La Fundación +árboles despedirá a Masanobu Fukuoka con un curso-homenaje de nendo dango
Murió Masanobu Fukuoka. El campesino humilde y el sabio taoísta, el autor de La revolución de una brizna de paja, el poeta, el filósofo, el intelectual, el padre de lo que se llamó la agricultura natural, el inventor del nendo dango y uno de los máximos inspiradores del movimiento permacultural.
Fukuoka se ha ido a los 95 años, dejando tras de si el ejemplo vivo de una manera radical y revolucionaria de entender la relación con la tierra y un método agrícola basado en la contemplación de la naturaleza y en la mínima intervención humana. Un método capaz de reverdecer y reforestar zonas áridas. Capaz de obtener los mejores resultados de la tierra desde el No hacer.
Para Masanobu Fukuoka sanar la tierra y purificar el espíritu humano eran un mismo proceso. Su filosofía del “No Hacer” partía de la idea de que, en lugar de preguntarse qué pasaría si se hiciese esto o aquello, los seres humanos nos deberíamos preguntar qué pasaría si no se hiciese.
Fukuoka no labraba, ni araba, ni usaba abonos químicos, ni compost preparado, ni quitaba las hierbas que crecían en sus campos de arroz, centeno o cebada. Practicaba la agricultura cooperando con la naturaleza, en lugar de querer mejorarla, exigiéndole resultados. Dándole primero, para luego recibir de ella. Respetaba sus ciclos e interfería en las comunidades animales y vegetales de sus campos lo menos posible.
Para mejorar la producción de la naturaleza, y convertir desiertos en bosques, creó el nendo dango, un método de sembrado que no requiere arado y que consiste en mezclar semillas dentro de unas bolitas de barro que se esparcen por el campo y que brotan cuando la primera lluvia intensa las libera de su cascarón.
“Cuando tiramos nendo dango, sembramos como Dios. Cuando hacemos nendo dango hay que sentir que somos Dios. Cuando se hacen los nendo dango estamos metiendo alma en la bolita de arcilla. ¿Que tipo de semillas debemos sembrar y cuales no? Ya no se trata de introducir o no introducir especies no autóctonas, se trata de “supervivencia”. Tengo un plan para hacer una olimpiada verde, una campaña de repoblación forestal por el Mediterráneo. España, sobre todo padece un problema grave de desertización”.
Así se expresaba Fukuoka en una entrevista realizada por el periodista Toni Marín hace unos años, cuando el maestro japonés realizó un curso en Mallorca, invitado por los permacultores Julio Cantos y Guillem Ferrer. “Tenemos que sembrar bolitas de arcilla con rapidez porque no hay tiempo. Depende de vosotros que esto sea un punto de partida para la reforestación de todo el planeta o se quede solo en poner verde esta isla. No dejéis que esta isla se convierta en el último paraíso. Aquí hay que hacer un paraíso para demostrar al resto del mundo que es posible una reforestación de verdad”.
La muerte de Masanobu Fukuoka se ha sentido profundamente entre los miembros de la Fundación +árboles y de la empresa agroforestal Maderas Nobles de la Sierra del Segura, a los que la noticia ha sorprendido en plenos preparativos del II Encuentro Internacional de Amigos de los Árboles.
Tanto la empresa, que apuesta por el cultivo sostenible y ecológico de árboles maderables apoyándose en los principios que inspiran la agricultura natural y la permacultura, como la Fundación, cuyo reto es levantar una barrera verde de 100 millones de árboles contra la desertización, rendirán homenaje a la figura de Fukuoka durante el curso de nendo dango que se celebrará los próximos 24, 25 y 26 de octubre en Alcaraz (Albacete).
El taller, organizado por la Fundación +árboles, previsto con anterioridad a la muerte de Masanobu Fukuoka, forma parte de las actividades formativas del II Encuentro Internacional de Amigos de los Árboles. Servirá para divulgar este método tan poco conocido que permite plantar millones de semillas a bajo coste y contará con la presencia de algunos de los discípulos y colaboradores más cercanos a Fukuoka, entre ellos, el griego Panos Manikis, así como de reconocidos permacultores como Julio Cantos o Richard Wade.