Los bosques desaparecen, la emisión de dióxido de carbono aumenta
El año pasado se desmontó en el Amazonas una supreficie de selva equivalente a la Provincia de Tucumán!!!
Por la tala y quema de bosques en todo el mundo se produce alrededor del 20 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono producto de las actividades humanas. Esta cifra supera la cantidad de dióxido de carbono lanzado a la atmósfera por automóviles, barcos y aviones juntos.
Para la protección del clima es por lo tanto de mayor y más rápida utilidad reducir la destrucción de los bosques y selvas, dice la Secretaría de la Convención sobre el Cambio Climático de la ONU.
La protección de los bosques es también uno de los puntos clave que se están discutiendo en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se celebra del 1 al 12 de diciembre en la ciudad polaca de Poznan.
Esta reunión es un hito previo a la conferencia prevista para fines de 2009 en Copenhague, donde debe acordarse un tratado que sustituya al Protocolo de Kyoto, que vence en 2012.
Pero, ¿cómo se debe ayudar al bosque, junto con las personas y animales que viven en él? ¿Y quién debe financiar esto?
Según el deseo de la Comisión Europea, la destrucción de los bosques y selvas tropicales debería reducirse en un 50 por ciento hasta el año 2020, y quedar suspendida totalmente hasta 2030.
Sólo el primer objetivo tiene un costo de entre 19.000 y 31.000 millones de dólares por año.
La UE quiere crear para ello un fondo nuevo, el mecanismo mundial del carbono forestal (Global Forest Carbon Mechanism, GFCM), que entre otros debe ser financiado con el comercio de derechos de emisión de dióxido de carbono.
Con sólo un cinco por ciento de las ganancias de la subasta de certificados de derechos de emisión podrían fluir al fondo entre 1.900 y 2.500 millones de dólares, según calcula la Comisión Europea, que presenta estos datos en coloridos folletos en la conferencia de Poznan, pero sin comprometerse a pagar el monto.
La UE quiere acordar planes de financiación más precisos en marzo próximo, dijo Jürgen Lefevere, de la Comisión Europea.
Ahora se trata de romper el ciclo: la destrucción de los bosques no sólo contribuye al cambio climático, sino que el cambio climático también destruye a los bosques, según señala el Centro de Silvicultura Internacional (CIFOR), con sede en Bogor, Indonesia.
“En muchos bosques, cambios climáticos relativamente pequeños pueden tener consecuencias devastadoras y elevar la vulnerabilidad ante la sequía, los insectos dañinos y el fuego”, dijo el coautor de un estudio del CIFOR presentado en Poznan, Markku Kanninen.
Los bosques en las montañas son los primeros que desaparecen. “Sabemos que las selvas nubosas son extremadamente sensibles al cambio climático”.
Además de fondos para evitar el cambio climático, CIFOR pide por este motivo dinero para adaptarse al mismo. Por ejemplo, se deben establecer cortafuegos cuando los bosques se vuelvan más secos.
El dinero también podría provenir directamente de empresas que pagan por prestaciones medioambientales, indicó la economista forestal de CIFOR Maria Brockhaus. Sería imaginable que una planta hidroeléctrica pague por la plantación de un bosque cercano, porque entonces no debería limpiar con tanta frecuencia las turbinas para eliminar la arena.
“También las empresas aseguradoras están interesadas en que los daños por los eventos climáticos sean escasos”.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) hace campaña asimismo para recaudar dinero. “Los inversores pueden matar dos pájaros de un tiro”, indicó el director ejecutivo del organismo, Achim Steiner.
Quien ayuda a los bosques, también ayuda a la protección del clima y de la biodiversidad. El Pnuma presentó en Poznan un atlas especial: en ciertas regiones, la obra marca bosques que tienen el mayor contenido de carbono y las áreas con la mayor biodiversidad, así como las zonas de superposición de ambas.
Además de la preocupación por la escasez de dinero, los protectores de los bosques temen que los medios financieros provengan de las fuentes equivocadas.
“Estamos muy preocupados de que sea creada una nueva forma de evitar las obligaciones de reducción” de emisión de gases de efecto invernadero, dijo el experto en bosques de la organización Greenpeace Martin Kaiser.
Según este especialista, en el futuro acuerdo de Copenhague no se debería permitir que una empresa energética pueda cumplir sus compromisos de reducción con un proyecto de protección ambiental.
“Proyectos únicos de protección de los bosques no garantizan nada, si a cambio en un país se tala en otro lugar”, explicó Kaiser.
Además, existe el riesgo de que los certificados de derechos de emisión sean extremadamente baratos. Según Kaiser, los países industrializados deberían comprometerse a ingresar una parte determinada del comercio de emisiones a un fondo, del cual los países que tienen bosques podrían obtener dinero para financiar planes serios para la preservación de este ecosistema.
FUENTE: La Capital
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Un nuevo Atlas sobre las emisiones de carbono:
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzó un Atlas que ubica con exactitud las zonas de mayor concentración en emisiones de carbono y las de gran biodiversidad.
La publicación señala que el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero son resultado de la deforestación. Además, muestra cómo la reducción de estos gases no sólo mitiga el impacto del cambio climático, sino que es fundamental para la conservación de la biodiversidad, que va desde anfibios y aves hasta primates.