LAS RAICES DE LA POETICA PSICODELICA
por: Pipo Lernoud
Uno de los misterios del planeta, producido por la red biológica de la vida, es nuestro cerebro. Nuestro cerebro es el resultado de los procesos físicos y químicos que nos construyeron, y por lo tanto no está separado de las hojas de los árboles o de la fosforecencia del mar. Somos naturaleza –tierra que anda, diría Atahualpa-, y nuestro cerebro es un producto extraordinario de esos intercambios, algunos dicen que es el tope de lo creado, la Corona de la Creación, como cantaba Jeferson Airplane.
Se habla tanto de que sólo usamos el 10% de la capacidad del cerebro, pero eso no quiere decir que todo tenga que ser pensado, que el 90 % sin usar sea más de lo mismo: mente lógica y raciociinio. Otros seres tienen sus percepciones más desarrolladas que las nuestras, y viven otro universo. Hay animales que ven más colores, oyen una gama de sonidos mucho más amplia, huelen su camino por el aire.
El resto del conocimiento no necesariamente se logra pensando. Es más, para usar grandes partes de nuestro cerebro hay que dejar de pensar.
Jean Arthur Rimbaud, el poeta adolescente francés del siglo XIX, había dicho: “Yo quiero ser poeta, y trabajo para volverme Vidente. Se trata de llegar a lo desconocido por un desarreglo de todos los sentidos.” Su intuición era correcta, pero, como tantos otros, no teniendo una estructura de apoyo, perdió el rumbo al confundir la profunda claridad espiritual de sus visiones con la locura y el delirio, y fue lo que hoy se consideraría el primer “hippie limado” abandonando todo para vagar por el planeta en una búsqueda violenta..
Pero estos vertigos que anotaba Rimbaud fueron estudiados siglos atrás, 500 años antes de Cristo, por Patanjali, que recopiló la experiencia de todos los yogas y místicos hindues de su época en los Yoga Sutras. El hombre ya había sintetizado: “Los poderes psiquicos son producidos por el nacimiento, las drogas, los encantamientos, el ascetismo o la meditación. La transformación de la conciencia en otra más alta se logra por el influjo de la Naturaleza. Las practicas y los métodos utilizados no son la verdadera causa de la transformación, sólo sirven para remover los obstaculos.” Quiere decir que los métodos usados –drogas, danzas, música, ayunos, rezos, etc.- no traen la experiencia en sí, sólo quitan del camino las distracciónes, preocupaciones, miedos, y otros “obstaculos” mentales para que, como escribió William Blake, “las puertas de la percepción se abran y veamos el mundo tal cual es: infinito.”
Ese poema de Blake inspiró el titulo del más claro estudio de la experiencia psicodélica, Las Puertas de la Percepción, de Aldous Huxley, y también inspiró el nombre del grupo The Doors, que hizo famoso a otro gran poeta psicodélico, Jim Morrison.
Huxley, dos mil quinientos años más tarde que Patanjali, insiste como él en que no son las drogas o las disciplinas espirituales las que llevan hacia el extasis, esas “practicas y métodos” sólo ayudan a sacar los obstáculos que nos impiden ver la “realidad última” .
Porque como canta el dúo escoces Incredible String Band -probablemente los mejores poetas de mística psicodélica que ha dado el rock-, hay veces en que“el libro de la vida se abre para nosotros, y no hay màs secretos”. Cuando esa “puerta del suave misterio se abre, cuando encontramos la puerta detràs de nuestra mente, ese es el tesoro más grande.”
Entonces, dicen los Incredible, somos capaces de encontrar (vivencialmente, ya que probablemente nunca lo podremos explicar en palabras) las respuestas a la preguntas medianamente importantes: ¿De qué formamos parte?¿Qué es lo que somos?”
La mente científica más grande de nuestro tiempo, Albert Einstein, reconocío el valor de ese misterio:“La emoción más sutil de la que somos capaces es la emoción mística. Aquí yace el germen de todo arte y ciencia verdadera. A todo aquel a quién este sentimiento le sea extraño, que no sea capaz de asombrarse y viva en un estado de miedo, es un hombre muerto. Saber que lo que es impenetrable para nosotros realmente existe y se manifiesta como la más alta sabiduría y la belleza más hermosa y que sólo sus formas más groseras son inteligibles para nuestras pobres facultades -este conocimiento, este sentimiento... este es el núcleo del verdadero sentimiento religioso. En este sentido, y sólo en este sentido, me considero un hombre profundamente religioso.”
