La importancia de recordar






ESCRITO POR FUSIÓN   

Recordar, esa es la clave. Recordar lo que fue. Recordar lo real.
Recordar es traer al presente lo auténtico del pasado, lo que nos forjó como especie y también como individuos.
Recordar es recuperar la esencia de lo que somos, el sentido original de nuestra existencia, el principio, para poder dirigirnos con coherencia hacia el fin.
Si no hay recuerdos nada tiene sentido. Pero tampoco lo tiene si los recuerdos fueron manipulados por aquellos que tienen intereses en ello o, en el caso individual, por el mismo individuo que tergiversó la realidad y le dio una forma distorsionada.
El verdadero, el auténtico recuerdo, subyace en el fondo de la memoria, tanto de la especie como de cada individuo, pero está tapado por capas y capas de fantasías, de traumas, de mentiras creadas y admitidas, de realidades manipuladas consciente o inconscientemente que nos colocan ante un presente distorsionado, que nos conducen a cometer errores que son repetición del pasado, porque bajo el olvido o la distorsión del recuerdo la vida es un círculo vicioso donde una y otra vez pasamos por el mismo espacio, donde nos aguardan los mismos tipos de vivencias y donde cometemos los mismos errores. Y la única forma de evitarlo es a través del recuerdo, el recuerdo que nos trae imágenes, sensaciones, colores, sonidos, todo ello formando parte de una vivencia que quedó grabada en nuestra memoria y que nos aporta experiencia, sabiduría y, con ello, capacidad de acción correcta.
Lo mejor del ser humano es que posee la capacidad de crear vivencias. Lo peor es que también posee la capacidad de distorsionarlas con el tiempo y perder con ello la realidad y lo que esta aporta de experiencia.
Tendemos a fabricar copias distorsionadas de lo que un día vivimos, y lo hacemos porque no hemos sabido mantener la lealtad a lo que fuimos, que es la auténtica base de lo que ahora somos.
Si observamos a la humanidad como especie, siempre vuelve al mismo punto, siempre comete los mismos errores, da igual el progreso, da igual la presencia constante de los errores dramáticos del pasado. Esto es así porque el recuerdo se va distorsionando con el tiempo, y lo que un día fue horrible llega un momento en que perdió su fuerza impactante, entonces ocurre que se vuelve a repetir.
Cada individuo, cada ser humano, lleva en su interior la impronta de la especie, es decir, la capacidad de olvidar lo que es y sustituirlo por lo que le resulta más cómodo. Es una forma de auto engañarse, de intentar dar esquinazo a la realidad. Pero eso no es posible, porque un día esta reaparece ante nosotros y nos recuerda que no somos auténticos, que vivimos una mentira que no tiene consistencia ni posibilidad de mantenerse.
Somos soñadores que no sabemos hacer sueños auténticos.
Somos creadores que no usamos la sustancia, los materiales del pasado, para forjarnos un futuro mejor.
Somos falsas sombras de nosotros mismos, prisioneros de una gran mentira consentida por todos y de millones de mentiras que cada día admitimos para no enfrentarnos a la realidad, a la cruda y a la vez liberadora realidad.
Nos drogamos cada día con dosis de olvido, dosis que cada vez necesitan ser mayores para poder soportar el hecho de vivir sin recuerdos. Y, sin embargo, huimos de los recuerdos, les tememos, nos asustan.
Pero recordar es adentrarse en las sombras y en las luces de nuestro pasado, porque no hay luces sin sombras. Unas y otras son necesarias para ser auténticos, porque ambas nos forjan y nos construyen en base a un proyecto del que somos parte.
Por eso, es estúpido lo que hace el ser humano al querer poseer sólo las luces, al no querer mirar hacia las sombras, las suyas y las de su especie.
Somos la suma de nuestros errores y de nuestros aciertos. Pero sólo si recordamos los unos y los otros con nitidez podremos aprender y evolucionar. Porque para eso vivimos.
Recordar es posibilidad de avanzar. Olvidar es volver siempre atrás.
A pesar de ello preferimos olvidar o manipular los recuerdos adaptándolos a lo que nos gustaría que fueran. Pero no es posible cambiar el pasado, lo que sí es posible es buscar en ese pasado la enseñanza que nos permitirá construir un futuro diferente. Para eso hay que ser valiente, auténtico, real.
No existe nada en el pasado que sea cien por cien oscuro, como tampoco existe nada totalmente luminoso. Cualquier recuerdo nos traerá sombras y luces, pero si lo observamos con la perspectiva del tiempo, veremos que ambas nos aportaron algo. Entonces el recuerdo se transforma en vivencia y la vivencia en experiencia. Para eso ocurrió y por eso forma parte de nosotros.
Lo más difícil para un “ser humano” es conseguir mantener puros los recuerdos y usarlos como materia prima para evolucionar. Pero nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.
Con la inestimable ayuda de nuestro cerebro. Δ

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