La inevitable crisis de los glaciares europeos
Por Ray Smith
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LUCERNA, Suiza, 22 jul (IPS) - Muchos de los glaciares de los Alpes podrían desaparecer en este siglo, y su retroceso inevitable afectará la hidrología de los principales ríos de Europa y agravará la escasez veraniega de agua, advierte un nuevo estudio.
Aunque los hielos de los glaciares de la cadena montañosa europea son llamados "eternos", la mayoría ha sufrido un retroceso constante en los últimos 150 años, y su reducción aumentó visiblemente a partir de la década de 1980.
El paso Furka en el centro de Suiza ofrece a los turistas justo debajo de su punto más elevado, la posibilidad de ingresar a una gruta de hielo cavada en el glaciar Ródano. Cada año, la entrada a la gruta se traslada unos metros más abajo de la montaña. Mediciones realizadas entre 1879 y 2010 revelan que el glaciar ha perdido 1.266 metros de su longitud original.
Los Alpes suizos reciben también el nombre de la "torre de agua de Europa". Sus glaciares guardan casi 60.000 millones de metros cúbicos. Matthias Huss, glaciólogo del Departamento de Geociencias de la alemana Universidad de Friburgo, explica que los glaciares cumplen una función equilibradora: "Liberan el agua exactamente cuando la necesitamos, y la almacenan en períodos de menor necesidad".
Esto significa que los glaciares conservan agua durante los meses fríos y húmedos del invierno boreal. De mayo a septiembre, la nieve y el hielo se derriten sobre la superficie de los glaciares y proporcionan el agua necesaria para la estación cálida y seca.
Ese mismo mecanismo compensa las variaciones entre los años. En años más fríos y húmedos los glaciares acumulan agua que liberan en veranos relativamente cálidos y secos como el de 2003.
Un nuevo estudio presentado por Huss en la revista científica Water Resources Research concluye que la proporción de agua de glaciar que corre por los principales ríos europeos es mayor de la que se suponía anteriormente.
"Comparé los datos de la escorrentía de los glaciares con… los de las cuatro principales vías de agua que se originan en los Alpes suizos", explicó el glaciólogo. El estudio se basa en mediciones realizadas a lo largo de los ríos Rin, Ródano, Pó y Danubio. La comparación permitió a Huss determinar la proporción relativa de agua de glaciar que corre por esos ríos.
"Por consiguiente, pude cuantificar cuánto podría reducirse la escorrentía de esos ríos en caso de que el aporte de los glaciares se pierda por completo", explicó.
El Ródano se origina en el Alto Valais, en Suiza, y pasa por el valle del Ródano y el lago Ginebra hacia Francia, y finalmente desemboca en el mar Mediterráneo por el delta de la Camarga cerca de Arlés, en el sur del territorio francés. El Ródano mide 813 kilómetros, y su cuenca de drenado abarca unos 100.000 kilómetros cuadrados.
Los cálculos de Huss revelan que la contribución que los glaciares realizaron en promedio en los últimos 100 años al Ródano representó 25 por ciento del total de su escorrentía. En agosto de 2003, en un verano sumamente caluroso y seco, esa proporción aumentó a 40 por ciento.
Los investigadores de la Oficina Federal de la Energía (OFEN) de Suiza están preparados para enfrentar las consecuencias hídricas que generará el cambio climático en los hogares suizos. FOEN presentó recientemente el Proyecto CCHydro, que procura brindar pronósticos detallados sobre el ciclo hidrológico y las escorrentías en este país europeo en las próximas décadas.
El director del proyecto, David Volken, dijo que entre 1996 y 2006 se derritieron anualmente 900 millones de metros cúbicos de agua de los glaciares. Prevé que la escorrentía aumente hasta 2050, y luego descienda rápidamente hacia fines del siglo.
"Debido al recalentamiento del clima, la nieve comenzará a derretirse un mes antes y las lluvias serán de 10 a 15 por ciento menores en el verano", agregó Volken.
