“Ojalá fuese una obligación financiera”: Entrevista a Joan Martínez-Alier, economista

Son ya cerca de 4.000 conflictos ambientales en el mundo los que recoge el Atlas de Justicia Ambiental (EJAtlas) lanzado junto a un equipo internacional por el economista catalán Joan Martínez-Alier. A sus 83 años, se empeña en documentar y visibilizar con su grupo los enfrentamientos por los recursos naturales o lo que ocultan los poderosos para seguir explotándolos.

Por su abrumadora trayectoria acaba de ganar el premio Holberg y en 2021 consiguió el galardón Balzán. En verano sacará un voluminoso tomo titulado Tierra, agua, aire y libertad: la formación de los movimientos mundiales por la justicia ambiental y este marzo ha salido publicado el libro de acceso libre The Barcelona School of Ecological Economics and Political Ecology (Springer), También dirige la revista gratuita Ecología Política. No para.

Pregunta. Si tuviera delante a algún dirigente de una multinacional que provocara estos conflictos, ¿qué le diría?
Respuesta.
Que dé facilidades para investigarlos. Y le preguntaría: ¿Qué piensan sus hijos de Greta Thunberg? ¿Sus nietas van a manifestarse? ¿Tiene usted algún dilema moral? Y pediría que no ataquen a los ecologistas, porque en muchas de sus muertes están metidas las empresas. Y a veces hay sicarios. Les diría también que paguen lo que deben porque generan grandes pasivos ambientales [recursos dañados] y ganan mucho dinero. Las empresas no reconocen estos daños sistemáticamente porque perjudica a su rentabilidad.
P. Un colaborador del EJAtlas acaba de fallecer en Hidalgo (México), se sospecha que ha sido asesinado.
R.
Sí. Todavía se investiga su muerte. Es el joven periodista Abisai Pérez Romero, investigaba una planta de tratamiento de aguas residuales y otros vertederos de residuos. Me gustaría que quedara escrito su nombre. Hay muchas víctimas ecologistas, muchas mujeres también.
P. De entre las 10 categorías de conflictos del EJAtlas. ¿Cuáles ve más graves?
R.
Los que más salen son de minería, de biomasa, de plantaciones de palma de aceite o eucalipto, o los de combustibles fósiles. También investigamos las llamadas tierras raras, que no se usaban antes comercialmente. Cada vez es más importante la tabla periódica de los elementos químicos en la vida económica. La transición eléctrica está llevando a más minería de cobre, níquel, litio, paladio...
P. ¿Y a qué ámbito va a destinar este premio?
R.
La mitad irá a financiar posdoctorados para documentar estos temas nuevos y espacios que no estén bien cubiertos en el EJAtlas, como el norte de África o Asia central.
P. ¿Cómo ve la propuesta de la Cumbre del Clima para que los países ricos financien las pérdidas y daños a los empobrecidos?
R.
Por ejemplo, ¿Bangladés en qué ha contribuido al cambio climático? En nada, son tan pobres que no queman mucho petróleo o carbón. Pero van a sufrir primero si cambia el nivel del mar. Igual las pequeñas islas del Pacífico. Ellos dicen “No hemos contribuido, pero lo vamos a sufrir”. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea se han negado siempre a poner la deuda ecológica en un plano que posibilite una reclamación legal, en La Haya o en algún tribunal internacional. A cambio han ido cediendo en pagar pérdidas y daños pero como una caridad.
P. Identifica entonces estos discursos de daños y pérdidas, economía circular, desarrollo sostenible... como jaculatorias.
R.
Eso es. Aunque a veces reconocen los daños. La última vez que Alemania perdió una guerra mundial reconoció la culpa y pagó a familias aniquiladas en Auschwitz. Claro, no resucitó a nadie, esto no se puede hacer con dinero. Pero el dinero simbolizaba una culpa. La deuda ecológica no debería presentarse como una caridad, sino como un reconocimiento de una negligencia culpable. Hemos estado cambiando el clima 120 años y se ha firmado un tratado, pero no se hace nada en la práctica. Ojalá la deuda ecológica se reconociera como una obligación legal, moral y financiera, porque tendría más eficacia en cambiar la política. Sería como un arma jurídica que se podría esgrimir para que los países más ricos reconocieran la culpa y cambiaran de política.
P. Usted también ha estudiado el racismo ambiental.
R.
En EE UU surgió en la época de Martin Luther King este concepto. Los desechos, las incineradoras o las plantas de reciclaje iban a barrios de negros o hispanos. También ocurre con la minería de uranio con los navajos o con la comunidad romaní, en otros puntos. Consiste en colocarlos en lugares donde nadie más quiere vivir. El colonialismo y el racismo europeo exportado a América no han sido una broma.
P. Para contrarrestar, cada vez hay un movimiento ambientalista más potente.
R.
Sí, algunos se organizan ad hoc para un tema concreto en la India o en Brasil, e igual no se conocen entre ellos, pero se puede argumentar que existe un movimiento global de justicia ambiental.

