa información “inocente” que uno produce. Como en las “redes sociales”. Detrás hay grandes negocios y el capitalismo, que se convirtió en maestro del espionaje en tiempo real, puso a uno de sus sirvientes mayores a dirigir la causa negra del espionaje desde la Casa Blanca. Sonría “nos están filmando”. ¿Es esa una novedad?
De nada sirve espiar si donde se saquea información no se planta un dispositivo de guerra que mejore el espionaje, siembre confusiones, descarrile las conductas y mejore la rentabilidad de los negocios. Todo junto o en partes. El capitalismo aprendió, rapidito, que “conseguir información” de nada sirve si no se tienen los mecanismos para ponerla a trabajar al servicio de las mercancías y para resolver los problemas de sus crisis de sobre-producción. No se trata de espiar por el espionaje mismo, se trata de espiar para comerciar, por todos los medios y los modos, habidos y por haber, sean estos faranduleros o bélicos. Hay que desocupar las bodegas y habilitar mercados, cueste lo que cueste. Total, lo pagarán los pueblos. Claro que se espía a todo aquel que constituya “amenaza al sistema”, se espía a los revoltosos, a los revolucionarios y a los “terroristas”… se espía a los anarquistas, a los marxistas y a los “troskos”… ya lo sabemos, lo hemos sabido siempre. También se espía a la “competencia”, al que impide fijar precios, al que no deja avanzar la vorágine monopólica del capitalismo y al que se mete con los bancos. Se espía al que atenta contra la “propiedad privada” burguesa y no importa si es la esposa, si es un compañero de oficina, un rector de una universidad, un funcionario público, un cura o es un consorcio trasnacional. Yo te espío, tu me espías, él nos espía… pero ahí donde el burgués invierte dinerito en espionajes, ahí el burgués siembra “pruebas falsas”, siembra la firma de su intromisión con dispositivos de espionaje “reloaded”.
Ya podrán poner cara de compungidos, de arrepentidos o de indiferentes. Podrán poner denuncias y quejas en organismos nacionales e internacionales. Podrán crear movimientos sociales, y ONG´S de tutti fruti, con la moralina diplomática edificante de gobiernos ofendidos por el espionaje… ya podrán decir misas y podrán redactar enciclopedias; podrán fundar cátedras y alquilar intelectuales reaccionarios que repasen las leyes de Roma y las del Capitolio… fundarán partidos políticos y sectas, endiosarán demonios y satanizarán arcángeles… y mientras, seguirán espiándose los unos a los otros, de arriba abajo, entre “poderosos” y contra los débiles. Espiarán y espiarán porque es parte de su ser y de su “negocio”. No van a engañarnos.
El espionaje no es un problema “moral” o un problema de “ética”. Es un problema político y táctico que debemos estudiar y desmontar porque se lo usa como arma contra los pueblos y como mecanismo represivo, sofisticado, de control y de sojuzgamiento. Todos sabemos muy bien qué quieren ellos saber sobre nosotros… nosotros sabemos muy bien qué no queremos que ellos sepan, cuando se pone en riesgo la integridad de la lucha y la de los compañeros. No es posca cosa. No luchamos (sólo) contra el espionaje luchamos contra el sistema todo. Una buena parte de la defensa contra el espionaje (y el sistema) de ellos, es nuestra capacidad creativa y nuestras capacidades comunicativas. Shhh… que no se sepa.
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