UTT Patagonia: vientos de soberanía alimentaria
Feriazos, compras comunitarias, articulación entre productorxs y vecinxs y almacenes con precios populares son algunas de las aristas que desde hace tres años se articulan en el trabajo de la UTT Patagonia. Un viaje a los territorios donde brotan otras formas de producir y de vivir.
por Gioia Claro
Fotos: Roxana Sposaro
Al menos cuatro variedades de miel en la estantería de madera. Más abajo, varios estilos de fideos, una decena de marcas de yerba que se van alternando, arroz, polenta, legumbres. Arriba, los frasquitos de propóleo y polen. Los dulces: mosqueta, frambuesa, murra, arándanos, sauco. A un costado, un mostrador refrigerado expone quesos pategrás y cremoso. En el resto del espacio, las frutas y verduras agroecológicas llenan de color y aroma el espacio que antes era un modesto local vacío en una esquina escondida de un pequeño pueblo patagónico.
Lo que la tierra ofrece en cada época del año y también lo que trabajadores y trabajadoras producen, se encuentra en estos almacenes agroecológicos que acercan y llevan alimentos de un rincón a otro de este vasto y rico territorio. Circula allí el trabajo cooperativo de familias y asociaciones productoras. Comunidades que tejen redes justas de comercialización en pos de la soberania alimentaria. Un sueño que echa raíces hace tres años en la Patagonia y que permite vislumbrar otros futuros posibles y construir un presente más justo para las familias productoras.
La consolidación de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT) en la región más austral de la Argentina tiene detrás historias personales, horizontes transformadores como motor cotidiano para el trabajo y algunos conceptos que parecen fuera de la agenda mediática: cooperativismo, justicia social y modos de vida alternativos al modelo extractivista
El sur también (se) alimenta
Juan Pablo Acosta venía de la experiencia productiva de la UTT en el sur del conurbano bonaerense (La Plata, Florencio Varela, Berazategui) y había participado en la construcción de la primera colonia agroecológica en Jáuregui, en las cercanías de Luján. Pero al llegar a El Hoyo (Chubut) con su familia, el panorama era distinto. Corría 2016. Explica: “Acá nos encontramos con un sector de la agricultura familiar, campesina, indigena que tiene una enorme tradición ganadera y que está sobre todo en la meseta, organizada en cooperativas. Ahí había un sector con el que no habíamos trabajado aún”.
Los años de permanencia en la Patagonia le sirvieron a Juan Pablo para conocer de cerca el entramado social y productivo: “Uno de los principales problemas de la Patagonia es el abastecimiento de insumos y alimentos. Me atrevo a decir que acá no se produce ni la mitad de lo que se consume. Entonces, uno de los enormes desafíos era el abastecimiento extra regional de todo lo que no se produce en la zona, ya sea insumos o alimentos. El mercado acá está gobernado por los monopolios, grandes estructuras concentradas de comercialización que ponen los precios de la zona”.
El referente patagónico de la UTT se refiere al rol que cumplen en la zona. Aunque no se dediquen a “comprar y vender”, cuando surge un asunto que afecta a productores y productoras, intervienen con un sentido colectivo: “Como organización gremial que lucha para mejorar la vida de los campesinos y las campesinas, vimos que (el abastecimiento de alimentos) era algo que debíamos atender, sobre todo en una Argentina con hambre”.
Actividad apícola en la Comarca Andina del Paralelo 42.
Más de la mitad de la regional Patagonia está integrada por familias crianceras que producen ganado ovino y caprino, chivos y ovejas. En torno a eso fueron organizándose y construyeron grupos de venta en conjunto, como existe en Cushamen o como el caso de la Cooperativa Peñi Mapuche de Ñorquinco, compuesta por más de 120 familias dedicadas a la comercialización de lana y cordero.
Trabajo de abeja
Entre los pastos altos de la chacra a la que acababa de mudarse, Mariana Chávez encontró algunas colmenas abandonadas. Once años atrás, recién llegada a ese pueblo cordillerano del noroeste de Chubut llamado Epuyén (en mapuzungun, “dos que van”), no sabía nada de abejas ni de apicultura. Se puso una gorra, se cubrió con un tul y se animó a mirar de cerca el trabajo incansable de las fabricantes de miel.
Después se anotó en unas jornadas de capacitación apícola que se daban en la localidad y comenzó a acompañar a estos pequeños seres reproductores de biodiversidad. Descubrió también que existía una asociación de productores apícolas en la zona y colectivamente pusieron en marcha una sala de extracción que estaba en desuso. Mariana se formó como apicultora, con sus compañeros y compañeras realizaron cursos, eventos, ferias, talleres, clases. En este camino asociativo, un día recibieron una invitación de la UTT.
