Los "comegallinas"






Gustavo Duch
La Jornada



¿Le gustaría ser dueño de un río? Endesa lo es. Sólo en Chile es la propietaria de más de 80% de los derechos de agua, conseguidos aprovechando las privatizaciones –eufemismo de “robo de recursos”– facilitadas por el dictador Pinochet. Un punto arriba, un punto abajo, Endesa controla también 92% de la energía eléctrica chilena. En su historia –sigo diciendo, sólo en Chile– tenemos polémicas represas, como las instaladas en la cuenca del rio Bío-Bío en territorios mapuches o actualmente la intención de construirlas en los ríos Baker y Pascua, en la Patagonia chilena. La energía que allá se produzca beneficiaría, a través del tendido eléctrico más largo del mundo, a la población de Santiago, a las industrias alrededor de la capital y a las empresas mineras en el desierto de Atacama. Mientras dejará, allí donde se genera la energía, campos anegados, ganaderos y ganaderas sin opciones, repercusiones a las poblaciones pesqueras y la destrucción de bosques originarios, paisajes y especies protegidas.
En las comarcas de Girona, Cataluña, por un temporal de nieve, muchos pueblos quedaron “apagados”, sin la energía eléctrica que suministra Endesa. Buscan explicaciones y exigen responsabilidades. El mismo capital, las mismas privatizaciones, el mismo modelo de desarrollo, el crecimiento a cualquier precio, para unos y no para todos. Ahí están las inversiones.
En apenas cuatro meses, tres asesinatos. En Guatemala, participar contra la defensa de los recursos naturales frente a las grandes multinacionales energéticas, conlleva ese riesgo. La empresa Unión Fenosa-Gas Natural compró en 1999, cuando llegaron las privatizaciones a Guatemala, la distribuidora eléctrica Deorsa-Deocsa, y pronto aparecieron problemas y acusaciones. Destaca una sentencia de la Corte de Constitucionalidad que determinó, en noviembre de 2004, que la empresa estaba realizando cobros indebidos mediante un impuesto ilegal, que debía retornar a los usuarios los importes cobrados y dejar de cobrarlo, aproximadamente 260 millones de dólares. Unión Fenosa-Gas Natural (La Caixa y Repsol son algunos de sus principales accionistas) hoy sigue operando, cobrando y “apagando” la luz cuando conviene. Las tres personas asesinadas tenían una causa común: denunciar los abusos contra la población que genera la multinacional de raíces catalanas.
Desde Guatemala, unos años antes, llegó el conquistador Pedro de Alvarado para acabar con el levantamiento de los pueblos indígenas de los actuales territorios de Jalisco o Zacatecas, en México, en el cerro del Mixtón. Cuando le recomendaron esperar refuerzos dijo “A mí me parece que no se dilate el castigo de estos traidores enemigos, que es vergüenza que cuatro indios gatillos hayan dado tanto tronido; que con menos gente de la que conmigo traigo bastará a sujetarlos, porque yo he arruinado muchas maquinaciones de enemigos y es mengua que para esto sea menester más socorro, no hay que esperar más”. No tuvo éxito su empresa y dicen que murió aplastado por el caballo desbocado de uno de sus escribanos. También se escucha que lo que allí se manifestó fue una primera “guerrilla” latinoamericana en defensa de los derechos humanos.
Hoy, en esas regiones, el nuevo colonizador sigue con la misma vieja empresa. Cambiaron cascos y uniformes por traje y maletines con el membrete de la constructora española Fomento de Construcciones y Contratas. Ya han empezado las obras para la construcción de la represa de El Zapotillo.
Las empresas buscan la paz social, su paz social, enarbolando la bandera de la pulcra y bendita responsabilidad social corporativa.
“Que, ¿qué paz querían? –se preguntaron en el Mixtón los guerreros cuando les invitaron a su rendición–, pues ellos estaban quietos en su tierra, que a qué venían a ella, que ya sabían venían para quitársela, que se fuesen, que eran gallinas y comegallinas, y que todas las que tenían se las habían acabado…”

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/03/20/index.php?section=opinion&article=019a2pol

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