En consecuencia, pronostica que el régimen de escorrentía de los ríos variará. "Habrá una mayor escorrentía en el invierno y menos en verano. En el futuro habrá menos agua disponible durante los veranos cálidos", advirtió el hidrólogo.
Huss también subrayó que el panorama actual es engañoso. "Debido al cambio climático ahora recibimos más agua de los glaciares que lo habitual, ya que se están derritiendo. A primera vista parecería que no existe problema", dijo.
Pero el científico advirtió que eso pronto cambiará y que los glaciares existentes no podrán proporcionar el agua suficiente durante los meses estivales.
Huss reconoce que existen grandes incertidumbres sobre el tema, pero "lo seguro es que los glaciares se reducirán masivamente. Incluso en el mejor de los escenarios climáticos –el cual es improbable– los glaciares perderán más de 70 por ciento de su tamaño hacia fines del siglo".
¿Y qué ocurrirá en el peor de los escenarios climáticos? "Ya no quedarían más glaciares", sentenció.
Huss calcula que las cuencas glaciarizadas podrían contribuir entre 55 y 85 por ciento menos agua a los ríos para fines del siglo XXI. "Aun si pudiera estabilizarse el clima en el nivel actual veríamos un retroceso drástico de los glaciares, y su capacidad de almacenamiento se limitaría en forma extrema o se perdería totalmente", afirmó.
La humanidad se verá obligada a adaptarse a la inevitable reducción glaciar. Los déficits hídricos sucederán con mayor frecuencia y las consecuencias económicas podrían ser severas, advierte el estudio. En especial, el sector agrícola padecerá graves desafíos y las comunidades tendrán dificultades para mantener la provisión de agua potable.
Volken, de OFEN, dice que deberá reforzarse la eficiencia del consumo de agua en el sector agrícola. También serán inevitables los ajustes en la explotación de la superficie agrícola, agregó.
Volken sugiere optimizar el agua potable mediante la integración regional y estrategias nuevas, como la conexión de las redes hídricas a un mínimo de dos cursos de agua independientes. Como medidas adicionales, el hidrólogo menciona la construcción de más represas en las montañas o la acumulación sistemática del agua en la tierra
El paso Furka en el centro de Suiza ofrece a los turistas justo debajo de su punto más elevado, la posibilidad de ingresar a una gruta de hielo cavada en el glaciar Ródano. Cada año, la entrada a la gruta se traslada unos metros más abajo de la montaña. Mediciones realizadas entre 1879 y 2010 revelan que el glaciar ha perdido 1.266 metros de su longitud original.
Los Alpes suizos reciben también el nombre de la "torre de agua de Europa". Sus glaciares guardan casi 60.000 millones de metros cúbicos. Matthias Huss, glaciólogo del Departamento de Geociencias de la alemana Universidad de Friburgo, explica que los glaciares cumplen una función equilibradora: "Liberan el agua exactamente cuando la necesitamos, y la almacenan en períodos de menor necesidad".
Esto significa que los glaciares conservan agua durante los meses fríos y húmedos del invierno boreal. De mayo a septiembre, la nieve y el hielo se derriten sobre la superficie de los glaciares y proporcionan el agua necesaria para la estación cálida y seca.
Ese mismo mecanismo compensa las variaciones entre los años. En años más fríos y húmedos los glaciares acumulan agua que liberan en veranos relativamente cálidos y secos como el de 2003.
Un nuevo estudio presentado por Huss en la revista científica Water Resources Research concluye que la proporción de agua de glaciar que corre por los principales ríos europeos es mayor de la que se suponía anteriormente.
"Comparé los datos de la escorrentía de los glaciares con… los de las cuatro principales vías de agua que se originan en los Alpes suizos", explicó el glaciólogo. El estudio se basa en mediciones realizadas a lo largo de los ríos Rin, Ródano, Pó y Danubio. La comparación permitió a Huss determinar la proporción relativa de agua de glaciar que corre por esos ríos.