Hay incontables referencias a la actividad psicodelica en las diversas culturas indígenas. En la mayoría de las viejas tribus se trata de una experiencia sagrada, cuidadosamente preparada bajo la supervisión de un chamán. “La pureza del cuerpo y del alma se actualizaba en los lakotas mediante los ritos del baño de sudor (inipi). En la cabaña redonda donde estos ritos tenian lugar, la tierra, el aire, elfuego y el agua juntaban sus fuerzas para acutar sobre el hombre total y limpiarlo….” Dice Joseph Epes Brown. Y el profesor Lafón, antropólogo argentino, cuenta que los comechingones, en las sierras de Córdoba, “usaban el cebil como exitante del espíritu, asociado a los cuartos de sudar, o “sudaderos”, como los llamaron los españoles.
Y la poética del despertar también estaba allí: “Yo soy todas las fuerzas y objetos con los que entro en contacto. Soy el viento, los árboles, los pájaros y la oscuridad” decían los pieles rojas norteamericanos. Una canción esquimal parece un tema de Hendrix: “Todo mi cuerpo está cubierto de ojos: ¡Contémplalo! ¡No tengas miedo! Veo todo lo que hay a mi alrededor.”
LA LENGUA DE LA TIERRA
Muchos de los primeros psicodelicos relacionaron el viaje mental con el viaje espacial, generando todo una mitología que a la larga desembarcaría en “Que la fuerza te acompañe”. Los platos voladores de Pink Floyd y los cinco mil años luz de casa de los Rolling Stones son ejemplos. Otros se metieron en historias de la mítología –como Zepelin y tantos singónicos- y desembocaron en un mundo de leyenda parecido al de El Señor de los Anillos. Otros, -como Incredible String Band, la mayoria de los grupos Californianos o Bob Dylan, tienen una visión más biológica, más terrestre, a veces hasta molecular. Desde las playas distorsionadas de Mr Tambourine “Ah llevame desapareciendo a través de los anillos de humo de mi mente, abajo, en las neblinosas ruinas del tiempo, pasadas las hojas heladas, los árbloles tatuados, hacia la playa ventosa, lejos del alcance retorcido de la loca tristeza. Si, bailar bajo el cielo de diamante…” hasta el mundo diminuto de la vida que pinta Incredible en su Canción muy celular: “Pelo negro, pelo marrón, plumas y escamas, semillas y estambres y todas las vidas que viven sin nombre, pongan sus nervios estremecidos en mi dirección y sientan la energía que brota de mí…”
Incredible fue aún más allá, y escribio el Ars Poetica de la canción psicodélica, que debería capturar “la lengua con la que toda la Tierra canta”. La poética psicodélica viene de una unión con el Todo, de una inmersión el La Vida misma: “Todo lo que se mueve es movido por sus manos ( de la vida). Ella se refleja por siempre en la vida de la tierra, en la construcción de los pensamientos, en los cambios de las arenas. Pero cierra los ojos para encontrar la flor dorada, y abrelos para ver la lluvia de luz del sol… Oh puerta del suave misterio, ábrete y concédeme la lengua con la que toda la Tierra canta…”
Algo parecido dice Robert Hunter, el letrista de Grateful Dead, el otro grupo que exploró sistemáticamente (si algo así es posible) los territorios de la mente en expansión. En El ático de mi vida se aproxima a la poesía de místicos como San Juan de la Cruz o Meister Ekhart, para describir un lugar secreto, una especie de Aleph “Lleno de sueños irreales, de sabores que ninguna lengua puede conocer y luces que ningun ojo puede ver. He pasado mi vida buscando lo que no ha sido cantado todavía. Tapé mis oidos para oir y cerré mis ojos para ver. Cuando los secretos se revelaron y los petalos se abrieron, cuando perdí mis propios sueños; tu me soñaste.”
