Las consecuencias del pensamiento antropocéntrico.


Por Lucas Chiappe

Ya no es lógico obviar que nuestra especie vivió durante un par de millones de años sobre este Planeta, utiizando su inteligencia, pero sin generar violencia organizada, acumulación competitiva, ni desastres ecológicos... Lo que hoy consideramos un comportamiento propio del ser humano, es un falso argumento que utilizamos para justificar todo abuso de poder, privilegios y saqueo de nuestro entorno...


Diariamente aterrizan sobre mi mesa de trabajo decenas de noticias que dan cuenta del lamentable estado en el que estamos reduciendo nuestra única casa: La Tierra. Las causas son muchas y diversas pero todas tienen un denominador común: El pensamiento estúpidamente globalizado de que este planeta ha sido creado como único fin para nuestro uso y abuso.

Quizás deberíamos buscar las causas de ese delirio de grandeza, en aquella imagen anticuada y casi ridícula que hemos fijado en nuestro inconciente colectivo, fantaseando con un "creador" (posiblemente alto, de ojos azules y una larga barba blanca), que en unos pocos días inventó la vida de la nada y diseñó mares y montañas, bosques y pájaros, flores y praderas, para que su "benjamín" pudiera servirse a gusto y utilizara toda la mercadería puesta a su disposición, para lo que considere útil y provechoso en su exclusivo beneficio.

Si por un momento lográramos comprender lo absurdo de este planteo, probablemente dejaríamos de destruir nuestro entorno y sería más simple modificar un comportamiento que sólo tiene parangón con el mundillo de los virus y las bacterias...

Esa extraña y mesiánica fantasía de haber sido elegidos como los conductores de la nave tierra, obviamente hace agua por todas partes y nos está conduciendo hacia un suicidio colectivo como raza y a una posible extinción planetaria comparable a la que sufrieron los dinosaurios y sus compañeros de correrías hace varios millones de años atrás.

La única diferencia es que en aquel entonces el responsable de tal desmán fue un enorme meteoríto que al impactar sobre la Tierra provocó una nube espesa que cubrió al planeta durante varios años, impidiendo que los rayos del sol la penetraran y destruyendo en consecuencia la cadena alimentaria de sus navegantes...

Mientras que ahora somos justamente nosotros, la frutilla del postre, los únicos e inigualables seres racionales, la cúspide de la pirámide de la evolución los que nos estamos dedicando a provocar nuestro propio aniquilamiento... Que ironía sutil para tan desmesurada soberbia!

Y encima lo estamos haciendo con tal ahínco, que ni siquiera se oye la protesta indignada de los pocos que piden auxilio a los gritos.

Al contrario, esos son los que los medios masivos y la mayoría silenciosa, tilda de locos, alarmistas, eco-fundamentalistas... desviando el eje del discurso en aras de un supuesto progreso cuyo lamentable resultado está a la vista, y cuyas consecuencias las deberán pagar las próximas generaciones...

Sería bueno recordar que sólo conservando grandes territorios del Planeta podremos seguir compartiendo las diarias salidas y puestas del sol con los otros 20 millones de especies que nos acompañan en este efímero viaje temporal que nos toca vivir.

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