Mariana recuerda: “Cuando escuché las palabras 'unión' y 'trabajadores', me senti identificada. Y allá fuimos con cuatro compañeros. Quedamos flasheados con lo que escuchamos. Era una organización para hacer cosas. Si bien todos habíamos transitado una militancia, aquí se proponía algo desde la acción, era algo superador. Volvimos a la asociación y en asamblea decidimos conformarnos dentro de la UTT”. Aquel momento fundacional se dio tres años atrás.
¿Cuál era la propuesta? “Un trabajo que hacemos todes para todes. Nadie dirige. Trabajamos y construimos colectiva y cooperativamente los caminos para avanzar. Antes, lo primero en que pensaba era miel: un alimento premium, un valor agregado por ser de Patagonia, habilitar mi marca individual. Pero transitando en la organización me fui nutriendo del aprendizaje colectivo, el respeto y el encuentro con el otro”.
Si bien ya venían con una lógica cooperativa y asociativa de trabajar las colmenas entre varixs, la llegada de la UTT les aportó dos elementos: “el concepto de soberanía alimentaria y la esperanza en la acción concreta de cambiar el modelo”. Lo que cambió en ella: “Empecé a entender que como persona, el proceso era hacia la despersonalización del producto. Que lo que importaba era llegar a muchas personas”.
Tres años para acá, Mariana es una integrante activa de la Asociación Apícola de la Comarca y también referenta de la UTT Patagonia. Para ella, el mayor logro de la organización en la zona es impulsar el cooperativismo (“por lo que implican los recorridos, las distancias, para que lleguen las cosas, para moverse, para conseguir insumos”). El gran aprendizaje: “Si me junto con otres, tengo más posibilidades. Eso fue un crecimiento personal enorme. Hoy a las personas que se suman trato de transmitirles esta mirada, lo mismo en la escuela donde doy clases, tratar de transmitir a les jóvenes lo importante de juntarse con otres, del trabajo conjunto para hacer un alimento sano para muchas personas”.
Desde los territorios
Las primeras acciones en la zona fueron los Corderazos, que buscaban poner en evidencia la falta de políticas públicas para resolver la comercialización de corderos, que en la región está en manos de las grandes estructuras comerciales de siempre mientras los productores quedan a merced de la venta de los animales a precios muy bajos e injustos. “Con el tiempo pudimos ir ordenando las faenas, generando distribución con frío y despacho a culata de camión a precio más bajo”, explica Juan Pablo.
Menciona un hecho concreto: en mayo del año pasado llegaron a Buenos Aires con más de 500 corderos que se agotaron en pocas horas en el mercado agroecológico de la UTT en Avellaneda. Cuenta: “Fue una fiesta. Fue de punta a punta llevado adelante por la organización, sin ningún apoyo estatal. Se contrató el camión con frío privado, el frigorífico privado, se hicieron los fletes cortos, sin ningún subsidio de nada. Una experiencia histórica. Demostramos que la carne puede estar más barata y que, en realidad, cuando se saca el alimento de la especulación pasan estas cosas”.
En resumen, el kilo de “carne agroecológica producida por familias campesinas”, con casi dos mil kilómetros de flete con frío, sale igual o más barato que el kilo de novillo pampeano de feedlot (alimentado con granos con agrotóxicos) que suele comercializarse en las carnicerías de barrio.
¿Qué sucedería si la dirigencia política mirara estos procesos y les diera escala con distintos tipos de recursos estatales? Juan Pablo: “Lo que hacemos nosotros y nosotras no le resuelve el problema al sector, pero son experiencias que muestran que hay otra forma de hacer las cosas, donde se lleva un poco de justicia social a los territorios. Las y los trabajadores tenemos voz propia, nos representamos a nosotros mismos y decimos claramente qué necesitamos”.
La “lucha reivindicativa y económica” que lleva adelante la UTT se formalizó en 2018, cuando se creó la Regional Patagonia. La primera articulación se construyó con la cooperativa Puerto Patriada de El Hoyo. Luego se fueron integrando más organizaciones, como la Asociación Apícola de la Comarca, que abarca el noroeste de Chubut y el sur de Río Negro. Luego se sumó la cooperativa Peñi Mapuche de Ñorquinco.
“Hace un tiempo hemos llegado a Río Colorado articulando con una base frutihortícola bastante grande, de más de 30 familias, y hace dos o tres meses venimos trabajando también con un grupo de productores frutihortícolas de Junín de los Andes, y también cooperativas apícolas de San Martín de los Andes y Aluminé”, enumera el referente. El método de trabajo elegido: “Vamos a los territorios, escuchamos a las y los productores, nos cuentan cuáles son sus problemas, qué les pasa y los resolvemos colectivamente junto con ellos”.
