Crisis, ¿qué crisis?


Por: Félix Nieto
Desde los medios de comunicación no dejan de repetir que estamos en crisis, que entramos en recesión, que es la más grave desde 1929 y la primera crisis a nivel global en la historia, pero, ¿de qué crisis están hablando?, ¿de la de las instituciones financieras y de las grandes multinacionales que ven como sus desmanes y ganancias sin limites llegan a su fin con sus estupendos dividendos y pagos a sus altos ejecutivos de millones de euros para poco después declarar en quiebra a sus empresas?
¿O de la crisis del ladrillo?, donde durante años, los constructores, propietarios del suelo y personajes sin escrúpulos se han literalmente forrado a costa de especular con una necesidad básica como es el derecho a una vivienda digna, recogido en la tan defendida Constitución Española (articulo 47).
O quizás se refieren a la crisis de las empresas de automóviles, en España hay más de 20 millones de coches y a no ser que estos se fabriquen para durar cinco años, o prosiga el aumento de la población, el mercado está agotado.
Pero hay una crisis de la que no se habla, es la crisis climática, una crisis que no es coyuntural y que no se puede solucionar con dar dinero público a los que la han provocado como en las crisis citadas anteriormente.
Es una crisis mucho más profunda y complicada ya que tiene que ver con el sistema de vida que llevamos en el mundo rico, nos han vendido durante años la idea del progreso con relación a nuestras posesiones, al status económico y al gasto como manera de ocio y de realizarnos como individuos.
Todas las grandes movilizaciones sociales anteriores, con excepción de las movilizaciones contra la guerra, han sido movilizaciones para pedir más, normalmente un aumento de los salarios; y ese es un gran error, porque seamos sinceros ¿para que queremos más dinero? La respuesta más normal seria: para vivir mejor. Pero esa es la trampa ya que entonces los precios suben aún más y si ganamos más dinero es para gastar más dinero y ese dinero lo gastamos en cosas que lo que hacen es producir más contaminación y emisiones de gases de efecto invernadero con lo cual el cambio climático se acelera además de perpetuar el sistema económico basado en el crecimiento continuo.
Luego nos decimos que el dinero no hace la felicidad, aunque en el fondo no nos lo creemos, queremos más y más, y esto es lo grave de esta crisis, que no hay más, que el planeta está llegando, o ya ha llegado, a sus limites y que dentro de poco tiempo, bastante menos del que nos imaginamos, ya no habrá vuelta atrás, el cambio climático se nos irá de las manos y entonces hagamos lo que hagamos estaremos abocados a un futuro bastante peor del que nos encontramos ahora y como he dicho anteriormente de nada servirá el dinero ni las buenas intenciones.
Por lo tanto, si fuésemos ciudadanos responsables con el planeta, que recordemos no nos pertenece, sino que nos lo han dejado las generaciones anteriores para que lo disfrutemos y nuestra obligación debería ser dejárselo a las generaciones venideras en buenas condiciones, entonces tendríamos que salir a las calles y decirle a los que supuestamente nos representan: Solucionad esto y si no lo hacéis pagaréis por ello, porque con vuestra falta de resolución estáis condenado a millones de personas a una muerte segura.
Les diríamos utilizad nuestro dinero para combatir el hambre, las injusticias, acabad con las guerras, haced políticas sociales y no lo malgastéis dándoselo a los bancos para que después nos lo presten y sigamos manteniendo este fracasado sistema económico que nos conduce a la ruina, a la guerra y a la destrucción.
Pero eso no es todo, también ahí algo para nosotros como ciudadanos, a menudo me preguntan con respecto al cambio climático: ¿Y yo que puedo hacer? La respuesta fácil sería la típica de cambia tus bombillas, ahorra, recicla, no utilices mucho tu coche, no vueles, etc. Cosas que indudablemente están bien y todos deberíamos hacer pero que no son suficientes.
Lo que deberíamos hacer, quizás a simple vista pudiera parecer más sencillo y bastante más barato, es sentarnos diez minutos en silencio y reflexionar sobre lo que de verdad consideramos importante en nuestras vidas. Si a la finalización de esos diez minutos llegamos a la conclusión de que las cosas materiales no son tan importantes y que el consumismo no es nuestro leitmotiv entonces habremos dado un paso muy importante para solucionar esta crisis y de paso muchas otras.
Fuente: www.kaosenlared.net/noticia/crisis-que-crisis-6

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