Esta experiencia fue cantada también por el rock nacional, sobre todo en sus inicios. Desde el “Todo lo que ata es asesino, haz tu cabeza estallar” del Oye niño de Miguel Abuelo, hasta el “Todo corre hacia ahora, aquí allá y en todas partes” del Amor de Primavera, un ejemplo perfecto de canción psicodélica. La Alicia de Carrol, que sirvió de metáfora a Jefferson Airplane en su poderoso himno psiquico “Conejo blanco”, tambien anduvo por estas tierras en otro tema que cantaba Tanguito: “La princesa dorada” Como el gato de Chesire, el personaje dice “Yo no estoy aquí, sólo mi sonrisa me delata, pero yo miro desde todas partes…cuando la princesa habla vos la ois en tu mente y el fauno danza una danza desconocida pero eterna.” La experiencia del despertar al aquí y ahora también aparece en el primer disco de Manal, en Hoy nací, una canción de la época de la Cueva “Hoy adivino qué me pasa, porqué mi nombre no soy yo.: Hoy, recién hoy, el sol me tocó, y el viento de los vivos me despertó.” Miguel Abuelo y los primeros Abuelos de la Nada estaban inundados de poética psicodélica, desde el “Sonidos de colores a tu mente subirán” de Diana Divaga (primer single psicodélico argentino) hasta “Las cosas que yo veo son cosas sin historia, sin tiempo, sin memoria, son cosas, nada más” de Estoy aquí parado, sentado o acostado. El flaco Spinetta, que exploró los estados de conciencia y las percepciones místicas a lo largo de toda su obra hasta hoy, comenzó con una declaración simple pero muy descriptiva: “Figurate que pierdes la cabeza.” Y siguió, poco después, con una bellisima oda al dejarse fluir, dejarse ser: “Todas las hojas son del viento, porque el las mueve hasta en la muerte.”
¿EL SUEÑO TERMINO?
“Hubo un tiempo en que fui hermoso y fui libre de verdad”, cantaba Charly a principios de los setenta. Hubo un tiempo en el que el rock creyo que se venía el cambio planetario, que para que suceda solo había que fumarse un porro o tomar una pepa y se cumpliría la visión de Gary Snyder en el libro de Kerouac veinte años antes: ”Vagabundos del Dharma negandose a suscribir a la demanda general de que consuman y produzcan y por lo tanto tengan que trabajar para tener el privilegio de consumir toda esa basura que ellos de todas maneras no quieren, cosas como refrigeradores, televisores, autos ultimo modelo, aceites para el pelo y desodorantes y porquerías que vas a encontrar una semana despues en la basura de todos modos, todos ellos presos de un sistema de trabajar, producir, consumir, trabajar, producir, consumir…tengo la visión de una gran revolución de mochileros, miles, tal vez millones de jovenes vagabundeando con mochilas, trepando las montañas para rezar, haciendo que los chicos se rían y los viejos se alegren, haciendo felices a las jovencitas y a las maduras más felices aún, todos ellos lunáticos Zen que van escribiendo poemas que aparecen en sus cabezas sin ninguna razón y siendo corteses y teniendo inesperadamente visiones de la libertad eterna para todos y para todos los seres vivientes…”
Pero el cambio planetario inmediato no se cumplió, la toma de conciencia masiva no fue tan fácil. Y es que la psicodelia no es Timothy Leary ni Ken Kesey ni el Don Juan de Castaneda ni el “¡qué loco Pink Floyd!”. La psicodelia es lo que descubre cada una de las personas dentro de si misma, y tiene miles de años de exploración, antes de las modas de sonidos y colores que terminan saliendo en las revistas femeninas.. Desde la meditación durante la caza en los tiempos de las Cuevas de Altamira, hasta el horco cebil de los Comechingones de nuestro norte al ayahuasca de la selva peruana, el planeta ha estado buscando como estirar los límites del conocimiento. Pero la exploración requiere disciplina y un temple de acero, porque si no nos quedamos colgados por el camino.
El rock tiene miles de ejemplos de herramientas para expandir la conciencia –entre ellas las drogas-, convertidas al poco tiempo en muletas para la estupidez. Y un reguero de personajes que no aguantaron el viaje o lo hicieron mal puebla la historia del rock y del underground.
Como dijo Borges en un reportaje que le hicimos en el 76: “ Yo no creo que haya escritores que se inspiraron con las drogas. Creo que De Quincey, el más ilustre de todos ellos, hubiera hecho igualmente su obra aun sin haber probado el opio. Ningún estimulante puede enriquecernos, sólo puede darnos lo que ya tenemos, nos dará sólo lo que seamos capaces de encontrar…”
Cuando Lennon dijo “El sueño acabó” se refería a comenzar a utilizar lo descubierto para vivir en la realidad del mundo. O como había planteado antes Rimbaud: “He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He tratado de inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevos idiomas. Creí adquirir poderes sobrenaturales, ¡Y bien!¡Debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos!
¡Yo, que me considre angel o mago, dispensado de toda moral, soy restituido a la tierra, con un deber que hay que buscar, y una rugosa realidad que es necesario estrechar!”
