Cómo minimizar el daño ambiental en los ríos utilizando humedales artificiales






¿Somos conscientes de la importancia del agua en el mundo y de la importancia de la biodiversidad?, ¿Somos conscientes de que millones de personas carecen de acceso al agua potable?, ¿Somos conscientes de cuántos millones de personas mueren cada año, principalmente niños, de enfermedades causadas por el agua insalubre?
El agua dulce es el recurso renovable más importante, pero la humanidad está utilizándolo y contaminándolo más rápidamente de lo necesita para reponerse. Efectivamente, las aglomeraciones en las grandes ciudades, la mejora en la calidad de vida, el rápido desarrollo industrial, el incremento del turismo y la agricultura, las actividades de ocio, entre otras acciones. Hacen que este escaso porcentaje se vaya reduciendo de forma natural y que su composición se vea notablemente alterada. Para agravar el problema, el ciclo hidrológico es cada vez menos previsible.
La contaminación de las aguas es uno de los factores más importante que rompe la armonía entre el hombre y su medio, no sólo de forma inmediata sino también a medio y a largo plazo; por tanto, la prevención y lucha contra dicha contaminación constituye actualmente una necesidad de importancia prioritaria.
Los problemas del agua se centran tanto en la calidad como en la cantidad. La comunidad debe conocer la importancia de la calidad de la misma y esa misma comunidad de encargarse de su cuidado y preservación.
Por este motivo principal, luchar contra la contaminación de los ríos es algo de vital importancia, no sólo para la protección del propio ambiente, sino de la fauna y de la vegetación que vive en ellos.
Merecer el río significa saber hacer uso de él, amarlo, amar sus habitantes, su medio y fundamentalmente desear que nunca deje de ser lo que es hoy, para nuestros hijos y nuestros nietos; y actuar en consecuencia. Merecer el río significa respetar las reglamentaciones, educarse para adoptar una actitud que contribuya a mejorar las condiciones del mismo.
Los ríos, por su capacidad de arrastre y el movimiento de las aguas, son capaces de soportar mayor cantidad de contaminantes. Sin embargo, la presencia de tantos residuos domésticos, fertilizantes, pesticidas y desechos industriales altera la flora y fauna acuáticas. En las aguas no contaminadas existe cierto equilibrio entre los animales y los vegetales, que se rompe por la presencia de materiales extraños. Así, algunas especies desaparecen mientras que otras se reproducen en exceso. Además, las aguas adquieren una apariencia y olor desagradables. Los ríos constituyen la principal fuente de abastecimiento de agua potable de las poblaciones humanas. Su contaminación limita la disponibilidad de este recurso imprescindible para la vida. 
En todo el mundo se han construido en los últimos años numerosos humedales artificiales. Su uso está especialmente extendido en los Estados Unidos de Norteamérica y en el norte de Europa, y se ensayan e investigan diferentes estructuras de humedales artificiales para conseguir los mejores resultados. Optimizarlos es importante, especialmente en zonas en que el suelo es caro y escaso con objeto de incrementar su eficiencia.
Estos sistemas sirven para mitigar la contaminación del agua en el ambiente, para depurar los efluentes de pequeños núcleos urbanos antes de que vayan a parar a los ríos, para tratar aguas residuales de industrias, de zonas mineras, o para reducir el impacto de la agricultura.
Son, además, una alternativa ecológica puesto que no requieren prácticamente energía para su funcionamiento, no producen residuos y al tener vegetación, pueden contribuir a reducir el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.
Se ha demostrado que los humedales artificiales pueden eliminar muchos de los contaminantes que hay en las aguas, como los patógenos de origen fecal, metales pesados, plaguicidas y fertilizantes de origen agrícola, ácidos volátiles y compuestos con azufre, responsables del mal olor de las aguas y, incluso, contaminantes emergentes como los fármacos.
Así es como comenzó mi preocupación por el río Areco en la Localidad de Carmen de Areco – Provincia de Buenos Aires. Todo comenzó en Enero del 2005, me llevaron a conocer el Balneario de la Ciudad de Carmen de Areco. Ese mismo día, me di cuenta que algo no andaba bien por la cantidad de espuma blanca que tenia el cauce a la altura de un pequeño salto. Los detergentes producen espumas y añaden fósforo al agua (eutrofización). Disminuyen mucho el poder autodepurador de los ríos al dificultar la actividad bacteriana. Prosiguió desde junio del 2005 hasta primeros días de septiembre del 2006, con el programa de ecología “El Planeta Azul” emitido por FM Síncope. Durante todo el ciclo de este programa, hablé cuantas veces pude sobre la contaminación de las aguas tanto superficiales como de las napas freáticas.
