Uruguay: Mortandad de peces en Durazno: lo que el agua se llevó
El día 15 de febrero, luego de intensas lluvias e inundaciones sobre el río Yí, se constató una cantidad importante de peces muertos en la zona costera del río en las cercanías de la ciudad de Durazno. Esta mortandad afectó a una diversidad de especies, a individuos jóvenes y adultos y tanto a especies de fondo como otras que habitan en la columna de agua.
Después de conocerse este hecho, las autoridades del Centro Coordinador de Emergencias Durazno (CECOED) “solicitaron a los vecinos de Durazno que se abstuvieran de consumir peces hasta no se confirmase su estado sanitario, a través de análisis solicitados al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) OSE y técnicos de la Intendencia de Durazno”.
Las causas divulgadas por esos días en diferentes medios de prensa tanto escrita como televisiva fueron atribuidas a distintas razones:
- la crecida del río pudo haber ingresado a zonas fumigadas o estimuladas con agrotóxicos, y provocó un arrastre de productos químicos que afectó el ecosistema habitual. Otra de las opciones estuvo relacionada con variación muy fuerte de temperatura o la falta de oxígeno debido a la floración de algas.
- otras razones manejadas fueron la salinidad en el agua, remoción de sedimentos en los lechos del río a partir de que los cauces se desbordaron, o remoción de microorganismos que saturaron la columna de agua y le quitaron el oxígeno a los peces.
Cualquiera de estas razones debió esperar los resultados de los análisis realizados por los organismos competentes.
El miércoles 17 de febrero personal de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (DINARA) visitó el departamento de Durazno con el objetivo de observar las zonas del río Yí donde se habían encontrado los peces muertos. Durante la visita realizada al sitio de los hechos se pudo identificar 15 especies de organismos acuáticos en las zonas visitadas, de los 13 fueron peces y 2 moluscos: Vieja de Agua (Hypostomus spp.), Castañeta (Austroheros facetum), Sabalito (Cyphocharax voga), Bagre negro (Rhamdia quelen), Vieja de agua (Paraloricaria vetula), Tararira (Hoplias malabaricus), Mojarra (Astyanax spp.), Bagre amarillo (Pimelodus maculatus), Dientudo común (Oligosarcus sp.), Palometa o Piraña (Serrasalmus spp.), Pejerrey (Odontesthes bonariensis), Sábalo (Prochilodus lineatus), Bagre porteño (Parapimelodus valenciennis), Caracol de agua dulce (Pomacea canaliculata) y Almeja asiática (Corbicula fluminea).
En esta instancia las autoridades tomaron datos de temperatura y sólidos disueltos y realizaron un registro de las especies acuáticas recolectadas por las autoridades del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). A su vez éstas hicieron entrega al personal de la DINARA de muestras de peces colectados vivos el día en que ocurrió la mortandad. Los ejemplares (10 individuos) habían sido acondicionados en bolsas plásticas y posteriormente congelados. Esas muestras fueron posteriormente remitidas al Instituto de Investigaciones Pesqueras, de la Facultad de Veterinaria (Área Acuicultura y Patología de Organismos Acuáticos).
El día 8 de marzo la DINARA da a conocer el informe técnico sobre la “Mortandad de Peces ocurrida en el río Yí”, descartando las hipótesis manejadas a través de los medios de comunicación al momento de ocurrida la mortandad.
Termina su informe diciendo que, “es razonable pensar que el suceso de mortandad ocurrido en el mes de febrero del corriente año en el río Yí se debió a causas ambientales cuyo desencadenante fueron las importantes precipitaciones ocurridas en el país.”
Resultados no tan claros como el agua
Es importante resaltar que este hecho ocurrió solo un día, el 15 de febrero. Sin embargo, las lluvias continuaron siendo intensas en los días posteriores, sin que murieran más peces.
Otro punto importante es que la mortandad no afectó a una sino a 15 especies acuáticas, de las cuales 13 fueron peces de distintos tamaños y dos de moluscos. La mortandad de una diversidad de especies y de ejemplares de distintas edades hace pensar que no es posible que todas hayan sido afectadas por “causas ambientales” puesto que ello implicaría que la naturaleza no cumplió con su rol de asegurar la supervivencia de al menos algunas de ellas. En el mejor de los casos, causas de ese tipo podrían haber afectado a una o dos especies, pero difícilmente a 15 especies distintas. Si este hecho fue puntual -como se afirma en el informe- todo hace pensar que alguna sustancia muy tóxica para organismos acuáticos fue derramada y arrastrada, provocando la mortandad de los peces.
En ese sentido, hay que resaltar que las muestras analizadas se realizaron en 10 ejemplares recolectados vivos y no en peces muertos. Es decir, que si los análisis se hubiesen realizado con peces recolectados en ambos estados (vivos y muertos), es posible que los resultados hubiesen sido distintos y se hubiese podido comparar unas muestras con otras. Pero no se hizo. Los técnicos que hicieron los análisis tuvieron que hacerlos a partir de las muestras de los 10 peces recolectados vivos por los funcionarios del MGAP y no tuvieron a su disposición la cantidad de muestras que hubieran sido necesarias para llegar a conclusiones definitivas.
Por otro lado, el informe de la DINARA no aporta información acerca de las especies a las que pertenecían los peces muertos analizados. Solo se dice que se analizaron 10 muestras. Es posible que todas fueran de la misma especie o tal vez no, pero lo cierto es que no se analizaron muestras de las 15 especies constatadas muertas, ya que solo se analizaron 10 muestras.
Santiguado, pero no creíble
Se ha constatado un hecho muy grave: miles, cientos, muchos peces, no queda clara la cantidad, murieron en un solo día, en condiciones meteorológicas que no fueron distintas a días anteriores o posteriores al hecho.
La explicación oficial, basada en el análisis de unas pocas muestras de peces vivos (10) y en ninguna de peces muertos, que no abarcó la totalidad de especies muertas (15) y que atribuye la mortandad a “causas ambientales”, resulta poco creíble. Más aún: tratándose de un río que abastece de agua potable a la población de una importante ciudad como Durazno, el hecho debería haber ameritado un estudio exhaustivo que despejara toda duda sobre lo ocurrido. Lamentablemente, no se hizo.
Parece poco aceptable que a casi un mes de acaecido un hecho de esta magnitud se dé como explicación que éste se debió a unas indefinidas “causas ambientales”. Por el contrario, todo hace pensar que alguna sustancia muy tóxica para organismos acuáticos fue derramada y arrastrada provocando la mortandad masiva de animales acuáticos.
Mortandades masivas de peces han estado ocurriendo desde hace varios años. En los casos en los que se ha comprobado su causa, ésta se ha vinculado agrotóxicos utilizados en la zona. Ver peces flotando panza arriba ha pasado a convertirse en un hecho corriente. ¿Es éste el nuevo espectáculo que nos debemos acostumbrar a observar, y a aceptar como respuesta que su mortandad se debió a “causas ambientales”?
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RAPAL Uruguay 22 de marzo 2010