Roberto Thalmann es productor en Lago Puelo y toda su vida trabajó en la chacra cosechando verduras y vendiéndolas en las ferias. “Nos enteramos que estaba la UTT en la Comarca y que traían frutas y verduras orgánicas de otras provincias de la Argentina, acortando el pasamanos entre el te compro y te vendo y permitiendo al productor vender a casi el valor final, sin que haya tanta gente en el camino que le agregue su ganancia”, dice. ¿El beneficio? “Eso permite que al consumidor le llegue a un precio relativamente barato y al productor a un precio bastante interesante”. Sobre el vínculo con la organización: “Nos conocían como productores, nos juntamos a hablar. Nos parece interesante su propuesta y cómo ayudan a los productores”.
Almacenes, compras comunitarias y otras lógicas comerciales
El “espacio que antes era un modesto local vacío en una esquina escondida de un pequeño pueblo patagónico” del que se habla al comienzo de la nota es, en concreto, el almacén que tiene la UTT en El Hoyo. Juan Pablo se refiere al valor que tiene: “El almacén es un espacio muy flexible y dinámico que nos permite integrar la articulación que tenemos con productores locales para el abastecimiento y con proyecciones a abastecer e intercambiar en otros lugares. Ahí centralizamos los camiones que llegan y las ventas que van a la meseta, Esquel y la Comarca, y a las familias que se organizan en los mercados rurales de los parajes de la zona. A la vez, hacemos llegar la producción de la zona a Buenos Aires, como dulces, miel, conservas, propóleo y pólen, en un intercambio interno dentro de la organización y con otras cooperativas compañeras”.
Fue así como empezaron a construir una respuesta al “cuello de botella” que tenían los productores y las productoras en ese momento, que era la comercialización. “Los ingresos son diferentes cuando podés mandar, por ejemplo, 800 frascos de miel a Buenos Aires”, explica Mariana. Con el esfuerzo multiplicado de cada región, con su propia producción local y afianzando las canales propios de distribución, han ido construyendo “una verdadera red de almacenes y comercialización nacional cooperativa”.
Otra pata de trabajo de la UTT en la Patagonia son las compras comunitarias. Juan Pablo explica: “Los pobladores de esta región hacen compras comunitarias históricamente. Nosotros como organización no inventamos nada, tomamos lo que hace el pueblo y acompañamos. Lo que sí hicimos fue articular esas compras entre las cooperativas nuestras que producen alimentos y familias vecinas”. Además de llegar a organizaciones propias, se vinculan con otras: en Comodoro Rivadavia, por ejemplo, son vecinas y vecinos organizados que hacen grandes compras comunitarias; mientras que en Puerto Madryn articulan con la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Universidad Nacional San Juan Bosco. “Nos vamos proyectando y construyendo otros espacios de comercialización, con otra lógica, otra formas”, dice el referente.
Productores y productoras de biodiversidad
“Nuestro valor agregado es la miel, pero trabajamos para mantener a las abejas vivas, para que polinicen y sigan reproduciendo el bosque nativo y los alimentos”, dice Mariana, la apicultora. Resalta que esa apuesta es “un cambio de paradigma, ya que la actividad del productor y productora apícola siempre fue muy individual y solitaria”. Amplía: “Nos fortalece trabajar de forma regional cooperativa y asociativa. Acá en la Patagonia nos vienen invadiendo con los pesticidas y las habilitaciones nefastas de productos de síntesis química que dejan tanto residuo, que parecen invisibles en lo inmediato pero son colapsadores de la biodiversidad. Es importante poder acercar nuestra mirada a la gente que por ahí todavía no se anima o que para animarse necesita encontrarse con más verdades, más realidades”.
La miel que producen en la Comarca de forma asociativa lleva la etiqueta de Flor Andina. Mariana: “Es la miel que paga cada uno de los socios y socias por extractar en una sala de uso asociativo. Cada uno deja un porcentaje de miel en la sala y esa miel se fracciona con la etiqueta asociativa”. Con el dinero recaudado es posible “mejorar la producción primaria, comprar materiales para las colmenas o mantener el equipamiento de sala y comprar algunos equipos”. Todo el proceso productivo de la miel y sus derivados, desde la extracción hasta la comercialización, se hace de una forma conjunta. “La UTT nos nuclea como productores y productoras más allá de cual sea nuestra producción primaria, en pos de la soberanía alimentaria y en pos de la agroecología, para mostrar que otro modelo es posible, porque es el que vivimos cada día y el que hacemos con nuestro trabajo”.