Uno de los misterios del planeta, producido por la red biológica de la vida, es nuestro cerebro. Nuestro cerebro es el resultado de los procesos físicos y químicos que nos construyeron, y por lo tanto no está separado de las hojas de los árboles o de la fosforecencia del mar. Somos naturaleza –tierra que anda, diría Atahualpa-, y nuestro cerebro es un producto extraordinario de esos intercambios, algunos dicen que es el tope de lo creado, la Corona de la Creación, como cantaba Jeferson Airplane.
Se habla tanto de que sólo usamos el 10% de la capacidad del cerebro, pero eso no quiere decir que todo tenga que ser pensado, que el 90 % sin usar sea más de lo mismo: mente lógica y raciociinio. Otros seres tienen sus percepciones más desarrolladas que las nuestras, y viven otro universo. Hay animales que ven más colores, oyen una gama de sonidos mucho más amplia, huelen su camino por el aire.
El resto del conocimiento no necesariamente se logra pensando. Es más, para usar grandes partes de nuestro cerebro hay que dejar de pensar.
Jean Arthur Rimbaud, el poeta adolescente francés del siglo XIX, había dicho: “Yo quiero ser poeta, y trabajo para volverme Vidente. Se trata de llegar a lo desconocido por un desarreglo de todos los sentidos.” Su intuición era correcta, pero, como tantos otros, no teniendo una estructura de apoyo, perdió el rumbo al confundir la profunda claridad espiritual de sus visiones con la locura y el delirio, y fue lo que hoy se consideraría el primer “hippie limado” abandonando todo para vagar por el planeta en una búsqueda violenta..
Pero estos vertigos que anotaba Rimbaud fueron estudiados siglos atrás, 500 años antes de Cristo, por Patanjali, que recopiló la experiencia de todos los yogas y místicos hindues de su época en los Yoga Sutras. El hombre ya había sintetizado: “Los poderes psiquicos son producidos por el nacimiento, las drogas, los encantamientos, el ascetismo o la meditación. La transformación de la conciencia en otra más alta se logra por el influjo de la Naturaleza. Las practicas y los métodos utilizados no son la verdadera causa de la transformación, sólo sirven para remover los obstaculos.” Quiere decir que los métodos usados –drogas, danzas, música, ayunos, rezos, etc.- no traen la experiencia en sí, sólo quitan del camino las distracciónes, preocupaciones, miedos, y otros “obstaculos” mentales para que, como escribió William Blake, “las puertas de la percepción se abran y veamos el mundo tal cual es: infinito.”
Ese poema de Blake inspiró el titulo del más claro estudio de la experiencia psicodélica, Las Puertas de la Percepción, de Aldous Huxley, y también inspiró el nombre del grupo The Doors, que hizo famoso a otro gran poeta psicodélico, Jim Morrison.
Huxley, dos mil quinientos años más tarde que Patanjali, insiste como él en que no son las drogas o las disciplinas espirituales las que llevan hacia el extasis, esas “practicas y métodos” sólo ayudan a sacar los obstáculos que nos impiden ver la “realidad última” .
Porque como canta el dúo escoces Incredible String Band -probablemente los mejores poetas de mística psicodélica que ha dado el rock-, hay veces en que“el libro de la vida se abre para nosotros, y no hay màs secretos”. Cuando esa “puerta del suave misterio se abre, cuando encontramos la puerta detràs de nuestra mente, ese es el tesoro más grande.”
Entonces, dicen los Incredible, somos capaces de encontrar (vivencialmente, ya que probablemente nunca lo podremos explicar en palabras) las respuestas a la preguntas medianamente importantes: ¿De qué formamos parte?¿Qué es lo que somos?”
La mente científica más grande de nuestro tiempo, Albert Einstein, reconocío el valor de ese misterio:“La emoción más sutil de la que somos capaces es la emoción mística. Aquí yace el germen de todo arte y ciencia verdadera. A todo aquel a quién este sentimiento le sea extraño, que no sea capaz de asombrarse y viva en un estado de miedo, es un hombre muerto. Saber que lo que es impenetrable para nosotros realmente existe y se manifiesta como la más alta sabiduría y la belleza más hermosa y que sólo sus formas más groseras son inteligibles para nuestras pobres facultades -este conocimiento, este sentimiento... este es el núcleo del verdadero sentimiento religioso. En este sentido, y sólo en este sentido, me considero un hombre profundamente religioso.”
