El golf, elogio de la razón burguesa-capitalista de depredación parasitaria
Melanie Belanger
Rebelión
«(...) la realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la sociedad existente (...) el espectáculo no es nada más que el sentido de la práctica total de una formación socio-económica, su empleo del tiempo. (...) constituye el modelo presente de la vida socialmente dominante. Es la afirmación omnipresente de la elección ya hecha en la producción y su consumo corolario (...) En el espectáculo, imagen de la economía reinante, el fin no existe, el desarrollo lo es todo»
(Guy Debord, La Sociedad del Espectáculo, 1967)
Ah, el golf... ¡Si solamente la gente supiese un poco mejor lo que es realmente!
Quizas sea bueno empezar mostrando lo que significa el golf en el propio corazón del Imperio, pero desde una perspectiva política y una mirada profundamente crítica, cómo la que ofrece el irreverente, militante anti-capitalista y anti-imperialista, humorista George Carlin sobre este asunto: http://www.youtube.com/watch?v=AbSRCjG-VLk. En este fabuloso monólogo, Carlin demuestra que la superficie ambiental y socialmente perdida en EEUU por causa de esta actividad que el describe como « elitista, de burgueses liberales egocentricos y arrogantes, inútil, destructora y aburrida », corresponde al tamaño de 3 estados de este país (dos veces el Delaware y una vez el Rhode Island, o sea, más de un millión de hectáreas). Menciona que en este espacio y con los recursos que se invierten futilmente en él, se podría acomodar a toda la gente que vive actualmente en las calles de los EEUU...
En términos de literatura general, una muy breve incursión en la web nos permite constatar la amplitud y la fuerza de los movimientos sociales que denuncian el golf, sobre todo por razones socio-ambientales1. Sin embargo, los promotores del golf, para no dejar de estar a la moda, dicen: « bueno, de acuerdo, pero... ¡es posible de hacer clubes de golf que sean ''sustentables''! » (sobre todo si ellos ''pagan'' los estudios de impacto ambiental, ¿cierto?...). Claro, esta es la ''onda'' ahora: se disfranza de verde, se tranquilizan las conciencias, y... se sigue haciendo igual. Estamos en ésta era en la cual el llamado ''desarrollo sustentable'' (o sostenible) se ha transformado en un nuevo caballo de batalla del capitalismo. ¡Y que caballo! Hay de todo, y todo ahora es sustentable (pero, ¿que se está sustentando o sosteniendo, exactamente?). No solamente hay ''golfs sustentables'', sino que hay también carros sustentables. Sí, sin broma; los fabricantes de autos y las petroleras transnacionales han adoptado una estrategia publicitaria de marketing « verde », feroz y muy seria. A prueba, una famosa companía japonesa que fabrica vehículos recientemente sacó una propaganda que dice « Haga su parte para la Tierra; consígua la nueva XXX, eco-energética, porque cada gesto cuenta », y los pajaritos cantan, y los árboles -al pasar el auto ''ecológico''- tiemblan con el viento, y la gente en el anuncio se ve taaaaan feliz... Claro, tienen toda la razón de para estarlo: han comprado un carro que no solamente les permite preservar su estilo de vida destructor, sin ningún remordimiento de conciencia ante la alarmante tragedia mundial de los cambios climáticos, sino que además, al hacerlo, ¡estan salvando al planeta! ¿Que lindo, no?
Si señoras y señores: hoy, todo es ''sustentable'', o sostenible. No solamente los golfs, el petróleo y los autos, sino también los microwaves, las barbies, los peluches, y pronto, de repente, saldrán algunos bloomers sustentables. Quizas nos dirán entonces, por allí, que la etiqueta de esta ropita interior es biodegradable, y muchos aplaudirán y saldrán corriendo a comprársela de una vez. Esta vitrina, o ''lavado de cara verde'' (greenwashing) es una fuerza cada día mas acechante y poderosa. ¿Cómo podría no ser así? ¡Es tan lucrativo! Y la gente se traga el cuento: el engaño es enorme. No porque el consumo responsable – a nivel ecológico y social – no tenga validez ninguna. Claro que SI, tiene validez. Lo que se está denunciando aquí, sin embargo, es otra cosa: es la lógica perniciosa que permite al sistema capitalista re-condicionar a la gente para que se queden en la superficie, de forma instrumental y mecánica, y que no reflexionen y menos aún actúen, o poco, sobre las causas profundas – sistémicas y estructurales – del problema. Aquello resultaría radical (como solía decir Jose Martí, sería de « ir a la raíz de las cosas »), crítico, y hasta peligrosamente revolucionario. Pero obviamente, ¿que se puede esperar de unas sociedades ''moldeadas'' desde hace más de un siglo y medio por la cultura hegemónica del capitalismo y la creencia sagrada en el ''progreso'' occidental2? Por esta razón, creo que debemos tener fe y velar a la vez por que este nefasto fenómeno capitalista no eche raíz en aquellos paises de ''Nuestra América'' que se inscriben ya, felizmente, dentro de procesos socialistas revolucionarios, ¿no?
