La ONU opina que la batalla contra el clima se perderá durante los próximos diez años
Dicen que la esperanza es lo único que queda cuando nada queda, y muy malita debe estar la cosa si la ONU ya no tiene ni esto. Según declaró su máximo funcionario medioambiental, Yvo de Boer, la batalla contra el clima está perdida, al menos durante la próxima década.
Tras la fallida cumbre climática de Copenhagen, la imperante falta de voluntad política, y la contaminación que no amaina, la ONU tiñó su verde esperanza de negro CO2. Sin tapujos, lanza un duro mensaje: No hay que esperar avances para combatir el calentamiento global. El mundo fracasará en hacer reducciones lo suficientemente importantes de gases de efecto invernadero en la próxima década.
Yvo de Boer hace estas declaraciones días antes de entregar su cargo el 1 de julio, a cuyo frente ha estado casi cuatro años. Aunque también expresó su confianza de cara a un más largo plazo, instando a los gobiernos a poner metas ambiciosas, como las que supondrían una reducción del 80 por ciento de las emisiones en las naciones ricas para el 2050.
Así, aunque el Secretariado de Naciones Unidas para el Cambio Climático no ve posible lograr objetivos para mitigar el cambio climático en la próxima década, sí lo hace en un futuro más lejano, “entonces tendremos este asunto bajo control” (???).
El panel de científicos climáticos de la ONU sugiere que las naciones industrializadas reduzcan sus emisiones en un 25-40 por ciento bajo los niveles de 1990 para el 2020, y que las naciones en desarrollo, lideradas por China e India, disminuyan el crecimiento de sus emisiones para el 2020 para evitar más inundaciones, sequías, desertificación y el aumento de las temperaturas.
Vía | www.expressindia.com
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Las cuentas verdes
Gorka Andraka
Gara
Hay preguntas infantiles que cortan la respiración. “Manu, ¿los árboles van al Cielo?”, interrogó a quemarropa el hijo de unos amigos al escritor Manu Leguineche. Hay preguntas mayores que saben a crío: ¿Cuánto cuesta un riachuelo? ¿Y su murmullo?
Cuestiones naturales, básicas, a las que responderá el proyecto “La rentabilidad de los ecosistemas y la biodiversidad”, una iniciativa de Naciones Unidas en la que participan cerca de 250 científicos de todo el planeta. Van a calcular el valor económico de los servicios que prestan los ecosistemas y los costos que genera su pérdida. El justiprecio de un bosque, una familia de topos, una bandada de cigüeñas o, más difícil aún, de los provechos intangibles que la biodiversidad aporta a nuestra educación, identidad, creatividad, salud… En definitiva, quieren tasar la Naturaleza para que nuestros bolsillos también prioricen preservarla.
Una historia verídica e increíble, como la vida misma. Sucedió hace unos años, en Chiapas. Javi y Ceci viajaron desde la ciudad de San Cristóbal hasta una comunidad de la selva para visitar a unos amigos indígenas. La semana anterior, la última vez que se vieron, como aún no sabían seguro si ese día iban a poder regresar, quedaron en que no preparaban nada para agasajarlos. A su llegada, y para su sorpresa, una gallina se tostaba al fuego en su honor. “¿Cómo supieron que veníamos hoy?”, preguntaron perplejos. “Durante toda la mañana, una mariposa no paró de revolotear por la casa”, contestó, rotunda, natural, su amiga. ¿Cuánto vale esa mariposa?