Existió otra humanidad
ESCRITO POR FUSIÓN
Existen más de 80 testimonios recogidos por todo el planeta, a través de manuscritos, papiros, libros, etc. que hacen mención a un gran cataclismo que cambió radicalmente la configuración de la tierra y destruyó a la humanidad existente, hasta el punto de que sólo unos pocos miles se salvaron.
Al referirse a esa humanidad hablan de avances en campos como la medicina, la tecnología, la investigación genética, el dominio de las diferentes energías, el aprovechamiento de los recursos naturales, etc. que superaban con mucho el nivel de la actual humanidad.
Sin embargo, de todo aquello no quedó nada. Todo fue destruido. La actual humanidad tuvo que empezar de cero, excepto en lo que concierne a la “memoria” genética, es decir, lo que fue “archivado” en los genes y que pasó a la nueva humanidad en aquellos que se salvaron al gran cataclismo, más conocido como el Diluvio Universal.
Pero la “memoria” genética no es como la memoria que conocemos y que usamos todos los días. La “memoria” genética necesita tiempo para su “despertar” o su desarrollo, y eso fue lo que hizo que la humanidad actual evolucionara muy lentamente al principio para dar luego un gran impulso, muy rápido y también muy incontrolado.
La humanidad actual, y esto cualquiera que investigue lo puede constatar, sigue un desarrollo, en muchos campos, que es una copia de la humanidad anterior, pero, también como la anterior, poniendo en peligro el equilibrio del planeta, desafiando las leyes de la naturaleza, ignorando que el planeta, Gaia, es un ser vivo que es capaz de reaccionar con la violencia que lo hizo cuando destruyó a la anterior humanidad.
El problema es que el ser humano actual no evolucionó nada en aquellos aspectos que, como sucedió en el pasado, están relacionados con las Leyes de la naturaleza. Porque el ser humano puede evolucionar siempre y cuando respete lo sagrado. En caso contrario, su evolución se verá frenada en seco. Eso ya ocurrió y está a punto de volver a ocurrir.
La humanidad actual está repitiendo un camino hacia la autodestrucción, porque está repitiendo los métodos, los mecanismos, la ambición y el ansia de poder que están grabados en su genética. Pero la genética se puede cambiar.
La humanidad actual debería de conocer lo ocurrido, lo que está recogido en todas las culturas, civilizaciones, tribus y religiones de todo el planeta. Porque en todas partes se habla de un gran cataclismo y, en muchas de ellas, que fue provocado por el hombre.
La ambición descontrolada de poder provocó la destrucción total.
En la actualidad todo gira en torno a banalidades, a asuntos superficiales, a rencillas políticas y religiosas, a guerras provocadas por el egoísmo, la avaricia y la fiebre de poder. La humanidad como un Todo unido sigue siendo una utopía.
A diferencia de la primera humanidad, que durante mucho tiempo fue sólo Una, que vivió, creció y avanzó como un solo cuerpo, la humanidad actual partió del punto donde la anterior se fracturó, es decir, del conflicto por el poder, por el control y dominio del espacio, que es poder.
La humanidad actual nunca, en toda su existencia, conoció la paz, la unidad, el equilibrio. Si algo la caracteriza es el permanente conflicto. Esa es la herencia recibida. Por eso se le mostró el camino de la unidad, del amor, como una ley natural que había que comprender y respetar para no volver a recorrer el camino hacia la destrucción.
Pero es evidente que se hizo oídos sordos, y también es evidente que el planeta está empezando a enviar señales de alarma, de advertencia. Gaia nos está avisando.
Eso ya ocurrió una vez, y el resultado final fue la destrucción total.
Echen un vistazo al planeta. Contemplen todo lo creado por el hombre. Imagínense ahora que todo desaparezca. ¿Qué fuerzas descomunales son capaces de semejante limpieza?
Pues vivimos, pensamos, soñamos, amamos, nos procreamos y nos matamos sobre ellas. Ignorándolas. Desafiándolas. Es tan estúpido como si el próximo mundial de fútbol se jugase en Islandia, al lado de los volcanes activos.
Pero, efectivamente, sólo una criatura estúpida puede ignorar hasta tal punto la realidad, y también olvidar lo que ya sucedió, o no preocuparse por conocerlo.
Repito, de aquella humanidad no quedó nada, ni casi nadie. Por los pocos restos hallados y por los testimonios recogidos de los pocos supervivientes, algunos seres humanos saben lo qué pasó y porqué pasó. Pero, como siempre, no son escuchados.
Tampoco es suficiente para que los “poderosos” de ahora recapaciten, se vuelvan lógicos y cuerdos, rectifiquen sus pasos y corrijan el rumbo.
Y lo peor de todo es que ni ellos mismos saben porqué lo hacen, ignoran qué es lo que los empuja a actuar así, ignoran lo que llevan impreso en sus genes y que les hace esclavos de una ambición absurda y suicida. Para ellos es un comportamiento “normal”, lo único que les importa es el poder, y lo que buscan es el control sobre la vida, e incluso sobre la muerte, como ya lo intentaron los nazis y otros muchos.
Los efectos “colaterales” de sus actos, de sus experimentos, de sus maniobras políticas y económicas, no cuentan para ellos. La esencia de la filosofía nazi, la construcción de una raza superior dominante, sigue viva y activa en los genes de aquellos que manejan el suficiente poder como para intentarlo. El ser humano sigue siendo el gran depredador del ser humano.
Pero la Ley Superior contempla otros objetivos, otro futuro para la humanidad.
Por ello el planeta, como ser vivo que es, no va a permitir que se experimente con lo sagrado, que se altere el mecanismo de la vida. Ya lo hizo una vez y lo volverá a hacer.
Existió otra humanidad de la que surgió la actual, heredando sus “defectos”, sus errores, sus ambiciones y su falta de respeto a la Ley Natural.
Pero también es cierto que el ser humano posee en su interior la capacidad para crear un mundo mejor, para vivir en armonía con la Naturaleza, para vivir en Unidad con todo y con todos. Posee ambas genéticas, ambas tendencias.
Su elección marca sus decisiones, y sus decisiones le conducen a un futuro u otro.
Por ello, la humanidad actual está escribiendo su destino, y quien sepa y quiera leer en las señales sabrá comprender que Gaia no va a permitir que el hombre imponga su ley, porque sólo existe una Ley, un camino y un futuro para la criatura hombre.
Y tal vez, como ya sucedió una vez, sólo unos pocos sobrevivirán a la destrucción que el hombre actual está provocando. Pero la semilla continuará viva. La idea esencial de la criatura hombre nunca se perderá. Y su desarrollo continuará.
Existió otra humanidad que dio paso a esta. Pero esta dará paso a otra, muy diferente.
Está escrito. Está anunciado. Solo hay que saber oír y saber ver. Es sencillo.
Fuente: www.revistafusion.com