Vuelvo a los golfs. Por supuesto, existen algunas que otras estrategias para que los golfs sean un poco menos contaminantes y destructivos a nivel estrictamente ecológico3. Sin embargo, el lobby del golf en los paises del Norte despliega grandes esfuerzos para ''verdecer'' la cara de este pasatiempo. Digo pasatiempo (o hobby), porque al igual que George Carlin, no creo que se le pueda calificar de ''deporte'' a esta aberración de esparcimiento, en la cual alguna gente, prepotente en su mayoría, de la clases sociales altas y muy altas o aspirando (medias) a formar partes de ellas, se pavonean sobre un grama cortica, arregladita y anormalmente perfecta, pegan una y otra vez una pelotita ridícula y la alcanzan con vehículos motorizados, acompañados de sus ''seguidores y servidores'' (los caddies) que les recogen y les lavan el equipo, para luego tomarse ellos una copita en el lujoso Club – privado, de membresía exclusiva y caro, por supuesto – donde aprovechan el momento para hacer ''business''. ¡Tan soberbio, cómo bien lo dice Carlin, es este pasatiempo en términos de espacio necesario para su práctica! Estos inmensos terrenos (que miden cientas de hectáreas cada uno) representan una enorme pérdida de tierras potencialmente cultivables, o de bosques existentes o potenciales, o sencillamente de espacios donde podría habitar mucha gente. Aquello no solamente es increíble, sino que resulta ser también profundamente indecente en estos tiempos de severa crísis socio-ambiental y económica que vivimos en todo el planeta. Pero no es todo...
Los clubes de golf, en razón de la magra cobertura boscosa que dejan o contienen, contribuyen a la erosión de los suelos – los cuales, muchas veces, son de buena calidad y, cómo se mencionó antes, podrían ser utilizados de forma productiva, eficiente y positiva por y para las comunidades. Estos clubes gastan enormes volúmenes de agua – ya que un solo golf se traga diariamente el equivalente del consumo hídrico de 6000 personas – por lo que crean una presión monstruosa sobre los acuíferos4. Además, esta erosión viene acompañada de una utilización amplia, indiscriminada y altamente contaminante de grandes cantidades de pesticidas y de abonos sintéticos. Ahora bien, si en el Norte se trata, desde hace pocos años, de limitar aquellos daños de erosión y de contaminación (aunque nunca se lograrán eliminar, porque el diseño y la esencia de estos terrenos en sí lo impiden), el desastre ocasionado por estos proyectos en el llamado Sur es aún más considerable, por varias razones. Primero, porque las legislaciones ambientales que existen allí son, muchas veces, aún más irrespetadas por los capitalistas (locales o transnacionales) que en el ''Norte'' – ya que la impunidad y la injustica socio-ecológicas son planetarias, pero resultan ser más agudas en el ''Sur''. En segundo lugar, porque los terrenos de golf solamente son accesibles para las oligarquías locales y los turistas extranjeros adinerados. Consecuentemente, un club de golf en el Sur equivale a:
1) la destrucción, a veces brutal, de ecosistemas sensibles e irrecuperables. Por ejemplo, se cortan a menudo bosques tropicales para crear estos terrenos de golf, lo que contribuye al grave fenómeno de la desforestación y conlleva a una pérdida irremediable de la biodiversidad (entre ella, de especies endémicas), así como de fertilidad de los delicados suelos tropicales. Éstos, despojados de una cobertura vegetal adecuada, se erosionan y se vuelven a la larga estériles. Muchas veces localizados en la proximidad del mar, los terrenos de golf conllevan también, a menudo, a la destrucción de los vitales manglares, así cómo al blanqueamiento fatal de los arrecifes de coral (estos dos ecosistemas coexisten en simbiosis y son ambos amenazados por los cambios climáticos y la contaminación marina ya existente). De tal forma que estos arrecifes se mueren poco a poco, en razón de la percolación y del chorreo de aguas contaminadas con altas concentraciones de pesticidas sintéticos y de abonos nitrogenados, así como sedimentosas (por arrastre), hacia las costas (*). Sin embargo, los corales, una vez muertos, no se pueden resucitar como Jesús lo hizo con Lázaro, o tampoco cómo si fueran algún banco capitalista en quiebra. Y esto, a nivel puramente económico, resulta ser irracional y no-rentable, porque los arrecifes constituyen muchas veces, en estas regiones tropicales, una importante fuente de ingresos para el sector (eco)turístico que los aprovecha (snorkeling, buceo, etc.). Lo que me lleva al segundo efecto mayor...
