Eco-mitos: los fake news ecológicos que agravan la crisis ambiental

El autor desmonta falsas soluciones medioambientales que tienen más sustento político que científico, como la efectividad de los mercados de carbono o los beneficios de los biocombustibles, en el libro 'Ecomitos'.

Por: Víctor Resco de Dios.

El planeta que habitamos muestra un claro deterioro ambiental en amplias zonas. Y no estamos hablando solo de bosques. El clima, que determina las bases de nuestra sociedad y economía, está cambiando a velocidades estratosféricas. Estamos inmersos en una crisis energética. Nuestro consumo de plásticos es tal que hasta en las analíticas se empieza a detectar la presencia de microplásticos, con consecuencias todavía desconocidas para nuestra salud. Estamos alterando el planeta a una escala que hay quien considera que hemos entrado en el Antropoceno: una nueva edad caracterizada por la omnipresente huella humana.

La Organización de las Naciones Unidas ha realizado un llamamiento para la urgencia en la actuación ambiental, y muchos Gobiernos han aprobado en sendos parlamentos declaraciones de emergencia climática. Se han implementado numerosas medidas bajo el paraguas del Pacto Verde, pero la crisis ambiental global no ha hecho más que aumentar: algo está fallando.
Y es que tomar medidas con la intención de revertir la crisis ambiental no equivale a tomar medidas que efectivamente reviertan dicha crisis. En realidad, muchas de las propuestas que están sobre la mesa, o que se han aprobado ya, se basan en ecomitos y pueden causar un daño mayor del que intentan solucionar. Por ecomitos me refiero a las falsas creencias que están instaladas en el imaginario popular sobre aspectos ecológicos y ambientales.
Pongamos un ejemplo. Hace unos años, la Unión Europea aprobó una directiva para fomentar el uso de los biocombustibles. Desde 2018, encontramos en las gasolineras europeas etiquetas como E5 o E10, que nos indican el porcentaje de etanol en la gasolina. Sustituir los combustibles fósiles por biocombustibles puede, a primera vista, parecer una buena idea para disminuir las emisiones asociadas con el transporte. El problema yace en que, para abastecer a esta demanda de biocombustibles, se deforestó parte de Indonesia, para cultivar aceite de palma, y de Brasil, para cultivar soja.
En consecuencia, las emisiones asociadas con estos biocombustibles son mayores que las de los combustibles fósiles. Además, el uso de estos biocombustibles ha encarecido los alimentos, llegando incluso a favorecer su escasez en países del sur global. Y es que se requieren grandes extensiones de terreno para desarrollar cultivos energéticos que, obviamente, compiten por el espacio ocupado por los cultivos agrícolas. Los biocombustibles pueden ayudar a la descarbonización, pero solo si se planifican adecuadamente.

No estamos hablando de una excepción. Muchas de las medidas que se están tomando dentro del Pacto Verde caen dentro de la categoría de ecomito. Son medidas que gozan de la aceptación popular, ya que la ciudadanía cree que van en la dirección correcta. Pero la realidad es que enfrentarse a la crisis global con ecomitos es como enfrentarse a molinos creyendo que son gigantes: una aventura que no acabará muy bien.
Pongamos otro ejemplo: la efectividad de los mercados de carbono. En la célebre reunión de Kioto de 1997, se sientan las bases para establecer un instrumento de mercado que regule las emisiones. Los Estados Unidos, junto con la pinza ejercida por una coalición entre empresas petroleras y oenegés ambientalistas, forzaron a la Unión Europea a aceptar este sistema de regulación de emisiones. El mercado de emisiones se erigió como la gran esperanza para alcanzar por fin un mecanismo de consenso que permita la tan ansiada, y necesaria, transición ecológica. Esto es porque se repercute sobre el consumidor el coste de las emisiones requeridas en la fabricación del producto, por lo que los productos con menos emisiones se deberían volver más competitivos.
Este sistema se implantó hace diecisiete años en la Unión Europea, y apenas ha logrado un descenso en emisiones del 1,5% anual. A este ritmo, la neutralidad climática no se lograría hasta pasados casi 70 años (lo que imposibilita lograr el cero neto en 2050, como se ha propuesto la UE). Sin embargo, el aumento de los precios al consumidor ha redundado en unos beneficios que se estiman en 9.000 millones de euros anuales para las empresas energéticas.
Los ecomitos surgen en sociedades que, como la nuestra, son ricas en líderes de opinión, que expanden los ecomitos, pero pobre en líderes de conocimiento, capaces de cuestionar esos dogmas. Mi objetivo es, precisamente, ampliar el número de líderes de conocimiento.
Trataremos cuestiones avanzadas sobre el diseño del Pacto Verde. Es decir, para poder reconciliarnos con la naturaleza y revertir la crisis ambiental global. Abordaremos la crisis energética, la economía circular y el reciclaje, la gestión de los bosques y la protección de la biodiversidad, así como las campañas de greenwashing, o marketing verde. Son cuestiones complejas, a caballo entre muchas disciplinas diferentes. Pero los temas complejos de abordar no tienen porqué resultar difíciles de entender. Tenemos enfrente un reto colosal, y asimilar los efectos de nuestras acciones sobre el medio resulta sencillo cuando entendemos los principios básicos que rigen la ciencia de la sostenibilidad.
Pero para ello debemos desmontar a los ecomitos que están firmemente instalados en nuestra sociedad. Es demasiado lo que está en juego. No podemos permitirnos fallar.

https://www.climatica.lamarea.com/ecomitos-bulos-ecologicos-victor-resco/ Imagen de portada: Plantaciones para producción de bio-combustibles de aceite de coco en Indonesia - Willy Kurniawan - Reuter

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