El sistema “alimentario” industrial no alimenta
Como reivindica La Vía Campesina, son las redes campesinas quienes alimentan a la mayoría del mundo, previenen el cambio climático y enfrían el planeta. Explicamos las bases de estas estimaciones en el documento del Grupo ETC “ Quien nos alimentará: la cadena industrial o las redes campesinas de alimentos”.
Por Silvia Ribeiro
Aunque la FAO (Naciones Unidas) reconoce esta realidad –incluso desde hace una década afirma que la agricultura familiar es responsable del 80 por ciento de la alimentación global– se ha renovado una disputa de algunos académicos y de la industria de agronegocios, que intentan establecer que la agricultura de pequeña escala solamente produce solamente un tercio de los alimentos globales. La propia FAO asumió uno de esos estudios publicados en 2021 como propio, en contradicción con sus posturas anteriores. Un grupo de organizaciones de investigación independiente contestamos esto en el documento El campesinado sigue alimentando al mundo, aunque la FAO diga lo contrario. (Grupo ETC, febrero 2022).
Si fuera verdad que la agricultura de pequeña escala solo produce un tercio, eso significaría que las grandes propiedades agrícolas producen dos terceras partes de los alimentos y que las grandes explotaciones agrícolas serían más productivas y eficientes que las pequeñas parcelas, las parcelas comunitarias, etc.
Pero, como explica Grain, esto no se sostiene en la realidad. Para empezar, existen numerosos estudios que muestran que las parcelas campesinas e indígenas, los territorios de bosques con múltiples formas de obtención de alimentos y otras formas de pequeña escala son mucho más productivos en totalidad que las grandes explotaciones. Aunque puedan tener una producción menor de un determinado cultivo por hectárea si se la compara con cultivos industriales, a menudo en esa misma superficie hay una enorme diversidad de otros cultivos, plantas comestibles y/o medicinales, peces y otros animales, abejas, insectos, que en conjunto proveen mucho más alimentos y medios de subsistencia que una hectárea de producción en monocultivo industrial, que además, por su alto uso de agrotóxicos, elimina todo lo que hay alrededor. Un ejemplo claro de estas pequeñas parcelas altamente diversas y productivas es el sistema de milpas en las comunidades indígenas y campesinas en Mesoamérica.
Al otro extremo, las grandes explotaciones agrícolas se basan en la uniformidad, las semillas híbridas, transgénicas y patentadas, el uso de grandes maquinarias que compactan los suelos, la introducción en aumento de sistemas automatizados y digitalizados que sustituyen a los agricultores y trabajadores, etc.
Pero además de la controversia sobre productividad, Grain plantea otro tema muy importante que a menudo pasa inadvertido: ¿qué es lo que produce realmente la agricultura industrial? “Las grandes explotaciones agrícolas producen materias primas agrícolas, principalmente para los mercados internacionales. Se centran en productos con los cuales pueden obtener las mayores ganancias. Esto incluye plantaciones de cultivos que las personas no comen (algodón, caucho), cultivos usados para alimentación animal y biocombustibles industriales (maíz industrial, soja), o cultivos que proveen ingredientes para alimentos altamente procesados y no saludables, como el aceite de palma, soja y azúcar. Ninguno de estos es un alimento de buena calidad nutricional”. ( La gran agricultura no alimenta al mundo, Grain, 2022).
Al respecto, un estudio de Emily Cassidy, de la Universidad de Minnesota, muestra que solamente 55% de las calorías que provienen de cultivos agrícolas van directamente a la alimentación, 36% se usa para forrajes de ganado industrial y 9% para combustibles que alimentan autos, no personas. Esto si se toma un promedio global. En países de grandes extensiones de agricultura industrial, como Estados Unidos, solamente el 27% de las calorías que se cultivan van a la alimentación de personas, 67% se destina al ganado. Del maíz cultivado en ese país, más del 40 por ciento se usa para combustibles. En contraste, en la India, que es uno de los países del mundo donde la mayoría de la producción proviene de agricultura campesina y de pequeña escala, el 90 por ciento de la producción se destina directamente a la alimentación de las personas.
Al mismo tiempo, aunque los forrajes para cría industrial de ganado (pollos, cerdos, vacas) también son parte de la alimentación, esa forma de alimentación es altamente ineficiente. Se necesitan 100 calorías de cultivos para producir 12 calorías provenientes de pollos y solamente 3 calorías de carne vacuna.
La investigación citada del grupo ETC, que toma en cuenta el estudio de Cassidy y otras fuentes, concluye que de cada 100 calorías que provienen de la cadena industrial de alimentos, solamente 24 calorías llegan a la gente. En promedio global, 44 por ciento se destinan a la producción de carne, 9 por ciento se destina a agrocombustibles industriales, 15 por ciento se pierde en transporte y almacenamiento y 8 por ciento se desperdicia en los hogares.
El equipo de Cassidy propone que en lugar de medir rendimientos por hectárea, una medida mucho más útil sería medir cuántas personas se alimentan con una hectárea. Esto cambia totalmente la perspectiva, ya que en todas partes, la agricultura campesina alimenta más personas por hectárea que la agricultura industrial, porque ésta no se dedica fundamentalmente a producir alimentos, sino las mercancías que le aporten mayores ganancias.
Fuente: Desinformémonos