Latinoamérica, un imperio de biodiversidad con problemas ambientales críticos





Latinoamérica, que alberga 8 de los 17 países que atesoran hasta un 70% de la biodiversidad del planeta, celebra el Día Mundial del Medio Ambiente con graves amenazas como deforestación, contaminación y sequía. Según varios expertos, países como Brasil, Colombia, Costa Rica, México, Bolivia, Ecuador, Perú o Venezuela, que forman parte del grupo de naciones con mayor variedad de fauna y flora del mundo, registran serios problemas medioambientales a los que en muy pocos casos se ha respondido de manera adecuada.

La ONU ha alertado especialmente de que un tercio de la deforestación mundial se registra en esta región, que concentra el 22% de los bosques nativos, lo que significa 860 millones de hectáreas. 
En Brasil, el país con mayor biodiversidad, desde agosto de 2008 a julio de 2009 fueron devastados 7.464 kilómetros cuadrados de la Amazonía, que equivalen a cinco veces el área de Sao Paulo, la mayor ciudad sudamericana, según cifras oficiales. 
En Colombia, que le sigue en la lista de biodiversidad, se calcula que unas 300.000 hectáreas de bosque se destruyen cada año por causa directa de la producción de droga. Para producir un gramo de cocaína se destruyen en promedio cuatro metros cuadrados de bosque, según las autoridades colombianas. 
La tala de árboles para hacer carbón, a un ritmo de 30 millones de ejemplares al año, amenaza con convertir en un desierto a Haití, que hoy tiene una cobertura boscosa de apenas un 2%. Como medida para contrarrestar este problema, Paraguay implementó la ley de "Deforestación Cero" con la que ha logrado reducir de 130.000 a unas 6.000 las hectáreas taladas de bosque al año. A la deforestación se suman otros dramas medioambientales por contaminación, generada especialmente por minería y los desechos tóxicos, o por falta de agua. 

Contaminación en los ríos 
Cuba, por ejemplo, afronta una aguda y prolongada sequía en buena parte del país. Según los especialistas, el año 2009 fue uno de los cuatro menos lluviosos de los últimos 109 años en la isla. 
En Argentina, la cuenca Matanza-Riachuelo, que marca el límite sur de Buenos Aires y acoge a una población de 5 millones de personas en su mayoría en condiciones precarias, es desde hace décadas el curso de agua más contaminado del país al recibir unos 88.500 metros cúbicos de desechos industriales. 
En el río Amazonas hay, según Fernando Trujillo, director de la colombiana Fundación Omacha, más de 200.000 toneladas de mercurio procedentes de la actividad minera de países como Brasil y Venezuela. En Bolivia, los principales problemas vienen también por explotación minera, según el coordinador de Investigación de la Liga de Defensa del MedioAmbiente, Marco Octavio Rivera. Uno de los casos es el del río Pilcomayo, que también pasa por Argentina y Paraguay, donde el nivel de plomo detectado rebasa en tres veces el valor de 0,05 miligramos por litro permitidos en la Ley de MedioAmbiente. 
También Perú vive una situación crítica en La Oroya, una localidad del centro del país considerada la ciudad más contaminada de Latinoamérica, donde opera la minera Doe Run, de capitales estadounidenses. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llegó a otorgar en 2007 medidas cautelares a favor de 65 habitantes tras considerar que su salud estaba en peligro por los altos índices de contaminación, debido a las partículas de metales liberadas por el complejo metalúrgico. 
Ausencia de justicia medioambiental 
En este sentido, Greenpeace en México, país que se prepara para acoger la próxima Conferencia del Cambio Climático en Cancún en diciembre, dijo que "la ausencia de justicia ambiental" lleva a que las mineras continúen "privatizando ganancias y socializando responsabilidades". Cecilia Navarro, responsable de comunicación de Greenpeace, dijo que el caso de Mineras San Xavier en México "es especialmente paradigmático", puesto que ni las llamadas de atención de los tribunales han logrado que la compañía deje de contaminar el cerro de San Pedro, en el estado San Luis Potosí (centro), y sus reservas de agua. 
También Costa Rica, a pesar de su fama de "país verde", en abril pasado vivió una agitación social debido al apoyo del Ejecutivo a la operación de una mina de oro a cielo abierto en la zona norte del país. Y el Parque Nacional de la Laguna del Tigre, en el norte de Guatemala y considerado el más grande humedal de Mesoamérica, ha comenzado a agonizar por el deterioro de sus recursos por invasiones, extracciones petrolíferas y la penetración del narcotráfico. 
Chile, a su vez, aún vive las consecuencias por la contaminación por plomo y arsénico en Arica, ciudad en el límite con Perú, donde a mediados de los años 80 se depositaron 20.000 toneladas de desechos tóxicos de la sueca Bolliden Metal. En Ecuador, Chevron-Texaco está acusada por las comunidades indígenas, en un juicio que dura ya más de 16 años, de haber provocado un grave daño ambiental en la zona de la Amazonía. 
La explotación petrolífera está en el centro de lo que ha sido calificado como el peor desastre ecológico de la historia de Estados Unidos, para el que aún no hay solución: el vertido al golfo de México de millones de litros de crudo procedentes de un pozo submarino operado por British Petroleum.

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