Hay incontables referencias a la actividad psicodelica en las diversas culturas indígenas. En la mayoría de las viejas tribus se trata de una experiencia sagrada, cuidadosamente preparada bajo la supervisión de un chamán. “La pureza del cuerpo y del alma se actualizaba en los lakotas mediante los ritos del baño de sudor (inipi). En la cabaña redonda donde estos ritos tenian lugar, la tierra, el aire, elfuego y el agua juntaban sus fuerzas para acutar sobre el hombre total y limpiarlo….” Dice Joseph Epes Brown. Y el profesor Lafón, antropólogo argentino, cuenta que los comechingones, en las sierras de Córdoba, “usaban el cebil como exitante del espíritu, asociado a los cuartos de sudar, o “sudaderos”, como los llamaron los españoles.
Y la poética del despertar también estaba allí: “Yo soy todas las fuerzas y objetos con los que entro en contacto. Soy el viento, los árboles, los pájaros y la oscuridad” decían los pieles rojas norteamericanos. Una canción esquimal parece un tema de Hendrix: “Todo mi cuerpo está cubierto de ojos: ¡Contémplalo! ¡No tengas miedo! Veo todo lo que hay a mi alrededor.”
LA LENGUA DE LA TIERRA
Muchos de los primeros psicodelicos relacionaron el viaje mental con el viaje espacial, generando todo una mitología que a la larga desembarcaría en “Que la fuerza te acompañe”. Los platos voladores de Pink Floyd y los cinco mil años luz de casa de los Rolling Stones son ejemplos. Otros se metieron en historias de la mítología –como Zepelin y tantos singónicos- y desembocaron en un mundo de leyenda parecido al de El Señor de los Anillos. Otros, -como Incredible String Band, la mayoria de los grupos Californianos o Bob Dylan, tienen una visión más biológica, más terrestre, a veces hasta molecular. Desde las playas distorsionadas de Mr Tambourine “Ah llevame desapareciendo a través de los anillos de humo de mi mente, abajo, en las neblinosas ruinas del tiempo, pasadas las hojas heladas, los árbloles tatuados, hacia la playa ventosa, lejos del alcance retorcido de la loca tristeza. Si, bailar bajo el cielo de diamante…” hasta el mundo diminuto de la vida que pinta Incredible en su Canción muy celular: “Pelo negro, pelo marrón, plumas y escamas, semillas y estambres y todas las vidas que viven sin nombre, pongan sus nervios estremecidos en mi dirección y sientan la energía que brota de mí…”
Incredible fue aún más allá, y escribio el Ars Poetica de la canción psicodélica, que debería capturar “la lengua con la que toda la Tierra canta”. La poética psicodélica viene de una unión con el Todo, de una inmersión el La Vida misma: “Todo lo que se mueve es movido por sus manos ( de la vida). Ella se refleja por siempre en la vida de la tierra, en la construcción de los pensamientos, en los cambios de las arenas. Pero cierra los ojos para encontrar la flor dorada, y abrelos para ver la lluvia de luz del sol… Oh puerta del suave misterio, ábrete y concédeme la lengua con la que toda la Tierra canta…”
Algo parecido dice Robert Hunter, el letrista de Grateful Dead, el otro grupo que exploró sistemáticamente (si algo así es posible) los territorios de la mente en expansión. En El ático de mi vida se aproxima a la poesía de místicos como San Juan de la Cruz o Meister Ekhart, para describir un lugar secreto, una especie de Aleph “Lleno de sueños irreales, de sabores que ninguna lengua puede conocer y luces que ningun ojo puede ver. He pasado mi vida buscando lo que no ha sido cantado todavía. Tapé mis oidos para oir y cerré mis ojos para ver. Cuando los secretos se revelaron y los petalos se abrieron, cuando perdí mis propios sueños; tu me soñaste.”