La Asociación Apícola de la Comarca, bajo el paraguas de la UTT, presentó un proyecto para poner al rescate 200 colmenas de abejas en Parques Nacionales. Por otra parte, Mariana acompaña el desarrollo de la red de productorxs también en Neuquén, a través de la vinculación con las cooperativas apícolas de San Martín de los Andes y la Asociación Apícola de Aluminé. Dice: “Estamos trabajando articuladamente en forma regional y acompañando el desarrollo de la base de Neuquén que recién comienza su desarrollo, hoy como punto de encuentro, información, de conformación, donde la gente se acerca a preguntar qué es la UTT”.
En la región patagónica, alejada de los grandes conglomerados urbanos, son los colectivos y las organizaciones que están en los territorios quienes bregan por superar las distintas problemáticas que se dan, desde una construcción colectiva. Mariana apunta: “Es un desafío muy interesante poder dialogar y contar esto. Cuando una invita a una reunión, ve que la gente está cansada y quizás piensa que le va a hablar un técnico y le va a decir cómo tiene que hacer las cosas. Pero desde la UTT y desde la Asociación Apícola sabemos que todos tenemos para compartir algo, una experiencia, un saber, una sabiduría ancestral, entonces el trabajo se vuelve realmente nutritivo”.
La referenta repite la palabra “nutritivo”. ¿Qué significa el cooperativismo? “Es la forma de encontrarse con el otro y complementarse. Lo más complejo es ir todos juntos: verse, escucharse, respetarse. Es una posibilidad enorme que tenemos y abrazamos cada vez más”.
Alimentar la lucha
Además del trabajo en torno de la soberanía alimentaria, en la UTT hay una tarea de articulación con las organizaciones y movimientos sociales que están resistiendo en los territorios a la lógica extractiva capitalista y proponen otros modelos para el buen vivir. “Con el No a la Mina de Esquel creamos un Nodo Soberano en esa localidad, constituido por ambas organizaciones”, explica Juan Pablo.
El día 4 de cada mes, cuando se realiza la histórica marcha en contra la megaminería, despachan alimentos a Esquel. “Es otra forma de encontrarnos y alimentar y apoyar esa lucha contra el extractivismo”, dice el referente. También articulan con ATE El Bolsón: realizan en conjunto Feriazos y envían bolsones agroecológicos a esa localidad rionegrina con productos a precios populares. Allí, en El Bolsón, la asociación está acondicionando un galpón como punto de comercialización adicional al almacén de El Hoyo, en Chubut.
La producción intensiva, despersonalizada, manipulada por tantas sustancias y una cadena intermiable de transporte, nos fue desacostumbrando a exigirle a las cosas su verdadero aroma, su gusto único y particular. Pero también volvió difuso el reconocimiento en ese fruto del valor del trabajo de las personas que se levantan todos los días a producir el 60% de los alimentos que circulan en el país, “la mayoría sin ninguna ayuda estatal y alquilando una tierra para producir y vivir dignamente”, como apunta Juan Pablo.
Desde el sur del país y del continente, la soberanía alimentaria también se expresa en la lucha contra el hambre del pueblo argentino. En tres años de trabajo, la UTT Patagonia ha movilizado alrededor de 800.000 kilos de alimentos cooperativos, incluso en tiempos de aislamiento social, bajo el formato de compras comunitarias. El alcance de esa labor se expresa en números concretos: más de 3.000 familias de 15 localidades de Neuquén, Río Negro y Chubut involucradas en los Alimentazos y una docena de organizaciones cooperativas y asociaciones de productorxs patagónicxs (alrededor de 250 familias) que ingresaron al mercado local y nacional reforzando vínculos cooperativos y respetuosos del trabajo de la tierra.
¿Qué falta para seguir avanzando? La UTT reclama una Ley de Acceso a la Tierra que les permita a lxs pequeñxs productorxs contar con terrenos propios a través de créditos blandos, un equivalente al ProCreAr para la ruralidad. Juan Pablo: “No solo es una respuesta frente a las necesidades de nuestro sector, sino que también se propone como una solución a la crisis alimentaria que hoy vive nuestro país. Con tierra propia, los pequeños productores pueden producir alimentos agroecológicos de calidad y a precios justos para el pueblo argentino y garantizar el acceso de todas las familias argentinas a una alimentación sana, segura y soberana. Ésta es la política pública que necesitamos en nuestros territorios”.
Fuente: https://revistacitrica.com.ar/utt-patagonia-soberania-alimentaria.html