En noviembre del 2006, tome unas muestras del agua del río Areco para realizarles unos análisis físico/químicos para confirmar las dudas que tenía sobre la calidad de sus aguas.
Cuando se me entregaron las muestras que había llevado a analizar en la Facultad de Agronomía de la U.B.A – Cátedra de Edafología – en el Laboratorio de Análisis de Suelos, Aguas y Vegetales a cargo del Ingeniero Eduardo Vella.
Se me explicó que había que interpretar que estas aguas poseen un alto grado de salinidad. La salinidad es un factor ecológico de gran importancia ya que influye mucho sobre los tipos de organismos que podrán vivir en esos cuerpos de agua. La salinidad influye sobre las especies de plantas que podrán vivir en determinada agua, o en tierras humedecidas con determinadas aguas, me estoy refiriendo al uso de aguas para el riego de chacras, campos o estancias.
Una de las muestras dio como resultado que las aguas contienen una cantidad importante de fósforo: 1,12 ppm. El fósforo, da origen a nutrientes vegetales que, pueden ser contaminantes. Cuando penetran en el agua, contribuyen a la formación de algas, de la misma forma en que lo hacen los nitratos. De hecho, el fósforo es el elemento cuya falta restringe el crecimiento de las plantas acuáticas. Al incorporar fósforo al agua de un río o lago se acelera el crecimiento de las algas, lo que, finalmente, daña el ecosistema por la disminución de los niveles de oxígeno que tiene lugar una vez que las algas mueren.
Los fósforos provienen de diversas fuentes, las más comunes de las cuales son los detergentes. Otros aportes de fósforo a las redes de agua superficiales y subterráneas provienen del escurrimiento procedente de los establecimientos de engorde de ganado de corral, de la erosión de los suelos, de los sistemas cloaca les y aguas servidas y del excesivo uso de fertilizantes en chacras, campos y estancias.
Al consultar a la Dra. Olga S. Heredia, de la Universidad de Agronomía de la UBA, sobre la cantidad de fósforo que se había detectado, respondió “Si usted se refiere a contaminación de agua para bebida, no existe una estándar de calidad con respecto al fósforo. Internacionalmente se ha establecido el valor de 0.100 ppm (USEPA) y en otros países (Holanda, Alemania) un valor de 0,05 ppm. Estos valores se basan en límites de calidad de agua que ingresan a cuerpos de agua como ríos, lagos o diques ya que dan origen a la eutoroficación, lo que aumenta la población de algas azul verdosas de las cuales hay especies que producen neurohepatotoxinas para animales y el ser humano, en otras palabras, los límites son de importancia ambiental”.
La Dra. Heredia, prosiguió con su explicación “De todas maneras, la muestra enviada por usted, están teniendo un aporte de fósforo que es importante, ya sea por la actividad agrícola o por carga orgánica y si se me pregunta si esta agua es apta desde el punto de vista ambiental le diría que NO”.
Es obvio, que desde el 2006 hasta la fecha, se ha hecho poco y nada por el río; es por esto que unas de las medidas que yo impulsaría para buscar su saneamiento, o por lo menos a ayudar a que la contaminación no lo convierta con los años en una cloaca a cielo abierto, como ha pasado con tantos arroyos y ríos en nuestro país. Es que se impulse el uso de humedales artificiales, en las proximidades de frigoríficos, chancherías y las más diversas industrias, para que las aguas residuales no desemboquen directamente en las causes del río.
¿Por qué utilizaría este sistema? Porqué los humedales artificiales actúan como filtros naturales. Ubicados entre la planta y los recursos acuáticos (ríos, lagos, lagunas), estos sistemas, además de no necesitar mantenimiento ni consumir energía eléctrica, cuestan menos que la cuarta parte de un sistema de tratamiento tradicional. Los humedales se construyen utilizando diferentes especies de plantas que abundan en la zona: totoras, repollitos de agua, camalotes o juncos.
Resulta evidente que la gravedad del problema abarca y compromete distintos sectores involucrados frente a los problemas que sufre un río que puede ofrecer todavía mejores posibilidades, de las que se aprovechan en estos momentos. Lo cierto es que, como en tantos otros casos, los argentinos disponemos en el Río Areco de un rico patrimonio y muy poco es lo que se hace por preservarlo. La lucha por el saneamiento es una batalla contra la corrupción, la burocracia, la incapacidad, la apatía y la mentira; es en definitiva una lucha emblemática contra la mediocridad.
El agua es un don que la naturaleza ofreció a la vida y a cada uno de nosotros. El 70% de nuestro cuerpo está compuesto de agua. Por ser todo esto, el agua constituye una de las metáforas más significativas de lo Divino que está en nosotros y en el universo y de la sacralidad de toda la vida. ¿Cómo cuidarla y no luchar por ella?

Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social – E-mail: cristianfrers@hotmail.com

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