2) degradación de la vida humana. Porque? Por algo muy sencillo que, sin embargo, muchísimos promotores inescrupolosos o algunos tecnócratas ignorantes (a veces interesados) se olvidan. Se trata del hecho que el mantenimiento y la salud de los ecosistemas están íntimamente ligados a la calidad y a las posibilidades de vida, así cómo a la salud humana. En este sentido, los clubes de golf aportan muy poco en lo inmediato, y a mediano y largo plazo, el balance es sumamente negativo. Contribuyen a la destrucción de ciertas actividades de subsistencia de las cuales los ricos y diversos ecosistemas amenazados por el golf representan el soporte, cómo la pesca artesanal, o el ecoturismo. Al sobre-explotar los acuíferos, se generan graves escaseces de agua para las poblaciones locales. Y repito: se tiene que considerar además que, en la gran mayoría de los casos, aquel crimen ecológico ni siquiera sirve para producir y/o garantizar (a corto plazo por lo menos) alimentos para una parte sustancial de las poblaciones locales, o para que tengan éstas un lugar digno donde vivir. Entonces, un factor poco considerado, aunque sumamente importante, es el daño socio-económico que los clubes de golf provocan. Además, muchas veces, éstos se ven acompañados de proyectos inmobiliarios (de bienes raices) multi-millionarios para semi-residentes occidentales ricos, muchos de ellos jubilados, que también contribuyen a la destrucción y contaminación del ambiente, de diferentes formas, entre otras:
I) por su consumo exagerado de recursos – ¡sobre todo de agua! – así cómo de productos ajenos o locales sobre-envueltos y el posterior desecho de estas envolturas innecesarias (o sea, basura tóxica), a menudo tiradas en vertederos a cielo abierto ya que no existien las insfraestructuras locales adecuadas para revalorizar estas materias; II) por la evacuación inadecuada de las aguas negras que generan estos asentamientos – muchas veces directamente en el mar, o sino a través de canalizaciones y plantas rudimentarias e ineficientes. Encima de ésto, donde se instalan estas ''comunidades exclusivas'', se crean o accentuan no solamente ciertos problemas ambientales, económicos, o de salud humana (y los costos de los mismos para la gente local y los sistemas públicos - si los hay), relacionados con el derroche y la contaminación que provocan, sino también tensiones sociales. Por que razón?
Simplemente por el hecho de instaurar un régimen de explotación económica de tipo neocolonial, en el cual las poblaciones locales ''sirven'' a algunos ''amos'' norteños afortunados, en empleos bastante mal pagados (es decir, después del 'boom' inicial de la construcción, quedan los trabajos de mantenimiento y de limpieza). De tal forma que los ''locales'' se van enfrascando, día a día, en una situación dentro de la cual sienten que no tienen control sobre su labor (dicen « no tengo otra »), tampoco sobre su vida o su destino. Además, su realidad les lanza a la cara, cotidianamente, la injusticia de su condición, que ellos terminan muchas veces equiparando con el hecho de no tener las mismas posibilidades económicas que sus ''amos'' disfrutan (lo que es normal aunque erróneo, ya que el estilo de vida de estos ''amos'' es absolutamente INDESEABLE para la humanidad por ser no-viable). Aquello engendra desesperaciones, frustraciones considerables, así cómo todos tipos de actitudes y comportamientos anti-éticos como el ''hacerse el vivo'' (oportunismo), el ''chanchullo'', la envidia, el individualismo, la prostitución del sexo y del carácter, el afán de poder y riquezas, la competencia excacerbada, etc. Muchos caen. En fin, se daña el tejído socio-comunitario, lo cual se ve empeorado si aquellas enclaves elitistas provocan la pérdida para algunos de su ''pan'', cómo suele ocurrir con el daño irreversible a la pesca artesanal (o al ecoturismo) en áreas costeras.
A nivel socio-cultural, resulta ser, entonces, de una violencia simbólica (Bourdieu) absoluta. La implantación de estos clubes de golf contribuye a nada menos que la aculturación de las poblaciones locales a favor de la cultura hegemónica del capitalismo occidental (Gramsci), es decir, que el sistema de valores proyectado allí conlleva al « consentimiento de los propios oprimidos » (Poulantzas). Pérdida del sentido, colonización de los imaginarios, transformación nefasta de la trama social. En ciertas regiones, territorios autóctonos enteros son sacrificados sobre el altar de este pasatiempo individualista, megalómano, tóxico y destructor, de gente indecendemente opulenta – en su mayoría ''caucasianos'' europeos y norte-americanos. El golf, a nivel cultural e ideológico, es, por ende, unos de los más fieles reflejos de la cultura eco y genocida del consumo y del derroche arrogantes del capitalismo dominante en el mundo; es la expresión por excelencia de la razón burguesa-capitalista de depredación parasitaria. En fin, la creación de clubes de golf en el Sur tiene también su costado directamente político, ya que muchas veces se implementan estos proyectos de ''desabilitación'' territorial por medio de una corrupción rampante y del soborno de las autoridades locales, por parte de poderosos y ricos inversionistas extranjeros aliados a una élite local anti-patriótica, escuálida y podrida hasta sus cogollo.