"Por consiguiente, pude cuantificar cuánto podría reducirse la escorrentía de esos ríos en caso de que el aporte de los glaciares se pierda por completo", explicó.
El Ródano se origina en el Alto Valais, en Suiza, y pasa por el valle del Ródano y el lago Ginebra hacia Francia, y finalmente desemboca en el mar Mediterráneo por el delta de la Camarga cerca de Arlés, en el sur del territorio francés. El Ródano mide 813 kilómetros, y su cuenca de drenado abarca unos 100.000 kilómetros cuadrados.
Los cálculos de Huss revelan que la contribución que los glaciares realizaron en promedio en los últimos 100 años al Ródano representó 25 por ciento del total de su escorrentía. En agosto de 2003, en un verano sumamente caluroso y seco, esa proporción aumentó a 40 por ciento.
Los investigadores de la Oficina Federal de la Energía (OFEN) de Suiza están preparados para enfrentar las consecuencias hídricas que generará el cambio climático en los hogares suizos. FOEN presentó recientemente el Proyecto CCHydro, que procura brindar pronósticos detallados sobre el ciclo hidrológico y las escorrentías en este país europeo en las próximas décadas.
El director del proyecto, David Volken, dijo que entre 1996 y 2006 se derritieron anualmente 900 millones de metros cúbicos de agua de los glaciares. Prevé que la escorrentía aumente hasta 2050, y luego descienda rápidamente hacia fines del siglo.
"Debido al recalentamiento del clima, la nieve comenzará a derretirse un mes antes y las lluvias serán de 10 a 15 por ciento menores en el verano", agregó Volken.
En consecuencia, pronostica que el régimen de escorrentía de los ríos variará. "Habrá una mayor escorrentía en el invierno y menos en verano. En el futuro habrá menos agua disponible durante los veranos cálidos", advirtió el hidrólogo.
Huss también subrayó que el panorama actual es engañoso. "Debido al cambio climático ahora recibimos más agua de los glaciares que lo habitual, ya que se están derritiendo. A primera vista parecería que no existe problema", dijo.
Pero el científico advirtió que eso pronto cambiará y que los glaciares existentes no podrán proporcionar el agua suficiente durante los meses estivales.
Huss reconoce que existen grandes incertidumbres sobre el tema, pero "lo seguro es que los glaciares se reducirán masivamente. Incluso en el mejor de los escenarios climáticos –el cual es improbable– los glaciares perderán más de 70 por ciento de su tamaño hacia fines del siglo".
¿Y qué ocurrirá en el peor de los escenarios climáticos? "Ya no quedarían más glaciares", sentenció.
Huss calcula que las cuencas glaciarizadas podrían contribuir entre 55 y 85 por ciento menos agua a los ríos para fines del siglo XXI. "Aun si pudiera estabilizarse el clima en el nivel actual veríamos un retroceso drástico de los glaciares, y su capacidad de almacenamiento se limitaría en forma extrema o se perdería totalmente", afirmó.
La humanidad se verá obligada a adaptarse a la inevitable reducción glaciar. Los déficits hídricos sucederán con mayor frecuencia y las consecuencias económicas podrían ser severas, advierte el estudio. En especial, el sector agrícola padecerá graves desafíos y las comunidades tendrán dificultades para mantener la provisión de agua potable.
Volken, de OFEN, dice que deberá reforzarse la eficiencia del consumo de agua en el sector agrícola. También serán inevitables los ajustes en la explotación de la superficie agrícola, agregó.
Volken sugiere optimizar el agua potable mediante la integración regional y estrategias nuevas, como la conexión de las redes hídricas a un mínimo de dos cursos de agua independientes. Como medidas adicionales, el hidrólogo menciona la construcción de más represas en las montañas o la acumulación sistemática del agua en la tierra