Tres miradas sobre los desastres naturales
Por IEETM
El 25 de marzo en la sala Manuela Sáenz de la Universidad Andina, tuvo lugar un conversatorio sobre los desastres naturales. Desde distintos ángulos César Padilla, Jaime Breilh e Ylonka Tillerría ofrecieron al público una visión crítica de cómo mirar los desastres.
César Padilla del Observatorio de Conflictos Mineros señaló que Chile es a la vez un país sísmico y minero y a través de su charla señaló la intersección entre estos dos factores.
Padilla narró como en un terremoto ocurrido en 1960 de 9,5 grados, el más grande registrado en la historia, una mina sepultó a 200 personas con el lodo de los relaves. A pesar de que este hecho produjo un cambio en la legislación obligando a las empresas mineras adoptar ciertas medidas de segurar frente a los sismos, estas normas se han ido relajando y ahora hay una mina que en caso de enfrentar un sismo podría sepultar el pueblo de Curcumén donde habitan 3500 personas con los desechos existentes en los diques de cola.
En la zona afectada por el último terremoto no existen muchas industrias mineras, pero las minas existentes enfrentaron cortes de electricidad. Fueron estas empresas las primeras en recibir servicio eléctrico, mientras la población chilena permanecía en penumbras. Posiblemente las mineras tienen contratos con las empresas eléctricas que les obliga a suministrar el servicio, so pena de ser multadas.
Los geólogos predicen en un gran terremoto debe ocurrir en la parte norte de Chile, la zona minera, y que este estaría acompañado por tsunamis, por lo que la gente tendría que evacuar las costas y dirigirse a las montañas... donde están las minas, quedando la población expuestas a los derrames de relaves y escorias.
Por otro lado, el médico Jaime Breilh de la UASB describió el fenómeno de la gradiente epidemiológica de los desastres. Usando el ejemplo del hundimiento del Titanic el demostró que la distribución de la mortalidad ocurrida en ese desastre no se dio al azar (apenas el 98% de las mujeres de clase alta sobrevivieron, contra menos 21% de los hombres de la clase trabajadora), lo que revela que hubo condicionantes sociales que determinaron quién sobrevivió.
Lo mismo ocurre en los terremotos. Quién sobrevive un desastre natural no es porque tuvo suerte o por obra del azar, sino que hay una serie de determinantes de tipo social involucrados, como el barrio en el que vive una comunidad, las condiciones de trabajo, el tipo de infraestructura, etc.
Esto explica la diferencia entre lo que sucedió en Haiti y en Chile, y dentro de las distintas zonas de Chile.
No todo lo que sucede es probabilístico en un terremoto. Hay un nivel individual, micro que explica la forma como se produce una catástrofe, pero hay también una dimensión macro, que es colectiva y mucho más compleja, y que está atravesada por relaciones de poder y por procesos históricos.
Otro elemento presentado por Jaime Breilh fue el análisis que hizo sobre cómo en Haití se aplicó la receta del shock. Aprovechando el caos y la catástrofe, Haití fue transformado en un portaviones norteamericano para cerrar un círculo de bases norteamericanas destinado a controlar los recursos estratégicos en América Latina.
Finalmente Ylonka Tillería nos ofreció una lectura de como los medio han reportado el terromoto de Haití en contraste con el de Chile. Ella apuntó que en Haití, al igual que en el infierno de Dante, el escenario es lo menos importante. Lo que captura la mirada son los rostros, las lágrimas, el sufrimiento. En Chile, el terremoto puso en evidencia las fracturas de un sistema. El ejemplo en América Latina de democracia, desarrollo y modelo económico revelaba sus fisuras.
El desastre se convierte, más allá de su dimensión objetiva, en un revelador de los saberes de fondo que organizan las relaciones en una sociedad específica. Al violentarse el orden por la irrupción de un acontecimiento que es capaz de revelar las contradicciones y conflictos del sistema, el discurso y sus símbolos pierden su potencia articuladora.
Los desastres, peligros inminentes o globales, catástrofes inexorables o crisis amenazan la estabilidad del sistema económico, político y social. Ponen al descubierto la desigualdad, la inequidad, las brechas entre ricos y pobres.
Las catástrofes, desde el discurso de los medios, se articulan narrativamente como recorridos temporalizados (pasado incierto, presente tenso, futuro colmado de expectativas). Haití frente a la reconstrucción. Chile frente al nuevo gobierno. www.ecoportal.net
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