Los proyectos gigantes se multiplican en el mundo
La creciente demanda de electricidad en los países emergentes de Asia y América del Sur relanza el interés por las grandes represas. Este movimiento se ve reforzado por la necesidad de encontrar una alternativa a las energías fósiles. La producción hidroeléctrica en el mundo podría crecer en más de 50% de aquí a 2030, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). “Los proyectos muy grandes toman un lugar creciente ya que, por razones de economías de escala, y de menor impacto ambiental, vale más construir una sola y muy enorme represa que dos o tres represas grandes”, explica Michel de Vivo, secretario general de la Comisión Internacional de Grandes Represas.
Una represa se considera grande cuando su altura sobrepasa los quince metros, y muy grande cuando tiene más de 60 metros de altura. En la actualidad están en construcción 35 represas de más de 150 metros de altura.
Las dificultades para movilizar financiamiento frenan en todo caso el desarrollo de estas infraestructuras gigantes. El costo de construcción de una gran represa varía entre 500 millones y 2 mil millones de dólares. Los prestamistas internacionales, como el Banco Mundial o el Banco Europeo de Inversiones, aportan hasta 80% del financiamiento, y el resto proviene de los estados, de los fondos soberanos y de los bancos privados.
Hay proyectos que hoy se encuentran bloqueados, aun cuando en relación con las otras energías renovables, “el conocimiento tecnológico acumulado a través de los años inspira confianza a los inversionistas”, afirma Richard Taylor, director ejecutivo de la International Hydropower Association.
Frente a aquellos planes estimados estratégicos por los gobiernos en el nombre de la independencia energética o del desarrollo económico, la oposición de la sociedad civil sigue siendo fuerte. Los esfuerzos desplegados para limitar el impacto sobre las poblaciones locales y sobre el medio ambiente no compensan, según ella, los daños irreversibles ocasionados.
El Banco Mundial (BM), tras haberse retirado del financiamiento del sector durante cerca de una década, hace depender ahora su apoyo del respeto a estrictos principios. Nam Theun 2, que el BM financia en Laos, es presentada como el laboratorio de esta nueva generación de represas.
* LE MONDE,