Crisis capitalista: El corralito que viene, la barricada que va





J. M. Álvarez

Que sí, que cada vez está más claro. Todo apunta a que estamos ante la crisis final del capitalismo que predijo Marx. Ni medidas anticrisis, ni expolio al proletariado, ni deuda pública, ni zarandajas que valgan. El capitalismo está en sus últimos estertores, España es un ejemplo de ello. Ayer, la respuesta a las soluciones implementadas por el Ejecutivo “socialista”, fue la mayor caída de la Bolsa desde octubre de 2008, afectada por las dudas, no sólo sobre la recuperación española, sino de la europea en general.

El diario Financial Times no cree que los recortes sociales adoptados por España, funcionen, e insiste en la necesidad de reformar un “rígido” mercado laboral. O sea: nuevos ataques contra los trabajadores. Las medidas de ahora, afectarán el poder adquisitivo de los más débiles y provocarán la caída del consumo. Cerrarán más pequeñas empresas, tendrán que subir los impuestos y, en consecuencia, el consumo seguirá cuesta abajo en una espiral sin salida. Según el rotativo británico la situación real de España es "una estrategia económica estéril, con los bancos expuestos a ella. Oído al parche: La banca expuesta, lo dicen ellos mismos.

Contra el corralito que viene, la barricada que va. Esto no se soluciona dejando de votar por el partido de derechas "A" y optando por el "B", el “C” y todas las letras del abecedario que ustedes quieran. La clase obrera no debe participar en las mascaradas electorales burguesas porque, entre otras cosas, no son sus elecciones. Repito más de lo mismo: Hay que exigir en la calle, la expropiación de la Banca privada antes de que desaparezca el dinero que nos han robado, y la creación de un Gobierno Provisional que barra a los ladrones. El capitalismo es un barco viejo que hace aguas por todas partes.

Argenpress

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué