Ciudad futura, grito ancestral
Indígenas acampan en Brasilia contra la minería que los desplaza y envenena
Las mineras los expulsan de sus tierras y los metales pesados que emplean en su extracción evenenan sus pescados y sus ríos. En Brasil existen varias etnias denominadas de indígenas “no contactadas” que sufren sin embargo el avance de las industrias extractivas y reclaman en plena capital de la potencia emergente, que sin embargo parece sorda a su pedido de auxilio.
Con el futurista diseño de la Brasilia de Niemeyer de fondo y los apurados burócratas de los ministerios poblando las vertiginosas calles a la hora del almuerzo para luego regresar a sus cubículos de cristal, un campamento con más de seis etnias provenientes de varios estados levantan su reclamo de que le devuelvan sus territorios.
Niños y niñas indígenas disfrutan del césped bien cortado de la anchísima avenida principal brasiliense mientras por oleadas los vehículos circulan tan cerca y tan lejos de esa realidad.
El líder de esa comunidad habla lo que estima será la lengua del futuro: “el portuñol”.
Usa muletas, debido a las heridas que le infirieron los guardias de seguridad del Ministerio al que pretendían ingresar para denunciar el despojo dos días antes de esta entrevista.
Lleva diez años en Brasilia, intentando llegar hasta el Parlamento con el reclamo de sus pueblos.
Y desde hace seis meses su gente acudió y se instaló en pleno frente al Palacio de Itamaraty, con decenas de carpas, siendo este uno de los pocos espacios públicos realmente ocupado por actividad humana en toda la ciudad futurista y vacía de peatones.
“El mercurio llega desde las mineradoras y se mete en el pescado, en el agua, en el baño, es como un cáncer ese mercurio.
Nosotros como pueblos indígenas no contactados no tenemos como comunicarnos y a quién pedir socorro” dice el líder de los reclamantes que piden un gesto de apertura del gobierno Lula.
En sus palabras con Radio Mundo Real también recuerda la lucha asimismo de las comunidades que resisten la megarepresa del Vale Do Rio Doce.
Entre las etnias de cazadores recolectores presentes en el campamento frente a la sede del ejecutivo de Brasil se encuentran los guajojara, los kraó, los atikun de Pernambuco, los mudunuku del estado de Amazona, los pankararu y los kurubu.
Es la hora de cierre de oficinas en un día viernes en Brasilia.
El zumbido de los vehículos que se atascan intentando llegar a los barrios alejados y las ciudades satélites donde se amontonan 25 veces más población que la originariamente prevista para esta meca arquitectónica, no logra ocultar los cantos y danzas de estas comunidades, que encienden nuevamente sus fogones al caer la tarde, sabedores de que la lucha será larga todavía.
Fuente: radiomundoreal.fm