Como ilustración de los efectos del golf en el Sur, invito a los interesados a leer sobre la grave polémica entorno a un infame proyecto de construcción de un terreno con decenas de condominios para jubilados estados-unidenses adinerados en la provincia de Bocas del Toro, en Panamá, en plena zona de amortiguamiento del Parque Nacional Marino Bastimentos (articulado al actualmente amenazado Parque Internacional La Amistad, declarado Reserva de la Biósfera y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO). Panamá; un país del cual el territorio ha sido literalmente vendido, pedazo por pedazo, en los últimos 10 años, al capital extranjero... Detrás de este proyecto promovido por inversionistas norte-americanos, disfrazado de ''desarrollo sustentable'', se sospecha fuertemente que estaba la mano del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), en el marco del no menos infame plan Puebla-Panamá5.
En fin, ojalá que algún día hayan desaparecido estas abominaciones socio-ecológicas, económicas, políticas y culturales que son los clubes de golf. Mientras tanto, cabe preguntarnos, una vez más: ¿que herencia queremos dejar a nuestros hijos y nietos; grandes extensiones de tierra estériles y trofeitos de oro y plástico en forma de balita, o ecosistemas saludables así cómo sociedades mas sanas y justas?
P.D.: Una pequeña anécdota, sólo de paso... Hace algunos años, vivía en una región montañosa (de Quebec), y a veces en la madrugada, solía pasar frente a un grán club de golf que había por allí. La visión surrealista y espantosa a la vez que tenía en estos momentos era aquella de unos trabajadores vestidos de los pies hasta la cabeza con unos sacos blancos de estilo 'escafandra', que ''fumigaban'' con pesticidas sumamente tóxicos los greens (los cuales sólo deben su nombre al color verde que tienen, obtenido además de forma totalmente artificial). Desde luego, pensaba en estos pobres ''ricachones'', ingenuos, quienes, vestidos de sus jackets polos y pantalones quick-dry de 300$, iban, a penas dos horas después, a pisotear este mismo suelo envenenado, reirse y respirar hondo, recoger su pelotita del suelo una y otra vez, luego entre dos swings comerse un donut con las manos cubiertas (sin saberlo) de químicos... Era (y todavía es) profunda y tragicamente absurdo aquello. De hecho, con respecto a la salud, hay varias enfermedades por las cuales existen ya evidencias científicas convincentes que sean provocadas por el empleo de derivados del fluor (entre otras numerosas sustancias tóxicas) en los terrenos de golf.
Notas:
(*) No se puede subestimar la eco-toxicidad de los productos que se emplean en los terrenos de golf. La concentración de agentes activos en los productos sintéticos utilizados para su mantenimiento es sumamente elevada. Sobre estos terrenos se emplean a menudo fórmulas químicas especificamente diseñadas para MATAR A LAS LOMBRICES DE TIERRA7. Como se sabe, sin embargo, las lombrices de tierra son una parte muy importante de LA VIDA del suelo, siendo ellas unos de los ''agentes bióticos'' más importantes de regeneración de la tierra. Ahora bien, para tener GREENS lindos y lisos, se las extermina. O sea, que para que los jugadores tengan un terreno esteticamente agradable, y a fines de evitar cualquier pequeño terrón inoportuno que resultaría perjudicial a las prestaciones de los golfeadores, se ASESINA LITERALMENTE AL SUELO, el cual, junto con el agua, constituye la base de la vida sobre esta Tierra.
Es más que tiempo, por ende, que la gente sepa lo que el golf es y ha causado a escala planetaria. Por ejemplo, la destrucción de los arrecifes de coral de los Cayos de Florida, de Hawai y de Jamaica ha sido muy accelerada por la construcción de numerosos clubes de golfs allí, con condominios y megas-hoteles adyacentes. ¿Porque? Ante todo, por haber destruido los manglares cercanos – estas selvas costeras marinas que son por así decir el ''pulmón'' de los arrecifes, en los cuales nacen y se reproducen la mayoría de las especies de peces que poblarán, una vez que sean adultos, los arrecifes (http://hawaii-agriculture.com/hawaii-agriculture-blog/why-coral-reefs-face-a-catastrophic-future-guardian-co-uk/).
El propio gobierno de EEUU tuvo que reconocer el golf como una causante central del problema de la destrucción coralina