Esta experiencia fue cantada también por el rock nacional, sobre todo en sus inicios. Desde el “Todo lo que ata es asesino, haz tu cabeza estallar” del Oye niño de Miguel Abuelo, hasta el “Todo corre hacia ahora, aquí allá y en todas partes” del Amor de Primavera, un ejemplo perfecto de canción psicodélica. La Alicia de Carrol, que sirvió de metáfora a Jefferson Airplane en su poderoso himno psiquico “Conejo blanco”, tambien anduvo por estas tierras en otro tema que cantaba Tanguito: “La princesa dorada” Como el gato de Chesire, el personaje dice “Yo no estoy aquí, sólo mi sonrisa me delata, pero yo miro desde todas partes…cuando la princesa habla vos la ois en tu mente y el fauno danza una danza desconocida pero eterna.” La experiencia del despertar al aquí y ahora también aparece en el primer disco de Manal, en Hoy nací, una canción de la época de la Cueva “Hoy adivino qué me pasa, porqué mi nombre no soy yo.: Hoy, recién hoy, el sol me tocó, y el viento de los vivos me despertó.” Miguel Abuelo y los primeros Abuelos de la Nada estaban inundados de poética psicodélica, desde el “Sonidos de colores a tu mente subirán” de Diana Divaga (primer single psicodélico argentino) hasta “Las cosas que yo veo son cosas sin historia, sin tiempo, sin memoria, son cosas, nada más” de Estoy aquí parado, sentado o acostado. El flaco Spinetta, que exploró los estados de conciencia y las percepciones místicas a lo largo de toda su obra hasta hoy, comenzó con una declaración simple pero muy descriptiva: “Figurate que pierdes la cabeza.” Y siguió, poco después, con una bellisima oda al dejarse fluir, dejarse ser: “Todas las hojas son del viento, porque el las mueve hasta en la muerte.”
¿EL SUEÑO TERMINO?
“Hubo un tiempo en que fui hermoso y fui libre de verdad”, cantaba Charly a principios de los setenta. Hubo un tiempo en el que el rock creyo que se venía el cambio planetario, que para que suceda solo había que fumarse un porro o tomar una pepa y se cumpliría la visión de Gary Snyder en el libro de Kerouac veinte años antes: ”Vagabundos del Dharma negandose a suscribir a la demanda general de que consuman y produzcan y por lo tanto tengan que trabajar para tener el privilegio de consumir toda esa basura que ellos de todas maneras no quieren, cosas como refrigeradores, televisores, autos ultimo modelo, aceites para el pelo y desodorantes y porquerías que vas a encontrar una semana despues en la basura de todos modos, todos ellos presos de un sistema de trabajar, producir, consumir, trabajar, producir, consumir…tengo la visión de una gran revolución de mochileros, miles, tal vez millones de jovenes vagabundeando con mochilas, trepando las montañas para rezar, haciendo que los chicos se rían y los viejos se alegren, haciendo felices a las jovencitas y a las maduras más felices aún, todos ellos lunáticos Zen que van escribiendo poemas que aparecen en sus cabezas sin ninguna razón y siendo corteses y teniendo inesperadamente visiones de la libertad eterna para todos y para todos los seres vivientes…”
Pero el cambio planetario inmediato no se cumplió, la toma de conciencia masiva no fue tan fácil. Y es que la psicodelia no es Timothy Leary ni Ken Kesey ni el Don Juan de Castaneda ni el “¡qué loco Pink Floyd!”. La psicodelia es lo que descubre cada una de las personas dentro de si misma, y tiene miles de años de exploración, antes de las modas de sonidos y colores que terminan saliendo en las revistas femeninas.. Desde la meditación durante la caza en los tiempos de las Cuevas de Altamira, hasta el horco cebil de los Comechingones de nuestro norte al ayahuasca de la selva peruana, el planeta ha estado buscando como estirar los límites del conocimiento. Pero la exploración requiere disciplina y un temple de acero, porque si no nos quedamos colgados por el camino.
El rock tiene miles de ejemplos de herramientas para expandir la conciencia –entre ellas las drogas-, convertidas al poco tiempo en muletas para la estupidez. Y un reguero de personajes que no aguantaron el viaje o lo hicieron mal puebla la historia del rock y del underground.
Como dijo Borges en un reportaje que le hicimos en el 76: “ Yo no creo que haya escritores que se inspiraron con las drogas. Creo que De Quincey, el más ilustre de todos ellos, hubiera hecho igualmente su obra aun sin haber probado el opio. Ningún estimulante puede enriquecernos, sólo puede darnos lo que ya tenemos, nos dará sólo lo que seamos capaces de encontrar…”
Cuando Lennon dijo “El sueño acabó” se refería a comenzar a utilizar lo descubierto para vivir en la realidad del mundo. O como había planteado antes Rimbaud: “He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He tratado de inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevos idiomas. Creí adquirir poderes sobrenaturales, ¡Y bien!¡Debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos!
¡Yo, que me considre angel o mago, dispensado de toda moral, soy restituido a la tierra, con un deber que hay que buscar, y una rugosa realidad que es necesario estrechar!”