P. ¿Qué cree que van a conseguir?
R.
Cambiar el mundo, que hace mucha falta. El feminismo es por ejemplo un movimiento que aumenta, e internet ha facilitado estas conexiones. El de la ecología es menos popular, pero va creciendo y merece ser estudiado y apoyado.
P. ¿Confía en que el mundo irá a mejor a pesar de las dinámicas e inercias económicas?
R.
Confío y deseo que sea así. Aunque con la guerra no es para ser muy optimistas, incluso puede ocurrir que haya guerras atómicas locales. Estoy dejando a mis nietos un mundo bastante malo. Aunque cuando yo nací estaba peor todavía. Ahora está mejor, pero se está desarreglando bastante. Lo bueno para el futuro es que la población mundial crece muy poco. Esto ha cambiado en los últimos 80 años.
P. Eso es buena noticia.
R.
Es bueno para la economía y la sociedad humana, sí. Y también pueden ayudar los cambios de tecnología. Pero debería de haber un cambio en la lógica económica y la estructura social en una dirección más ecologista. Y las ideas ya existen, como el decrecimiento [reducción del uso de materiales y energía].
P. ¿Y cómo convencer a la población acomodada del decrecimiento?
R.
La población del norte, de la Europa rica o de Estados Unidos o de Canadá, se debe convencer diciendo: si continuamos así, hay cambio climático, desaparecen especies. ¿Y ustedes que prefieren, tener tres autos por familia y viajar mucho en avión o una economía más ecológica para todo el mundo? A la gente más pobre del mundo no le puedes decir esto porque no tienen para comer. Allí el argumento es apoyar desde el norte a los movimientos del sur que hacen decrecimiento en la práctica. Que son los que protestan contra la extracción de gas, de petróleo, de carbón... En este caso el planteamiento hacia la gente pobre rural e indígena sería: ¿qué prefieres, agua limpia en el río y algo para comer o que venga una empresa minera y haga un hoyo y dure 20 años y cobren los sueldos los hombres y las mujeres no tengan ni para comprar una botella de agua? Es la situación de miles de millones de personas todavía.
P. Usted considera que estamos sumidos es una economía entrópica.
R.
Sí, estamos a la vez en el Antropoceno y en el Entropoceno. La economía no es circular, sino que la economía industrial es cada vez más entrópica: tiende a la destrucción y a generar más residuos y más descarte. Y se disipa la energía, no se puede utilizar dos veces. Esto debe cambiar.
P. Pero la ambición de los poderosos es fuerte. ¿Quién hay detrás para que esto no cambie?
R.
Es una mezcla de ambición capitalista por el dinero e imperialista por el poder, por las ansias de poder. Y esto es muy peligroso.
P. Aquí va una pregunta libre, lo que usted quiera compartir.
R.
Ya que me dedico a visibilizar lo oculto, también tenemos una responsabilidad histórica, así que quitaría la estatua de Cristóbal Colón que hay en Barcelona y pondría un homenaje a la población indígena y africana que fue sacrificada. Es una idea para estas elecciones municipales, y molestaría a Vox un poco.

Fuente: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2023-03-15/joan-martinez-alier-economista-ojala-la-deuda-ecologica-fuese-una-obligacion-financiera.html
 

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